sábado, 16 de enero de 2010

libros

Hay libros que de repente te vuelven a llamar. En mi caso, ahora, El túnel, de Sábato; Crimen y castigo en la sociedad salvaje, de Malinowski, y El celoso extremeño, de Cervantes. En la novelita de Sábato intuyo un personaje oculto, el auténtico asesino de María Iribarne, otro narrador. Al libro de Malinoswki me lo hizo recordar una foto de un africano empedrado, por adulterio. El tema del adulterio marca esa obrita de Cervantes. Y las otras dos. La fidelidad es un concepto tan abstracto como lo es de concreto el adulterio, el engaño. Como en la película de anoche, Rojo Oriental, en el TEA, con Ramón Hernández Armas y Marcelino Rodrigues Marichal, y yo, Jesús, me senté en medio de los dos ladrones, pero ahora no recuerdo si el bueno era el de la derecha y el malo el de la izquierda. La película nos gustó a todos. Sobre todo el personaje Folla, qué bailarina, qué vientre, qué labios, qué ojos... y qué despertar de pasión turca en una viuda cuando descubre la amistad de Folla (preciosa amistad) y las noches de cabaret y la danza del vientre. Y todo al ritmo de la música del novio secreto de la hija. La madre se tira al novio y luego le promete ser una suegra excelente. Y la hija en Babia. O a lo mejor no. La última escena promete noches de música, con la hija vestida de blanco, y ... (¡cómo se llamaba!) haciendo mover las telas rojas de sus caderas... Estupenda película, expansiva, saludable. Parece un cuento de las mil y una noches. Y ese es uno de los libros que compró para su hija Antonio Nuñez, en Agapea. Antes de ir al TEA. En la librería Agapea era la presentación de la novela Niebla Solar, de Teresa de Vega. Allí Isaac de Vega. Laureano de Lorenzo le hizo una foto. En Agapea, también ví a Julia Gil, informada ya de dónde está La Gramola. Este pub de cuatro euros el ron, en la calle ahora de Los Sueños, está iluminando la noche de los jueves en S/C. Agapea también, pero la librería tiene sin embargo una deficiencia, la falta de un micrófono. No pude oír lo que decía Teresa de Vega.
Su novela, Niebla solar, la editó Baile del Sol. Lástima que en San Andrés no haya una biblioteca pública. Estaría bien (es una idea) ese edificio lizundiano entre los dos barrancos, el de Las Huertas y el de El Cercado. Y hablando del pueblo... el otro día vi a Mundo, por el puente, en lo alto de la avenida de la muralla, con una chica que buscaba un sitio para alquilar, un sitio tranquilo donde tener un ordenador y escribir. Yo iba con la carretilla llena a los contenedores. Y eso me recuerda que en el patio otra vez la carretilla está llena, y esta es buena hora para tirar la basura.

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