viernes, 31 de diciembre de 2010

más realidad y otro sueño

Mi padre, viéndose a las puertas de la muerte, mandó llamar a Javier, párroco actual del distrito de Anaga, y detrás del cura un desfile de vecinos y allegados, en fila india, uno por uno, para despedirse. Lo peor, hablando en términos absolutos (con perdón), son las vecinas alegadoras. Me recuerdan un cuento de Y fumar puede matar, sólo que en mi historia los recados no son al disfunto para los que ya están en el más allá, sino que las dichosas vecinas, sabedoras de esto y de lo otro, es a mí a quien tupen a recados y consejos. Sí, mi vecino vasco canariensis tiene más razón que un santo. Existe lo mejor y existe lo peor. Perogrullo objetaría esa patraña de que todo depende de las circunstancias, y lo que un día es mejor, otro día es peor. Pero maldita la gracia que me hace ahora Perogrullo.
Menos peor fue el sueño de anoche, no apto para menores. Sí puedo contar que aparecían como personajes mi hermana (embarullándolo todo en esta casa, destartalando el orden ilógico que nos ha acompañado a mi padre y a mí en esta etapa de la vida, y al mismo tiempo pidiéndome comprensión y consuelo); y otro personaje era mi difunta madre, ayudándome a fregar la loza en la cocina, que fregaba una cosa y aparecían otras tres, un fregado interminable; y también mi sobrino Mundi, empeñado en mudar los muebles de sitio, y los rompía todos, uno a uno, antes de colocarlos donde quería. Y luego apareció mi cuñado. El hombre me soltaba un rollo (con perdón de Víctor) y yo no le entendía nada. "Disculpa, pero no te oigo lo que estás diciendo", dije. Y se lo tomó a mal. La verdad es que, sin querer, descubrí la estrategia ideal, absolutamente mejor, para discutir con Raimundo. En fin, sueño de recovecos y malezas y mucho entullo por resolver.
Otra cosa son los plánticos gemidos que provocaron en la banda relativista de la tripulación los cangos de nuestro Victor el pasado martes en Tijuana. Pero no tengo más tiempo hoy, odioso diario, así que quédate con estas líneas y ya en otro momento seguiré alimentando tu ninfomática hambre de palabras.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Esta tarde el libro sobre José Rivero Vivas

Esta tarde en Casa Elder (Santa Cruz de Tenerife) la presentación de un libro crítico imprescindible de José María Lizundia para comprender no sólo a José Rivero Vivas (tema del libro) sino ese fenómeno que apodan literario.
Por lo demás, aceptar las críticas, las burlas y los puñetazos en la barbilla, si no has tenido habilidad para desviar su furor, es rasgo marcado del hombre sabio. ¿No es así, frere Cuervo?.
San Andres en estado apacible estos días, de puertas para afuera y de puertas padentro.
Y las tortugas alimentadas y el Thor... ahora no sé si le puse comida a ese hideperra.

