lunes, 2 de noviembre de 2009

La zapatilla roja en Cajacanarias. Una película deliciosa, ciclo Michael Powell. Chistian Andersen fue un genio. Supo recoger, y superar como nadie, un género para cualquier edad. La peli se lo debe todo. La poesía y la épica trágica del amor.
A la salida, me despido de mi hermana, a quien viene a recoger mi cuñado, cargado de papeles de su instituto de San Matías, y vamos Marcelino y yo a un bar abierto de la calle La Rosa. Por fin el consulado venezolano le dio el pasaporte. Firmado por el Ministerio de la Voluntad del Pueblo. Ni Lizundia podría negarle la vena poética al presidente Chávez.
Más tarde arranco el coche, el clío de mierda que me hizo comprar aquella --siempre hay una tonta a quien echarle la culpa--, y pongo rumbo a San Andrés. Noche de luna llena. Última luna del año celta, cuando se acaba el fuego de San Juan y comienza el fuego del invierno. Luna sobre el balneario ruinoso, luna sobre el cuartel ruinoso de María Jímenez, luna sobre la fábrica de cemento y la dársena, con las ruinosas cuevas donde viví los tres primeros años de esta vida, junto a la nunca suficientemente llorada y desaparecida playa de Los Trabucos. Llego a San Andrés. Cuando doblo para subir por la muralla, veo a Chani en el bar Castillo. Bullicio en los alrededores del castillo. Chani se acerca a la ventanilla del coche.
--Ahí está Beba, que te ha estado llamando toda la noche... Te estás haciendo un traidor... Yo me voy a acostar que mañana tengo que ir a Santa Cruz a ponerme los dientes...
Llevo el rodante hasta la plazoleta, lo aparco y no tengo ganas de meterme en casa. Bajo al bar Castillo. En el banco de afuera, bajo el laurel de indias, están Raiko, el Fatigas y otros. Los pibes me cogieron afecto desde un día que necesitaron ir a Igueste y los llevé a Igueste y los traje de vuelta a San Andrés y Fufo me pasó un trallazo que menos mal que me controlé porque creí que el coche podía volar sobre la inmensidad de los abismos.
En la barra, Beba, Suny y un tío de la montaña, medio pureta, como yo. Y al otro extremo, mi primo David, pájaro acechador. Lástima que no sea un guerrero. Sería un guerrero del acecho. El hombre que está con Beba y Suny quiere que las dos vayan con él a su casa. Insiste. Tiene todas las trazas de un macho desesperado bajo la luna llena.
--Yo me voy con Jesús --dijo Beba--. Vamos a Santa Cruz los dos, Jesús. A La Manigua.
--Muchacha, mañana tengo que levantarme temprano.
El hombre de la montaña sigue insistiendo, desesperado, no le gusta mi presencia. Mi primo me llama aparte y me dice que no sea loco, que me voy a buscar problemas. Tengo que recordarle a mi primo que, por suerte o desgracia, ya tengo uso de razón.
Un loco, que en otro tiempo quería enseñarme a hacer costo con borras de café y leche condensada, y que hace unos meses lo detuvo la policía en la gasolinera de La Ducal, Valleseco, porque portaba un machete y amenazaba a todo el mundo, entra alterado en bar Castillo.
--Jose, dame cincuenta céntimos que voy a llamar a la policía. Acaban de pegarme dos tiros en la playa de Las Teresitas, dos brasileños, sólo porque soy español.
Descolgó y llamó a la policía y mandó al carajo al agente que estaba al otro lado de la línea telefónica, y luego salió al banco bajo el laurel de indias, el banco de las conversaciones, y Raiko le dio un chándal y él se quitó la ropa estropajosa que llevaba encima y se puso el chándal.
--Bueno, entonces vamos a dar un paseo los dos por el pueblo --me dijo Beba.
"Pisando la hierba menuda / feliz como con una mujer", recordé los versos de Rimbaud.
Dejamos a Suny, la alicantina-holandesa que tuvo una historia de amor y muerte con un turco traficante de heroína, en Holanda.
Y en otro banco de la muralla, frente a la sucursal de Cajacanarias, hablamos con Dios y me contó esto y lo otro. Hacía tiempo que no hablaba con Dios, pero en fin, tampoco hace daño hablar alguna vez con Dios. Luego la llevé a la montaña, en el coche, la dejé cerca de su casa.

"Migo eres el mejor. Ciempre estas ahí por eso te kiero aparte de muxas cosas mas... a? Ke duermas bien y ke sueñes bonito", recibí en el móvil. Mañana tengo que ir a Santa Cruz a ver que coño pasa con las facturas del móvil. Espero, mientras tanto, soñar bonito, y mañana en la radio, lo dicho, el amor o la ambición. ¿Qué hacen y qué quieren los escritores?

No hay comentarios: