sábado, 13 de marzo de 2010

memoria del caos

--Jajajá --ríe Sheila, con sus dientitos de coneja--. ¡Enamorado de mí?... De mí no se enamoran sino los miopes que tienen campanillas en los ojos.

Yo estaba, con la parte cerebral izquierda, reflexionando algo sobre filosofía moral y sobre la poesía en canaria, mientras Orlando me comía la oreja derecha. diciendo que alguien le dijo que su poesía se parecía a la de Chinaski, cuando aún él no había leído a Chanaski. Me callé la boca. A un poeta hambriento de alabanzas, no puedes decirle lo que le digo a Thor,

Thor de la thorería,
el día que tu naciste
estaba la mar en calma
la luna estaba crecida
perro que en tal signo nace
no debe decir mentiras

y decir mentiras era lo que estaba haciendo Marcelino con Chani, pero Marcelino defiende la mentira. Yo no. Yo defiendo callarme la boca. No alterar los ánimos sensibles de Orlando. Pienso en los poetas narcisistas, tocados por esa solemnidad antichinaski (antibukoswkiana) a la que tiende la poesía en Canarias, ya marcada por ese inicio de la maldición (Endecha a la muerte de Guillén Peraza), "sean solemnes tus poetas / y de ese mal / no los cure / ni la luna ni el sol". Es sabido que la danza nace de la panza, pero estos poetas piensan que la poesía nace de las entrañas, de las neurosis, y sus neurosis dan en que ellos siempre se comportan como seres sublimes, individualidades que sólo hablan de sí mismas. En ellos no hay historias sin "yo" ni verso que no sea mentira. No saben que la novela admite el yo y la mentira. Es más, sin yo ni mentira la novela es otra cosa. La novela, dicen, es la palabra que miente. Pero la poesía hoy también es o debe ser otra cosa. Esta ajena a la dicotomía verdad-mentira y al yo nomádico del poeta. A no ser una pretendida poesía, cargante, desgastada por los tópicos del "yo" sublime y de una retórica epigonal.

Pues eso, mientras Orlando me contaba su amistad con Carlos Pinto y que conoció a Pedro Lezcano y que le dijeron un día que su poesía era como la de Bukowski, y Chani quería llevar a Marcelino a rezar al demonio en un agujero..., Sheila desplazó al poeta en la polonesa del Monterrey y me habló de aventuras y romances. Palabras al oído, sonidos de la brisa, todos esos reclamos para cazar gorriones.

En la tele, hablaba también el nuevo obispo de las vascongadas: "Después de la eyaculación te sientes vacío", vacío como un vaso sin licor, "después del coito el humano ser está vacío, como una página sin calidad de página, en una total ausencia de formas puras". Yo no soy un santo, como pretenden el Gato de metal y el Gallo de Fuego, José María y Marcelino. Lo que pasa es que soy retardado mental. Tardo en darme cuenta de las cosas. Sólo entiendo, o creo entender, lo que me dicen, después de pensarlo durante varios días, e incluso años. Pero esta vez el trompo baila a la primera. Sé que Sheila busca un coito. Y más o menos, le digo que lo deje,
que ya la señora H por un lado y la señora F por otro, cuando no es una es otra, me están dejando más que vacío. Y como dijo el curita que fue desdeñado por mi amigo el judío agnóstico, la falta de dinero acobarda a los hombres. En fin, estoy poniendo el carro por delante de los bueyes.

Eso era sobre las once de la noche. cuatro horas antes, mientras Ramón se preparaba para acudir al Ateneo lagunero, yo me lavaba los pies para ir a la Asociación Agora de Mujeres, al recital del bilbaino José Blanco (hoy en Agapea), junto con Armando Rivero y otro poeta, de los Realejos, de cuyo nombre siento no acordarme. De sus libros, sobre un mesa, como la del sueño de Midó, junto a botellas de buen vino y sabrosas viandas, me llamó especialmente la atención el título de la obra del poeta bilbaíno: Memoria del caos.

Memoria del Caos es un título necesario en un hipotético tratado de magia cuántica. Vi que el sueño de mi amiga la colegiala tenía relación con la memoria. La mayoría de los sueños la tiene. Mi duda es ahora a qué arcano debo aplicar la memoria del caos. ¿La luna? ¿El Carro? ¿El Colgado?...

Sin lugar a dudas, el lugar de la memoria, en el sueño de Midó, corresponde al lugar salvaje, donde el destino se pone en juego.

Ahora debo esperar la crónica de Ramón, de lo eventecido ayer el Ateneo de la ciudad del Obispo, para saber qué palabras clave esconde la ciudad de la avenida de Los Violines.

El misterio del arco de flores se lo preguntaría a Víctor Roncero, pero temo que sea su respuesta ontólogica:

--Consulta el diccionario.

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