lunes, 15 de febrero de 2010

tango carnavalero entre gota y gota

Conocí a la mujer de Xiang

caliente de ternura

un poco caradura

y algo fatal.



Ven, decía, esta noche

a mi salón

que duerme el tunante

de mi marido

con un somnífero

de elefante

que puse en el arroz.



Ya puede tronar un trueno

o dos,

ese muermo no depierta

de un sueño atroz,

es hombre bueno

sólo cuando duerme.



Ven, ven, querido,

ven a verme,

a besar mi labios

a decir en el mi oído

con voz de sabio

tu tierna canción,



a golpear mi rabia

con tu rayo,

guarécete en mí

y arde en la hoguera

que por dentro soy.



Déjalo que duerma,

no despertará,

me pasé con el veneno

y en su sueño ya murió.

Ni siquiera sus ronquidos

van a molestar.



Ven, ven, querido,

y estáte conmigo

esta noche

hasta el alba,

hasta el amanecer



y mañana, antes de comer,

ponemos a ese pobrito

bajo la tierra del jardín.

2 comentarios:

Ramón Herar dijo...

Menuda mujer la de Xiang (con ese nombre ya me pongo a sudar frío), y menudo peligro. A saber lo que hará contigo cuando ya le hayas enterrado al muerto en el jardín. Lo humano y lo divino, pero cuando menos te lo esperes igual te encuentras junto a su marido. ¡Qué cosas, Jesús!

Jesús Castellano dijo...

Sí, eso pensé...por lo que salí corriendo, no te creas.