miércoles, 23 de diciembre de 2009

Lecturas en Madrid

Estoy con el endiablado ordenador Mac de Sibi, sin un práctico ratón que facilite el uso operativo. Sibisse vive en una casa mona, junto a la calle Tenerife, con grafiteros de alcurnias, que hacen obras de arte en muros y paredes y encima cobran. No sé cómo no se le ocurrió pedirles imágenes para Lunula. En fin, para imágenes las de mi amigo Anghel Morales, que acompañó más de cien a sus memorias y luego protesta porque esta hija mía no escogió las que él tenía en mente. El pequeño Anghel, el hombre de hierro, merece a la Campanilla de Loisel, un autor de comic cuyo Peter Pan está a menos de dos puntos de la maravilla. Cuenta lo que le sucedió a Peter Pan en los tiempos anteriores a la historia narrada por Barrie. Su madre es una borracha asquerosa que se prostituye para pillar coñac y acaba siendo victima de Jack el Destripador. Y Campanilla, una celosa asesina, más cercana a las avispas que a las abejas. Es muda pero sus gestos son la mar de expresivos. Menos mal que en aquella isla, el olvido es la norma. El dolor y la tristeza que provocan las envidias, los resentimientos y los odios no duran ni un segundo. Al lado de Campanilla, el Capitán, llamado Garfio en un futuro, es un santo varón. Lo dicho, ésta para mi amigo Anghel. La otra, la de Barrie, ya veremos. Tendré que leer su libro. Sospecho que la de Barrie está más cercana a la de Pamplona, que muy poco tiene que ver con la de Loisel. Mi Campanilla de Pamplona, de muda ni un pelo.
Pamplona es una ciudad transitable y acogedora, y allí no recibí sino cariño, calor --a pesar del frío-- y alegría. Inolvidables Blanca, Iñaki, Nieves, Fausto, Lourdes, Félix, Ana chófer, Ana hija, Xabi, Mapi... Bueno, no quiero ponerme sentimental, pero también Madrid me está degustando con buenas vibraciones. Y más ahora que aminoró el frío y he comprobado que la Dama de negro no le dio aún un zarpazo a mi cuenta corriente. Hoy la vi, en la página de atrás de sudoku de El Mundo. Flirteaba con el Hombre del Viento. Se la veía contenta. Ella contenta, yo también contento.
En casa de mi hija Atteneri, además del cómic de Loisel, leo a Bertrand Rusell y a Jonathan Swift. Sus escritos liliputienses pienso que son básicos para que José María Lizundia comprenda el independentismo canario, pero ahora que transita la calle Miraflores tiene otras historias que vivir, a salvo de quedarse cojo. Lo que yo leo de Swift son aforismos, al estilo de los que Anghel desarrolla en su blog. Y ahora iba a hablar de otros amigos, de Marcelino y de Ramón, pero Sibisse me manda a hacer un mandado a un chino de la calle Raimundo, aquí cerca. Hasta otra entrega.

2 comentarios:

campanilla dijo...

Por aquí todos los nombrados de Pamplona, preguntan por Ud. y me dicen que le felicite las fiestas, les haré llegar su comentario, un beso de parte de todos.

campanilla dijo...

En Pamplona con cariño
intentamos calentarle
y a pesar del fuerte frío
conseguimos animarle.

La nieve cayó esos días
mira que casualidad
y el pobre Jesús decía
¿no va a parar de nevar?

Pero a la nieve venció
y se animó a pasear
y aunque calado acabó
la nieve le hizo gozar.

En casa ya calentito
con buena "calefacción"
buena comida y buen tinto
y de postrito turrón.

Los dias iban pasando
y el tiempo no mejoraba
al revés, estaba helando
pero jesús se alegraba

Ya no le importaba el frío
ya no le importaba el hielo
porque según él me dijo
ya se encontraba en el cielo.

Pero también Campanilla
se sentía muy feliz
y estuvo de maravilla
teniendo a su amor allí.

Ya para terminar
y a pesar de repetirme
las fiestas felicitar
y ya solo despedirme.
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Para De Lorenzo: quise meterme en su blog para felicitarle personalmente las fiestas, pero no pude, así que desde aquí Feliz, Navidad.