sábado, 14 de noviembre de 2009

Soñé que la calle Miraflores era igual que cuando la conocí, en la década de los sesenta. En uno de los bares, con puertas tipo saloon de las películas del oeste, jugaban una partida de envite Antonio Cubillo, Anghel Morales y Víctor Ramírez contra José María Lizundia, Paco Pomares y Alberto Linares. Reconocí a algunas chicas del saloon, isleñas todas ellas... y entre los clientes, mirones mudos de la partida, estaban Marcelino, Ramón, Chani, Cristo... Hasta en sueños, tengo un universo limitado. Yo también miraba la partida, hasta que alguien me preguntó si yo era detective. No lo soy, pero la necesidad obliga. Si me hubiese preguntado si yo era ingeniero químico, mi respuesta hubiese sido "sí". Le dije que sí.
Era un señor mayor, canoso, bien trajeado, y con cara de buena gente. Salimos del grupo de mirones, nos acercamos a la barra y me invitó a un ron.
--Quiero que investigues a Dulce Xerach. ¿Podrás hacerlo?
--¿Usted es...?
--Chitón --me cortó--, en ningún momento debes pronunciar mi nombre. ¿Cuáles son tus honorarios?... Quiero que descubras todas sus debilidades, políticas, privadas... y sobre todo, los defectos de su cabellera.
--¿Quiére cortársela?
--Lo que quiero es un trabajo serio, y nada de preguntas.
Me dio la dirección del blog de Dulce Xerach y me fui del saloon y, en el cíber de la calle El Castillo, inicié la investigación. Vi que su cabellera era esplendorosa, y resaltaba la viveza de sus ojos y de sus marcados labios. Un cabello que hablaba de la noche y de las aguas de la Luna. Tal vez es el tinte, pensé. En lo sucesivo tendría que vigilar sus visitas a la peluquería. Vi también que sus propuestas políticas estaban buen expuestas, en un idioma claro, aunque con falta de algunas comas, y eran de mi gusto: recuperar el cine Víctor, adecentar la carretera vieja del norte, y se daba perfecta cuenta de que "en la calle domina un profundo malestar y todo lo público y lo privado está bajo sospecha". Además, un parlamentario socialista la había acusado de intependentista por proponer el registro ".ic". Por ahí tampoco vi, por lo pronto, ninguna mácula que pudiera servirle a mi cliente.
Me llamó la atención que, en los ordenadores de las bibliotecas púbicas (no sólo la del TEA), ella estaba vetada, como Anghel y yo mismo, denegado el acceso a su blog.
Decidí comunicarme con Ramón, por si él podía enterarse quién era la peluquera de la investigada. Estaba marcando el número del móvil de Ramón cuando me despertó el gallo de las vecinas, al que le contestaba Thor con sus ladridos.

2 comentarios:

campanilla dijo...

Mire Ud. que no lo veo mal de detective, apostado en la barra de cualquier bar, y como quien no quiere la cosa fisgoneando al opbjetivo a la vez que echa una ojeada al Dia.
Tampoco lo veo mal en el TEA, en cuyos ordenadores está ud. "vetado"
sacando información de internet a toda pastilla. Pero mejor el trabajo que encomienda a Ramón: averiguar quién es la peluquera. En fin, que nos quedamos sin saber quién ganó la partida, flaquizás en otro sueño...
Por cierto, ya que nombra ud. a Ramón, desde aquí le mando un saludo, porque hace tiempo que no aparece por el blog, y espero que simplemente sea por falta de tiempo. Cuando sepas quién es la peluquera nos lo dices, jeje.

Anghel Morales García dijo...

Los compañeros que me ha puesto en la partida me parecen de alto nivel, pero como Cubillo no se entera y está aliado con don Pepito el anti canarión, prefiero que se pase en esta jugada, con mis cartas y las de Víctor ganamos seguro. Como se dice en el fúbol: ¡Este Partido lo vamos a ganar! ¡DESCOLONIZACIÓN E INDEPENDENCIA! Que se vayan Lizundia, Pomares y Linares. Yo les pago el billete. Esta vez no estoy de acuerdo con Campanilla: Como detective eres un desastre. Intenta ligar por lo menos inténtalo... No lo vas a conseguir, pero intentalo.