lunes, 21 de junio de 2010

sabios reales e irreales

Ayer vi con Juana la película La última estación, presuntamente basada en los últimos meses de Tolstoi. El hombre, según se vio en la pantalla, no salió al mundo tanto a predicar con el ejemplo su doctrina como para escapar del agobio de su condesa esposa. Juana se puso de parte de la condesa, como es lógico. Por mi parte, volví a recordar el caso del futuro san Agustín, cuando decide dejar de lado a su concubina, Floria Emilia, para dedicarse de lleno a hacer carrera eclesiástica y escribir sus confesiones. Quizá la carta que le escribió Floria Emilia, plena de eróticos pensamientos que, en su día, encantaron a Marcelino, esté plenamente equivocada. Si el razonamiento está basado en datos no reales, de no comprensión de los motivos que mueven a una determinada realidad, su desarrollo es vacuo y a la postre le da la razón a la máxima de Anghel Morales: razonar bien no significa tener razón.
Y hablando de concubinas, sin desperdicio novelístico moderno la vida y obra del sabio Periandro ("tirano entre 625-585 a,C."), según las cuenta Diógenes Laercio. "Al pasar el tiempo, en un acceso de ira le tiró un escabel o le dio una patada a su mujer, que estaba encinta, y la mató, por hacer caso a las calumnias de las concubinas, a las que luego quemó vivas. ... su madre estaba enamorado de él y se unía con él en secreto, y él se complacía. Pero, al descubrirse el incesto, se volvió severo contra todos, a causa del remordimiento por quedar descubierto", y hay más.

Hoy oí dos veces "no me agobies", frase digna para razonar si las bases del razonamiento fuesen sólidas, bien plantadas en la realidad de los hechos. Pero ¿quien conoce la real realidad de los hechos?
Un hecho que parece real es la muete del escritor Saramago. Mis vecinos le dedicaron sendas entradas en sus blogs. Yo no lo conocí, ni como escritor ni como hombre. Así que me callo. Más interesante es Carl Schmitt. Anoche estuve hasta las tantas, con ayuda de Google, investigando vida y pensamiento de este controvertido alemán. Valió la pena. Y hoy me llamó Berto desde Los Cristianos. Dice que va a investigar la hemeroteca a ver cuánta gente había en el muelle cuando Antonio Cubillo regresó a Tenerife. Ajolá. El dato no es baladí.

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