martes, 28 de diciembre de 2010

regreso

La verdad, duermo mejor en el cuarto no museo. (ver última entrada del blog vecino ¿Le gusta este jardín que es suyo?)... Ayer mi padre repiraba Jacob, Jacob, Jacob... y Sibi voló a Madrid por la mañana. Atrás dejó una comida plena con Marcelino y su padre en... ¿cómo se llama el sitio ese de La Matanza?
Oí el progromo. El germánico Herar no comprende el humor local de Victor Roncero. Más universal y judío el del hermano Lizundia. El tema más interesante, aparte de JRamallo, el caso "Marcelino Rodríguez Marichal el usurpador", lo cortó primero Cuervo Herar con un discurso correcto, pero lo correcto que no atiende a los matices no es el juicio más acertado. Es curioso porque con el caso planteado por Lizundia ("Marcelino el usupador") estaba relacionada la pregunta que el incumplidor Marcelino propuso que se le hiciera a Ramallo: el papel del editor en relación con la obra del autor, el caso de Carver, en que el editor intervino en la fabricación de la obra, ejerciendo de podador. Lizundia planteaba, tuvo que reconocer que en broma, puesto que la cosa se estaba poniendo seria, rasgo crítico en Marcelino era la usurpación que había hecho del gran narrador y poeta y periodista Chito Castellano. A este Chito Castellano yo lo he leído algo, un poco (esas diez primeras líneas de Madame Bovary que en Tijuana esta tarde nuestro hermano Roncero reprochaba a Ramallo, hablando de los episodios nacionales españoles del hombre que sacudió las alpargatas cuando se despidió de Gran Canaria, para dejar el polvo macilento canario detrás y por fin acceder a un lugar donde se aprecia el arte de escribir, no como Alonso Quesada, que tuvo que quedarse, aunque también es verdad que cuando salió, lo que vio en Madrid no le encantó su vida. (Fue a Madrid como poeta. Tenía que haber ido como republicano bananero.) En fin, los oyentes perdimos una disputa Roncero-Ramallo (hubiera ganado Ramallo a los puntos, un tío elegante, que sabe estar y sabe decir, porque sabe oír), y perdimos la disertación lizundiana sobre la usupaciomes marcelinianas, una por culpa de Ramón, que se lo tomó por la tremenda, y otra por consecuencia de Charlín el antiguo corredor de fondo galaico universal, que interrumpió, con vuelta a Marlou Diesel, el segundo libro de relatos de Marcelino, superado (estoy de acuerdo con Lizundia) por Y fumar puede matar. Menos anecdótico, más rotundo.
En fin, vitriólico diario, aquí me tiene de nuevo. Con una semana con mi hija que sólo ella, tan buena escribiendo como Ramallo y como Marcelino, narrará, si se anima. Contando ella, yo mejor no cuento nada. Ahul.

lunes, 20 de diciembre de 2010

El jueves "Y fumar puede matar"

El ordenador sorpresas da la vida. Llamo a mi sobrino Mundi de que, después de usarlo él, la cosa quedó averiada. Soy un ignorante informático, filosófico, filantrópico, pero al final consigo arreglarlo. Sin tiempo para contestar a Caramelito, a Cantimplora y a una de Las Rosas (Taco), y enredado en mil correcciones. Veo nuevos cuentos de FH, y el cuento de la vieja de la plaza, y la novelita propia de Gijón in illo tempore. Aplico la artesanía, el valor de la artesanía. Quien hace un cesto, hace cientos. A JH decirle que frene y se deje de ínfulas dramáticas. Ahora es su tiempo de leer a Rubem Fonseca, a Marcelino Marichal y a J Ramallo. Si no los lee y digiere, caerá en el río de lo mismo de lo mismo. Que se olvide de los cuentos en cartera, y sueñe y medite, para dar otra vuelta de tuerca. Si no, está perdido. Otra cosa es el viaje a Las Palmas en marzo del año que viene. A reunirse con los novelistas negros Canary Islands. Claro que me apunto.
Ramón me aconseja que le dé largas a Armando Rivero (para el programa de Radio este martes) y que llame a J Ramallo. Si pudiera asesinar a Armando Rivero, pero no. Es ilegal el asesinato. Así que quitarlo de encima, que vaya este martes y que lea sus poemas. Este antiguo amigo de Orlando, hoy enemigo. Y el miércoles, Sibisse viaja desde Madrid para presentar en la Casa Elder el jueves 23, a las seis y media de la tarde, Y fumar puede matar, de Marcelino Rodríguez Marichal. A ver si acude Ramallo, y Lizundia, y su hermano... y Adriana, la hija de Marcelino, espere un día, después del eclipse...
--Qué tal tu padre --pregunta Cesáreo en la puerta de la venta de Francisca.
--Peor que ayer y mejor que mañana --respondo.
Y pasado mañana Fernin viaja a Barquisimeto (Venezuela). Si estoy vivo y Fernin sobrevive, les contaremos cómo le fue a Fernin en Venezuela, sin Karima la marroquí.
--Chito --llama mi padre--, ven para que me lleves al baño...
En el baño un ratón. Mi padre lo aturde con el fleep y yo lo aniquilo con el escobillón. Nada que hacer tienen los ratones de Y fumar puede matar contra el Real Madrid de Mourihno. No digamos contra el Barcelona de Guardiola. Ojalá contraten a Anghel Morales como sustituto de Llorente en el Tenerife. No tendrán esa clarividencia. Pero de todos modos, el jueves en la Casa Elder, Y Fumar puede matar. Presenta Sibisse Rodríguez Sánchez, mi hija, que viene a ver a su abuelo.
Y mañana martes, radio Tijuana (Radio Unión Tenerife, 18.00 horas): Lizundia, Roncero, Herar, un servidor, y regreso de Charlín (alias Carlín) y visitante Armando Rivero, poeta universal de San Andrés.

