sábado, 9 de octubre de 2010

fiestas

Imagino la máquina de escribir de Vargas Llosa y me entra envidia. la imagino con una definición en pantalla ultra alfa. Programa de organización de ideas, descripciones y diálogos afines. Un día vi a Vargas Llosa en el Reina Sofía. Yo llevaba El negro en la mano, y por un momento estuve tentado de hacerle un regalo, con dedicatoria incluida, pero dos razones, que yo sepa, me aconsejaron no regalar el libro. (Hoy no sé si me queda un ejemplar.). Una: uno que le envié por correo a Juan Cruz no sirvió para nada. En ese tiempo, nuestro paisano era director de Alfaguara. Dos: no había leído (salvo en los periódicos) nada de Vargas Llosa. pero tenía que habérselo dado. El negro es una buena novela, a la altura de Pantaleón y la visitadoras, que yo no he leído pero ví la película.
Hay intuición, intinto y pensamiento pitagórico en esas páginas. Allí resolví los defectos de Telarañas. Reduje tres tiempos a dos: ficción y ficción en la ficción, y prescindí de los sueños y de los personajes quintuplicados en su evanescente "yo". Me siento más en mi elemento con el 2 que con el 3. La espiritualidad me perturba. Prefiero la acción. Mejor soldado que monje. Sin embargo, hay ocasiones en que el pensamiento religioso asciende a un primer plano. "Los derechos humanos", por ejemplo, que en esencia no son sino mandamientos "de Dios", quizá bastante menos válidos que los Diez del Antiguo Testamento. Por ejemplo, el derecho a saber la verdad o vivir en la mentira. Quizá, toda una vida podríamos estar queriendo descubrir qué es verdad o es mentira. A menos que reduzcamos el campo de conocimiento. Llegar a un acuerdo de lo que es verdad y lo que no. Que respondan el instinto, la intuición y la razón. Espero la respuesta.

Por lo pronto, estoy intrigado por conocer las crónicas del Sur. Ver cómo fue ese expositivo conjunto de formas visuales: las esculturas informativas de Laureáno de Lorerenzo y el surrealismo visual de Ramón Herar, o qué misterios imagineros hizo ir a ver Sonia Muñoz. Como soy un pensionista congelado, he evitado usar el móvil. Todo lo que uno quiere saber le será revelado. No hay que inquietarse por saber, pues saber puede ser aún peor que no saber. Aunque en este caso, creo que no. Que aquello fue una fiesta. Fiesta en el Sur.

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