miércoles, 13 de octubre de 2010

historias

Conversación telefónica por la tarde.
--Oiga bien lo que le voy a decir... ponga atención... ... y pregunte por Ignacio, el de Paliativos.
Hombre, otra vez Ignacio, el cliente de El Castillo, el del bigotito joseantoniano, el hombre que ya dio la información en el pueblo. Buena persona. Distante y educado. No sé si jugó al futbol con el San Andrés.
Tomo nota. 21 de septiembre a las 12.30 horas en Paliativos.

Todo esto lo pensaba escribir en lo oscuro. Pero mejor en lo claro. Una vez escrito aquí, quedas liberado del encadenamiento a la obra. Don Juan, el brujo yaqui, decía que una obra hay que publicarla o quemarla. Si no, es un peso sobre tu espalda, como ese viejo de las primeras páginas de Fetasa, ¿te acuerdas, amigo Berto?

Por la mañana fue día de mercado y mercadona, con mi padre. El hombre gastó cien euros. Euros que se van como agua en las manos con los dedos abiertos. Habría que hacer un protocolo, para que la fiesta nacional del euro no tuviera desagües.

El libro de Malinowski relata sus observaciones en las tribus de los Trobriand. Leyes y costumbres. Ya no existen. Ya no existen tribus primitivas. En los años de las pesquisas de Malinowski aún existían, aunque fiscalizadas por las leyes y costumbres del "hombre blanco".
Malinowski, en medio de sus hipótesis y teorías, cuenta mitos que son cuentos. Ignacio Gaspar, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, y si me apuran, Antón Chejov, por no hablar de Marcelino Marichal, supieron que el cuento y el mito son lo mismo. En Crimen y costumbre en la sociedad salvaje, cuenta Malinowski que un padre, en una sociedad matriarcal, en cuanto a la sucesión del poder (el hijo o el sobrino de la madre), jefe de la tribu ese padre, favoreció a su hijo en lugar de a su sobrino, sucesor del poder. El hijo se creyó algo, cuando sólo era un acogido (en la descendencia, el padre no cuenta para nada). Su madre pertenecía a otra tribu.
En fin, mañana más, si diosquiere.

--Chavez y Correa hoy en el DA... los perros que le ladran a la poderoso Kin-kón del Norte. Vestido ahora de negro, para disimular, pero con sus vacas iluminadas de idiotez y clembuterol, McDónal, y sus novelistas asesinos, psico killer. Gran América de las grandes oportunidades, y déjame que te dé un rabo...
Así habla alguien, sin nombre. Bar inteledctual, El Castillo.
--Ha sido inevitable recordar los días en que me ayudaste a batallar, por los años noventa, los últimos días de la enfermedad de mi padre, en tu casa de Salamanca [se refiere al barrio de Salamanca, en S/C de T.), cuando casi me matas con una persiana. Y también de un viaje nocturno al sur fumando hachís y sacándole claves para nuestros cuentos a una cinta de canciones mejicanas...
Mi hermana abajo hace un potage en un caldero gigante. suena el teléfono. Es mi sobrina. Antes estuvo por aquí Marcelino pero no trajo los plátanos, de su reciente regreso de La Gomera Island. Mi padre lo conmina a que traiga también plátanos verdes.
Abajo, en el Monterrey (donde Fernin recuerda la solera del bar los martes antiguos, cuando los tripulantes acudíán a intelectualizar aquella barra, el rincón de los poetas), Marcelino me informa de que el vecino semita me borró de su mapa mundi. Bueno, eso es que me quiere tanto que no soporta que no vaya a darle un beso a cualquier lugar donde esté. Que espere. Que tenga paciencia.
--No me es difícil imaginar por lo que estás pasando y por lo tanto te voy a recordar que ya no somos los mismos, aunque no creo que haga falta. Sé que tengo un amigo experto en el arte del camaleón --me dice-- y que no dudará en enfundarse el atavío guerrero para los días que vienen. Por suerte, un corazón encallecido como el nuestro ayuda en estos menesteres...
Le digo que mandé un pajarito al sur, a la exposición. Se interesa por lo que cuenta el pájaro:
--De la exposición un poco de todo --cuenta el pajarito--. Me gustó lo de la sobrina de Lizundia, lo de Ramón, y una piedra de Sonia. Y con lo de Ramón, lo de la fotografía, el cartelismo y otras teorías, me meo de risa. Parece mentira que todos se hayan saltado a Engen Gomriger, Maz Bill y Vicente Huidrobo como si nada. Lo que llevó Ramón es ni más ni menos que poesía visual. La destrucción del lenguaje y su cruce con las imágenes ya se practicaba desde la poesía concreta por los años 40 y el resto lo anunció Huidobro en Altazor, tremendo poema. Lo que Ramón el herrado presentó es a la actualidad lo que el rescate de las canciones del dúo Dinámico. O sea, una propuesta retro, pues de esos años, 60-70, son las ofertas estetas de los experimentadores y especuladores de la vanguardia, bailando el twist entre la creación y la teoría y utilizando distintos tipos de soportes. Como es lógico, y como corresponde a este pájaro políticamente correcto que aspiro a dominar, no pié nada allí, y te lo digo a ti, que me cuidas y me das alpiste...

Señor dios del universo, qué pájaro más intelectual. Cuando tenga otro, simplemente narrador, hago una sopa con este...
--Jesús, ya sabes que aquí usted tiene un amigo --me abraza Chani mientras subo pr la muralla, bajo la luna ( es un decir), después de dejar al Fatiga barriendo con la hoja de palmera y a mi primo llamándome Jesús ("hasta mañana, Jesús"), y casi prefería el tiempo en que me llamaba Chito o sólo "primo".
Por lo demás, buenas cena con mi cuñado y mi hermana en el patio de abajo, hablando de Paco (el policía en la cárcel) y de otras historias.

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