sábado, 18 de diciembre de 2010

ayer

Soñaba algo que no recuerdo, y dentro del sueño contaba a otros el sueño. Alguien más se sumó a los oyentes y recriminó el relato de un episodio juzgándolo sin comprenderlo, sin haber oído la historia completa. Entonces empecé a contar de nuevo, y el cuento se convirtió en nueva acción, en otro cuento. Recuerdo ahora sólo fragmentos. El oleaje del mar arremetía contra la esquina de arriba, por la parte de la puerta principal, del ex cementerio de aquí, de San Andrés. No sé que hacíamos allí alguien, sin referencia real, y yo. Más tarde, me vi dirigiendo una fábrica. Recuerdo que llegaba gente para pedir trabajo y tenía que ponerla en lista de espera, porque allí dentro no había ninguna función nueva que cubrir. A la única que contraté fue a una chica, porque me gustaba, y la puse a cazar ratones, trabajo que la muchacha hacía tan mal que provocaba más estorbo que beneficio.
El único obrero "real" era JH. Este sí era bueno haciendo su trabajo, de tal modo que despertó la envidia de otro que lo retó a pelear. Quise evitar la pelea pero ellos estaban tan decididos a enfrentarse que los mandé a la calle a que resolvieran sus diferencia fuera del recinto. En esto tocaron a la puerta. Abrí. Era la muerte, en forma de hombre, vestido de obrero. Me pidió trabajo. Entonces supe que uno de los dos que habían salido caería pronto para siempre. "¿A quién de los dos vas a sustituir?", pregunté a la muerte.

En esto sonó el móvil, el móvil real, que había dejado junto a la mesanoche. Era JH.
Él estaba en el Monterrey, pero a mí me había atacado un cruel malestar y no pude acudir a tomar un alegre café de mañana. El día por la tarde-noche había sido movido. Fui a ver a Anghel, sin avisar a Ramón porque tenía el tiempo contado. Nos citamos en una sextienda de la calle La Rosa, y estuvimos hablando de relaciones humanas con la dueña, una bella y simpática señora. Con ganas de volver un día de estos a esa tienda, nos despedimos y fuimos hasta la plaza de España, donde José estaba esperando.
--Es pequeño pero se hace notar.
En una terraza de la plaza de La Candelaria repasamos las hagiografías de los conocidos comunes más célebres. Y después de un agradable paseo por los desbarajustes urbánisticos, llegamos a su casa, donde conocí a su hermano, buen conocedor de la política...
A San Andrés regresé con José. A la entrada del pueblo, dos furgonas de la Policía Nacional. Nuestros rostros serenos y respetables no levantaron ninguna sospecha. Más tarde, Chani informó que habían resgistrado la casa del Ñaca y se lo había llevado para Santa Cruz. Y por lo demás, noche de ronda con mi cuñado y mi hermana y Marcelino y Chani...
--Chito, ¿viste qué limpia dejó la casa tu hermana?
Pero no cazó ningún ratón.
Mi cuñado cuando era peón tenía jefes que no servían para nada, y cuando fue jefe tenía que hacerlo todo él mismo. Es impecable en todos los oficios que ejerce, incluso en el de tocar las narices. Por fortuna, apareció Marcelino, el antídoto ideal contra esa su virtud.
--Cuando yo navegué en el Pacífico... --cuenta uno.
--Cuando yo navegué por el Guadalquivir... --replica el otro.
Ni Conrad ni Melville. Mi cuñado y Marcelino. Los grabas y obtienes las mil y una maravillosas aventuras marinas.
Cuando Raimundo viene a San Andrés, todos nos alegramos (incluso un cuñado es una ayuda en momentos adversos), menos Thor. Le tiene manía porque quiere encerrarlo en la azotea.
--Como me enteré que vuelves a mear en el comedor, el que te encierro soy yo --le digo.
En fin, ignominioso diario, ya tienes bastante por hoy. Mañana más.
--

