martes, 23 de febrero de 2010

Felipe Campos. Ni titán ni patán. Una cosa intermedia. Político al uso pero jugando a la contra. Mucha oratoria nombradora de la democracia y la ley. Como si la democracia y la ley hubiese sido alguna vez otra cosa que engañar a los tontos del pueblo. Más potable José Antonio Ramos. Calor humano este hombre. Lo hubiese apuntado al equipo a no ser que lo que necesitamos ahora es una mujer. Una mujer es lo que necesita este equipo de hombres despistados. El bueno de Antonio Ramos aprovechó una defensa que hice de la Unipol para decir que la policía de Hilario, el del tonicazo, defiende a los delincuentes y ataca a los ciudadanos. Se lo perdoné porque es profesor de literatura medieval. Ellos se fueron a hablar de lo mismo en Radio San Borondón. Lo demás, al bar de los azulejos. Antonio Curbelo, el maguán de la emisora, en el posprograma, abajo en el bar de los azulejos, en su papel. El grancanarión que me escondió la botella de whiskey de 40 años in illo tempore. Eso no se hace, compadre. En fin, La Puerta se afianza.
Me despido de Víctor y de José María, y le recuerdo a este amigo último que mire lo de Agustín García Calvo en El País, y sin importarme el delito, arranco el clío del espejo roto. Si me tranca la local, la nacional o la unipol, lo tengo claro, años en Tenerife II.
Llego al pueblo. En San Andrés, y después de las gotas, estoy con Chani cuando llama Marcelino. El oyente no oyó el programa. Me pregunta qué tal. Y yo qué coño sé. Un pibe se acerca y nos invita a hablar con Dios. Marcelino me cuenta episodios de su otra noche de 18 rones, cuando lo echaron del Parra. Antes estuvo en el Sucre (barrio Duggi), con K, el ex de la maltratadita. Tuvieron palique, de nuevo, sobre una antigua partida de envite en Tacoronte. En fin, partida de cartas, eso que lo resuelva mi hija Sibi.
Hablé también, por el móvil, con Antonio Núñez, él en Los Cristianos. Le dije que viniese al programa un martes, otro día no puede ser.
Y ahora tengo que enterarme cómo está la luna. El almanaque de Campanilla y el que está en el cuarto de mi padre no están de acuerdo, y hay que podar las parras de Icod. (A La Puerta no fueron ni Juan Royo ni Ramón Hernández. Este último me inspiró unos ripios:)

Por culpa de una cuchara
dicen que perdió la calma
don Ramón Hernández Armas,
y hubo luego otra malgracia

que sucedió en Bilbao,
que provocó en Anghel Morales
tal locura y tal cabreo
que anda el hombre en tarajales

arráncandose los pelos.

6 comentarios:

Anghel Morales García dijo...

Que la radio es sólo radio
eso te lo digo yo
igual que los tangos son:
los lamentos de un cabrón.

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Por si aceptas mi consejo:
vuelve a la vieja estructura,
pasa del politiqueo
y apoya más la cultura.

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Te tengo por un gran tipo,
no te quiero ver sufrir,
apoya más a Canarias
y alvídate de Madrid.

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Ya ni el oyente te escucha
y eso es una cosa extraña.
Como dice Maradona:
¡Vayan todos a mamarla!

Jesús Castellano dijo...

Aunque la palabra "cultura" me recuerda el dicho de Maradona, tienes razón. Pasar del politiqueo, ese desierto al que se dedican los listos y donde hablan los char... los oradores.
Pena no estar hoy en Garachico, con Iván Morales y gozando de ese bello y castigado pueblo.
En fin, sabio amigo, no sé si podremos cumplirlo pero acepto el consejo.

Ramón Herar dijo...

¡Ay, la política! Ese noble arte de lidiar con la mierda sin cagarse las manos. Los políticos canarios mejor que se las guarden en los bolsillos, porque no hay jabón, ni perfume, ni emplasto, ni fomento, que les quite del todo el mal olor.

quico dijo...

Doctor Cucharilla

Por una cucharilla mal cogida
Le solté a mi amigo Ramón
De sopetón una gran parida
Y como el hombre no es un mamón
Me la devolvió llena de borras
De cítrico que no es lima ni es limón

En las playas de Aguere
Se ha vuelto muy fino
No deja que le llamen Monchi
Mucho menos Seterrino

Que me salí de tono en un bar
El que no le gustan sus nombretes
Dice en este jardín de flores sin par
Con nombre que huele a retrete

En el jardín de Castellano
Leo que, ¡dios que arrebato!
A Núñez el manchego sevillano
Has dado licencia de trato

Aunque no me des permiso
Digo que has perdido el tino
En la misma pila que un tal Totizo
Te bautizaron Seterrino

En ese templo de la educación
Que se llama Pérez de Valero
A la urbanidad prestó poca atención
El amigo Ramón el palmero

No es cosa de extrañar
Educar no sabían los maestrillos
Sino más bien martirizar
Con motes a los pobres chiquillos

A mi me han venido bien
Los sádicos maestros majaretas
Gracias a ellos he podido componer
Esta mierda de cuartetas


Pero de mierda a mierda
Tan mal no están las letrillas
Que menos da una piedra
Mucho menos una cucharilla

ó

De mierda me ha salido este cagajo
¡Váya! con la cucharilla
Que otros compongan flores y se vayan carajo
Si no les gustan mis letrillas

Ramón Herar dijo...

Que esto no es un jardín, doctol,
Que esto es un estanque.
Un estanque de aguas revueltas
y nauseabundas
de las que se alimenta
la rica flor del nenúfar,
a la que viene a libar
con revoloteo sin par
la campanilla de polvos dorados.
Y algunas moscas más,
de verdes metálicos
y grises refulgentes,
que con tanto ripiado
hasta a mí
se me ha pegado.
Y de los nombres,
siga usted con la lista
que arguno se le habrá orvidado.
Pero tampoco orvide
que este estanque no es el mío
sino que con el de Jesús
se ha topado

Jesús Castellano dijo...

Gracias a una cucharilla
puesta entre Ramón y Quico
se mueve el estanquillo
y esto es una maravilla.

Como ayer oí alta poesía
del alma y esas cosillas
más aún amo estas coplillas
sin honras ni fantasías.

Sé por qué amo a Lesbia,
decía el buen Catulo
mientras se rascaba el culo.
Porque muy mal hablo della.

Y así se aman los amigos
del sur, con mala lengua
feliz y vigorosa,
con su música de guerra.

Bienvenida la cuchara
a la simbología isleña-