martes, 29 de diciembre de 2009

Cuento sin título (y 3)

H leyó atentamente el historial de la conversación entre K y la supuesta A, no más de folio y medio, y concluyó:
--Esta señora te está sonsacando. Intenta vacilarte. Dile que sí y ya verás como después te propone cibersexo, y primero te dirá que aún no ha tenido esa experiencia y luego te dirá que tiene la webcam estropeada.
Los análisis de K sobre el estilo literario de la supuesta A, le confirmaron que en realidad se trataba de B.
B, haciéndose pasar por A, había eliminado del estilo de su escritura los rasgos generales, los comunes a muchos escribientes, pero no había podido eliminar los rasgos característicos, los que marcan individualmente el estilo como la huella de un dedo.
B, que a veces lo presentaba como novio y a veces como amigo, dependía con quién se encontraran, tenía la costumbre de adornar con un velo de inocencia hechos que, si K los cometía, eran siempre reprobables. Pero en ella estaban justificados. "Ay, era para felicitarlo por su cumpleaños", decía. "Ay, era para resolver un problema de álgebra", decía. K no podía decir lo mismo. Él no solía felicitar los cumpleaños y tenía un perfecto dominio del álgebra. Si alguna ex amante se acercaba a él y él le daba pie, no tenía ninguna justificación.
--La gente celosa es como el ladrón. Piensan que los otros son de su misma condición --solía decir H, en su repertorio de frases lapidarias.
Puede que sí, pensó K.
--La única manera de aliviar nuestras trampas, es comprobar que los demás también son unos tramposos.
--Me tienes harto con tus frases célebres. ¿Por qué no las publicas y así te callas un rato? --se enfadó K.
"Ay, se me ha estropeado la webcam", escribió A.
"Pídesela prestada a tu amiga B", escribió K.
Al día siguiente, A desapareció de la lista de El Loro Encantado.
K volvió a mirar los números rojos, y una ex amante lo llamó para preguntarle por su salud. Le colgó el teléfono.

2 comentarios:

campanilla dijo...

En el capítulo tres
la novela ha terminado,
pero no nos dice ud.
si realmente era cierto
y K resolvió el entuerto
o se quedó sin probarlo.

Pues si K se equivocaba
y a esa persona acusaba
sin poder probar su engaño
le habría hecho mucho daño,
más quizas hubo un apaño
que después la compensaba.

¿O se quedó sin saber
la vacilona quién fue
si fue la A o la B?
o también pudiera ser
que fuera al revés la cosa
y el vacilón fuera él.

En esa red complicada
de los mundos de internet
todo se puede buscar,
todo se puede saber

y ya para terminar
la moraleja he de hacer
a veces mejor cerrar
que sufrir por conocer.

Jesús Castellano dijo...

Decía alguien por ahí que si detrás de una tapia oía un rebuzno y, asomando por arriba, veía las orejas de un burro, a él no le cabía duda de que allí había realmente un burro. Otros necesitan ver al animal entero para cerciorarse por completo; pero ni aún así, de nada podemos estar seguro, pues todo --según ciertos sabios-- es pura apariencia. Otra cosa es la culpabilidad de la víctima. Eso es otra historia. En esta, debe de haber un fallo, pues no quedó demasiado claro que A y B son la misma persona. B la real, que se disfraza de A para cercar a la presa. Por lo que resta, creo que si hubo algún tipo de apaño, y de eso se encargo H, el diseñador de envoltorios. Quien sepa lo que pasó entre H y A (es decir, B), que me lo cuente, por favor.