jueves, 16 de diciembre de 2010

correcciones

J estuvo hoy por aquí, enseñándome a hacer un potage. "No has corregido casi nada", dijo. Si no fuese buena gente, le hubiera cortado el cuello. 50 páginas no son nada, según él, a tres horas por página. Compromiso fácil, sufrimiento largo. Más potable las aventuras que me contaba de cuando estuvo encerrado en un confesionario de la catedral, y hundió en piche la figura del adelantado, o cuando pintaba por ahí con sprays frabricados por él con botellas de cerveza. "Cubillo me llamaba el pintor, y eso me cabreaba". No, lo que me dio a corregir es el desarrollo de una idea política con páginas político filosóficas jeroglíficas. Ay, J, y ni siquiera fue conmigo ayer a Icod a arreglar la gotera del techo. Para descansar de ese calvario, corrijo lo propio. Una novelita que recuperé, de tiempos antiguos, de hace unos veinte años. Semana Negra y Festival de Cine de Gijón en el telón de fondo. La música deleitaría incluso a Víctor, si no fuese por las palabras cochinas, música wagneriana. Pero no sé si un autor ha odiado nunca tanto a su protagonista. Qué falta de escrúpulos, qué maldad, que inhumanidad. No rompo la novela porque la música la salva. Si no. Hace tiempo que quiero dejar de escribir y ponerme a pintar o a nada. Hacer algo más bondadoso, con más aire, más alejado del ruido y la furia y etc. La alternativa al farragoso arte de la palabra es el silencio. El silencio real. La no palabra. Algún día, tal vez cuando ya no haya otro remedio que el silencio.

abonando el hielo

Desde que a Bibiana Aído la echaron a dormir en un colchón sin garbanzo, poco me importan los asuntos del Gobierno. La miembra era mi ídolo en negativo, mi heroína acocainada, mi despertadora de sueños ilegales. Rubalcaba no me inspira ni eso, y eso que tiene también su sexi dandi subido, subido del gris al negro. Amarillo de siga la raya, sin embargo, es la templanza de míster Zapa y pupurina la magia del doctor Tero. Blanco, por supuesto, el señor Blanco. Carme Chacón, pase usted primero, señora de azul. Y de rojo madrid, la trinidad de los asuntos exteriores. Y a dos mil km al sur de la civilización, Paulino verde que te desquiero verde, junto con la verde Orama de la triste rama. Y yo, sin color, contagiado aquí ahora, hablando de politicos. Los veo en la pantalla del cuarto de mi padre, y tienen caras de decir hasta usted (por yo), hacendoso caballero, puede hablar de nosotros. Un día de 2013, saldré a pasear con Thor, según mi amiga la brujera cubana, y los gastados colores habrán desaparecido. Pero antes procuraré tomar a Ramón por la palabra y viajar al Sur, siempre al Sur.

(Armando Rivero, poeta de aquí, quiere ir el martes a Tijuana.)

miércoles, 15 de diciembre de 2010

otro aire está llegando

Cuando Rayko le dice a Chani "llama a jesús", la portada de Identidad Fragmentada se convierte en un fragmento de culto. Ay, si yo pudiera contar. Lo que puedo contar esta noche es que Orlando me aturdió para que le buscara lo que dijeron de él en relación con el evento del Ateneo el otro día. Y luego me dictó la contestación. Por prudencia, elegí como okupa el blog del antiguo okupa. Casi estuve a punto de abrir un archivo y decirle, "venga, poeta, sigue hablando", como la secretaria y luego esposa de Dostoiesvki cuando el ruso escribió, dictando, Memorias del subsuelo. Hay gente que cuando habla tiene más estilo que cuando escribe, y eso lo sabía Celíne y algunos más. Pero no estaba por la labor. La noche es extraña y Bukovski se ha ido a apostar a las carreras de caballos. El Castillo sereno, el Monterrey también. Pero un efluvio de otra realidad flota en el aire.

martes, 14 de diciembre de 2010

Cuéntame...

