jueves, 5 de noviembre de 2009

trancadas trompetas

El trabajo publicado en Diario de Avisos de José María Lizundia, necesario contrincante dialéctico, establece un terrero de teoría política idóneo para ir mucho más allá del panfleto y aclarar las ideas. Mi independentismo es emocional, estético como él bien dice, y menos mal que en el buen sentido. Mi contestación a "Fanfarronas Fanfarrias" las he dejado escritas en un comentario de la antrada anterior, debajo de las coplas que me dedica mi amigo Anghel. Poco más puedo añadir, salvo citar a Secundino Delgado, a Nicolás Estévanez... y algunos hechos que pasaron trecientos años después de la conquista, y las cartas que en los años sesenta un tío mío enviaba desde Venezuela, intentando convencernos de que España era nuestra enfermedad, y poco más. Reconozco que, en el terrero político, estoy en parbulario todavía, a gran distancia de mi amigo bilbaíno. Corro el peligro de que sus ideas terminen convenciéndome, pero no estoy de acuerdo con su hermano. El asunto no es arcaico. Es actual.

Recurría Antonio Cubillo, hace unos días, a Schopenhauer, argumento de autoridad, para arremeter contra los insultadores. Antonio Cubillo es un hombre de respeto, y a él y a algunos amigos le debo el fulgor de la conciencia independentista. Pero no comprendo que Antonio Cubillo esté aliado con el gran insultador, el insultador nato, el (he intuido) descendiente del adelantado (no la persona en sí, sino lo que representa esa figura), con una labor que está haciendo más daño que bien a las pretensiones de la independencia.

Decía otro filósofo alemán, el de la voluntad de poder, que escuchamos un elogio (o un insulto) y nos parece vulgar, pero si supiéramos la sutil venganza que hay detrás de un elogio (o un insulto) nos quitaríamos el sombrero. Por otra parte, el insulto (según Borges) es un arte nada despreciable, si se sabe usar.

Y volviendo a Schopenhauer, cito textualmente: "No ven [ciertas personas, no digo cuálas para evitar más enredos] más que lo que tienen delante de los ojos, se fijan sólo en lo presente, toman las apariencias por la realidad y prefieren las fruslerías a las cosas más importantes. Lo que distingue al hombre del animal es la razón. Confiado en el presente, se vuelve hacia el pasado y sueña con el porvenir; de aquí su prudencia, sus cuidados, sus frecuentes aprensiones. En cambio, la débil razón de ... [censura] no participa de esas ventajas ni de esos inconvenientes. Padece miopía intelectual que, por una especie de intuición, le permite ver de un modo penetrante las cosas próximas; pero su horizonte es muy pequeño y se le escapan las cosas lejanas. De ahí viene el que todo cuanto no es inmediato o sea lo pasado y lo venidero, obre más debilmente sobre ... que sobre nosotros."

Valga la reflexión de Schopenhauer para seguir dilucidando sobre las apariencia y las realidades.

2 comentarios:

Anghel Morales García dijo...

Amigo Jesús del alma,
es aburrido tu blog,
por eso con estas coplas,
te dejo un poco de humor.

oooooo

Pensamientos complicados,
no siempre tienen razón,
por eso para Canarias
quiero su liberación.

oooooo

Lentitud de Marcelino,
la tristeza de Ramón
Lizundia muy complicado
y de tres hacemos dos.

oooooo

Ya con esta me despido
perdona mi intromisión,
pero me da mucha pena
la tristeza de tu blog.

Jesús Castellano dijo...

Métase usted lo que quiera,
mi maestro del humor,
que si aburrido es el burro
el rebuzno es atroz.

Regreso de La Pandorga,
caminé allí por poco rato,
y con uno de Las Palmas
y con Tony el cacharro

y con el bilbaíno cuatro
y otro de guanche la cara,
isleños todos los rasgos,
sólo faltabas tú para

un tango bailar o un vals
entre historias del pescar.
Y no más versitos malos
que no lo quiero yo hastiar

que bastantes penas tiene
con el vate palestino
que con su arte de pendejo
le hizo perder el tino.