--Cuéntame qué cuenta el español ese... un vasco españolista es pa matarlo --inquiere Orlando.
--Si en Marruecos las mujeres son tan guapas como tú... --inquiero a Karima.
--Guapísimas --afirma Karima.
--A ver, cuéntame qué dice el zumbado ese... va a tener que ir pal país vasco... Cuatro bajaron a darme la mano, y un quinto... el español vendido ese, deja que lo coja... primero quiero saber lo que escribió el capullo ese... y el público que aplaudió, el pueblo tiene razón... y la próxima vez no será como las anteriores, le diré...
--Tú también eres español --interviene Chani--. Lizundia es buena gente. Conmigo es buena gente... No te disgustes, Jesús, con Orlandito, que está loquito...
--Perdigón...
--No me digas que te reuniste con Perdigón --digo--. Joder, tú formabas parte de una jauría de hienas...
Esto fue después de ver a José Rivero Vivas al bajar de la guagua. San Andrés la nuit. Despropósitos en el Monterrey.

De qué sirve todo esto?

--Antes los envites era jugar a la baraja, y ahora es discutir un problema --dijo mi padre, viendo un programa en la tele.
Pues será así, supongo. Como supongo que hay alguien que ya no lo visita porque ya lo tiene todo en su poder.
Así es el viejo, así somos todos. Defendemos lo indefendible, como abogados que ponen a prueba sus mañas e inteligencias sirviendo a quien tiene todo en contra. El mérito de los más listos en un mundo sin espíritu.
Suena el móvil:
--Hola, soy Rosa, de Paliativos... llamaba a ver cómo estaba su padre ... Si hay algún problema, mi niño, pides una cita...
Problema con la Braun batidora. La hija de su madre, la más cara de Martínez (frente a la pobre plaza de toros), hace agua por el fondo. Más coñazos en la agenda. Y quien ya dispone de todo, elude toda responsabilidad. La sabiduría de mi padre también hace agua. Tiene razón aquel: hay veces en que el sentimiento irracional no es el mejor consejero.
Y esta tarde La Puerta. Radio Unión Tenerife. 18.oo horas. 95.3. Por mi parte, al margen de lo que se hable (poco por mi parte tengo que decir ahora), un rato con los adversarios es buena hora.
Y mañana con Jaime, el de la Makaronesia, a Icod. Aprovecharemos para ver una exposición de Marianella Aguirre. Después de arreglar goteras en el techo. Jaime entiende de esas obras.

lunes, 13 de diciembre de 2010

desvariando

No molesta el crítico idiota que denosta la obra de alguien que merece la pena. A lo mejor, no es tan idiota, sino que ha recibido dinero por debajo de la mesa. Parece que no, pero en esto de la literaputa también se mueve dinero negro, al margen de caciques provincianos que huelen el culo de su madre en un Madrid más literariamente potable, digan lo que digan. En fin, el crítico de marras será recordado por su improperio baldío. Como el orden democrático por su ajusticiamiento a una obra que los superará como agua sucia que es. Recuérdese la flores del mal y madame Bobary, como precedentes egregios de... cómo se llamaban. Ya no me acuerdo los nombres de esos que fueron impropiados por los voceríos niñas bonitas de un PSOE más amargo que el Amargo de aquel carnaval de Belén Esteban y etc. Lo que más incomoda, es el crítico competente, sabio, él mismo un buen escritor, que elogia la obra de un batata, que apenas llega a papa algunas veces.
Pero no es de eso de lo que quería hablar, sino de un viaje el otro día a Suculum, con las viejas Francisca y su hermana Julita. Un viaje iniciático. Ojalá pueda encontrar las palabras apropiadas y contarlo uno de estos días, en honor de Javier Hernández, que deserta de La Puerta y, a partir de Enero, se entrega a los viernes con un nuevo programa en Radio Tijuana.
Y hablando de Radio Tijuana: pensaba llamar a J Ramallo para este martes, pero aún no he podido terminar su libro. Demasiado auténtico. Cada cuento es como una dimanita, cuyo punto y final deja lugar a la imaginación, al fósforo, a la llama, a la explosión. Son cuentos que no se pueden leer de corrido. Que me disculpe el desconocido amigo Ramallo. Cuando termine su libro lo llamaré. Algún día se hará justicia en esta república bananera, y entonces en lugar de paulinos y oramas, tendremos ramallos y marcelinos y algunos más, auténticos como Alonso Quesada o Emeterio, y no esos cultos mamarrachos y tumbados en la tumba de su propia cobardía.
Así que mañana, diosmediante, un programa sin definir. Espero que acudan los hermanos y mi hermano Ramón. Amén.

paz en el clan

No todo viento siembra tempestades. Hay discusiones que restituyen el respeto dentro del clan. Aunque los clandestinos actos sigan su curso secreto. Paradoja en esta época de cristal, donde no hay sombras sino ignorancia. El mundo que rueda hacia su rotundo apagón. Allí todos seremos iguales, y entonces por fin el triunfo real de esa ley que llaman de la igualdad. Todo lo demás, palabras que se lleva el viento, o la tempestad.

sábado, 11 de diciembre de 2010

·no escribir más" (Gil de Biedma)

El papel aguanta todo lo que le pongan, recordaba Antonio Bermejo. El escritor debería escribir como si lo hiciera sobre una piedra. Sin palabras de más, sin sílabas de menos. Sé por qué digo esto, pero prefiero callar. En boca cerrada no entran poetas mediocres. Perjuros encoñados. Tumbas sobre las que escupir. Gloria de vacuidades en las alturas. Ciudad del frío.

Ahora que estoy sentado

Ahora que estoy sentado puedo seguir contando lo que siempre cuento: cómo las sardinas persiguen a los perros feos y las liebres se comen a los tiburones.

Ayer quedé con Cuervo Herar que me recogió en la puerta del Corte Inglés. Tuvo que esperar diez minutos por mí, pero la policía no se metió con su Mercedes deportivo de dos plazas y una capacidad de 300 km por hora, con brillante chapa dorada. Y como Ramón ya está acostumbrado a mi inevitable impuntualidad, ni una mínima queja sobre esa ausencia de cortesía de los reyes. Una maravilla viajar hasta San Miguel de Abona en un cacharro semejante. Diez minutos recorriendo, casi volando, la hora de poder (maravillosa luz del fin de la tarde) por la autopista del Sur. Ramón, conocedor de recodos, a la salida del autopista eligió atajos con historias y como en un sueño llegamos a la Casa del Capitán. Saludamos a Quico, a Charlín, a Antonio Núñez, a más gente, y a Javier Hernández, protagonista de la noche. A pesar de la añorada ausencia de Anghel Morales, se presentaba el libro, ya célebre en este la flor etc , Los días prometidos a la muerte. En la mesa, junto con Javier, el concejal de Cultura del Ayuntamiento (Valentín González Évora) y Ramón, quien hizo un discurso impecable, desde el arte de la ficción en general hasta desentrañar resortes que sostienen Los días..., después de recorrer brevemente el significante social y significado literario de la obra publicada de Javier Hernández. Por su parte, Javier, enemigo de la brevedad (gracias a los dioses y a Anghel Morales, pues sólo contó con mes y medio para escribirlo, el libro son trece cuentos y no trece novelas río) habló, sin parar a tomar un sorbo de agua, calculo que cuatro horas y media. Y el frío de la cumbre entrando por la puerta. Por fortuna no había en la sala ningún asesino a sueldo, y digo por fortuna porque lo que vino después nos levantó el ánimo a los oyentes, sacrificados por la crueldad discursiva de nuestro autor. Cuando un buen vino está esperando en el patio, ni a Cicerón le perdonaríamos una catilinaria que durase más de quince minutos. En fin, también se lo perdonamos porque el libro ya forma parte del arte de la ficción que vale la pena conservar.

En el patio, junto con el vino, de la tierra de Abona, camaradería y nostalgia por los amigos ausentes. Y lo que vino después, aún mejor. Ramón, Quico, Antonio, Charlín y yo nos fuimos a cenar a Casa La Vieja, un lugar indescriptible, con un comedor junto al lagar (hoy en no uso) más grande de Tenerife, y más allá, un salón llamado El Viejo y el Mar, lleno de inimaginables mosntruos marinos, afortunadamente disecados, y en el piso de abajo un lugar que el dueño llama El Infierno. El conejo no estaba del todo bien preparado, según el buen juico y el acertado razonar de Quico, pensamiento del amante del blues que estaba de acuerdo con el paladar de todos los demás. Dos hechos borraron esa deficiencia en la mesa. Uno: el relato impecable y tragicómico de Antonio Gómez Charlín, contando de viva voz su historial de concubinas, con pelos y señales. Lástima no tener memoria auditiva: el relato oral de Charlín hubiera desterrado todo lo que he contado hasta ahora. Y dos: la bajada al Infierno, donde una barra de bar nos recibía con variados y enigmáticos rones del Caribe, entre los que reinaba uno llamado Barbancourt, reserva especial de Haití. Hasta Charlín bebió. Y él y el dueño siguieron hablando de las virtudes o desvirtudes de los distintos países. No diré los que quedaron en peor lugar. Sí los que fueron elogiados por sus excelentes frutas, entre ellos Brasil y China.
De madrugada, nos dispersamos. Ramón enfiló el deportivo dorado hacia el este de la isla, esta vez con velocidad de crucero, al cobijo de una noche estrellada. Regresamos al lugar donde los hombres no son inocentes y las mujeres no dan puntada sin hilo. Otra historia. Otro día.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Cada mago tiene su día

La tabla de filosofal del mago no es su cuñado (como quisiera Andrés Chaves) sino su hermana. El cuñado no es sino una adyacente tangencial de la historia del mago. La hermana normalmente es la bruja sin arte, la tocavainas, la que cree saberlo y dominarlo todo y no domina ni su propia petulancia de mujer canaria, hipertrofiada, hipertensa, hiperconeja. Pero hay días en la historia del mago en que la hermana hasta cobra un valor humano. Como hoy. En la cocina. No intenta liar la madeja sino que habla con sabiduría y sobriedad. Entonces el mago se solidariza con la hermana y olvida los malosentendidos. Días que se acompañan además con un viaje al hotel donde Anghel Morales disfruta de unas espléndidas vacaciones, con una sirvienta de blanco que es tía sobrina de un antiguo amigo, con el que recibió oro de Legrá, el boxeador de aquellos tiempos. Y además recibe una llamada de Ramón Herar, con el que mañana irá a buscar al pujante Charlín para acudir a la Casa del Capitán, donde Ramón presenta el reciente libro (Días prometidos a la muerte) del pugilista negro Javier Hernández. Allí nos vemos, menos los que no tengan otro remedio que acudir al Ateneo de La Laguna, a oír los versos de Orlando Cova, ínclito amigo del mago en el pueblo de San Andrés, donde ayer apareció la luz del fin del mundo, pero hoy amaneció, como todos los días. Y en la tele cantos navarros, con esa gente que te llega al alma, nobleza navarra.
Buena suerte, como dice el colega Rojas, desde este lado del ordenador.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

José María Lizundia Zamalloa

Algunos me critican mi devoción por este escritor. Incluso cuando defiende lo que uno atacaría o ataca lo que uno defendería (raras ocasiones, y en un 50% más llevado por la emocionalidad que por la racionalidad), no dejo de admirarlo. Su discurso es convincente, bien trabado, con un estilo peculiar que domina sin caer en el amaneramiento, y deja a este lector con deseos de conocer más aquello o aquel o aquella de lo que habla. En fin, no es correcto admirar a quien se sienta a tu lado, a quien está ahí llevándote la contraria, a veces llamándote ignominioso, a veces adverso y todo menos bonito (lo cual añade encanto a un masoquista), y además te borra como vecino y... y ya está bien de elogios. Algunas críticas tendría que hacerle, pero ahora no pienso ninguna que sea válida. Pero esta entrada para decir que, junto con su hermano, a mí me complace tenerlo otra vez de contertulio los martes. El Bosque ha ganado con su regreso. ¿Quieres que lo pormenorice? Otro día, diosmediante. Estas líneas para aclarar lo que siento, lo que pienso, y no me den más la lata. Yo eligo a mis amigos, aunque ellos me denigren. ¿Vale?

luces letales

Dos mujeres atacaban a uno esta mañana en El Castillo. Lo insultaban, lo golpeaban, y el hombre aguantaba porque no quería levantarle la mano a ninguna mujer. La furia iba in crescendo. Y una de ellas llamó a la policía. Cuando llegó la policía, ella le dijo que el otro la había golpeado en la boca.
--Pero si usted no tiene ninguna marca en la boca.
Me ofrecí de testigo. Cuando la poli se retiró, y de regreso a casa, esta vez fui yo el objetivo de los insultos. Prudentemente pasar de largo y ni mirar.

Luego hablo con otra mujer con la que tuve anoche dos palabras. Parecía que estaba grabando la conversación para quedarse bien puesta. Fantasías en colores.

A las cinco de la mañana, contaron, apareció sobre el mar una luz de gran tamaño. Yo no la vi.

"La luz del fin del mundo" podría ser un título para una vieja novela que escribí en Gijón, que recientemente pude rescatar. Buf, muy buena pero cuánto... me puse malo leyéndola.

lunes, 6 de diciembre de 2010

de memoria

Paulino Rivero, dos días después de bajarse los pantalones con el Gobierno central, critica al mismo Gobierno de bajarse los pantalones, raíz del conflicto del Sahara.

Los controladores consiguen lo que en septiembre no hicieron los sindicatos del Estado, presuntos defensores de los trabajadores. (Leer la última entrada en el blog de Azena, para completar información).

Una señorita habla con una amiga de que sale favorecida en el reparto de un pastel.

Un señorito toca los timbales, malcriado por una madre que ha colaborado en convertirlo en machango engreído y caprichoso.

Javier Hernández, por voluntad propia (no del pueblo ciudadano) se retira del Bosque.

Y hablando del Bosque...

Este martes en La Puerta (Radio Unión Tenerife), por sugerencia del tripulante Víctor Roncero, invitado: Fernando Pérez Rodríguez, autor de El bufón de los dioses.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Sobre El bufón de los dioses

Fue Víctor Roncero quien sugirió invitar a Fernando Pérez Rodríguez a Tijuana el próximo martes. Espero que Ramón relate el ágape de la presentación del libro a la que no asistió, pero si al ágape junto a la plaza El príncipe, junto con Víctor. Lo siguiente es, más o menos, lo que leí la tarde de ayer en la Casa Elder, donde tuve el honor de presentar la novela, junto con Anghel Morales y el autor.

Arbitrariamente acordemos que el novelista reparte su inmensa y múltiple personalidad entre todos los personajes de su obra, a uno una parte y a otro otra. Si esto es así, nadie mejor para tomar como ejemplo, que Fernando Pérez Rodríguez, y en concreto, su opera prima El bufón de los dioses. Fernando, en esta obra, principalmente es un constructor de personajes. Cada uno tiene su peculiar sicología, y una historia personal que habla de ellos mismos y de quienes lo rodean, o lo han rodeado. El autor, como hemos convenido, se reparte en sus personajes: en los principales, en los secundarios y en los terciarios. Empecemos por estos últimos, los terciarios, los que ocupan un tamaño diminuto en el telón de fondo de la novela. Entre estos, el ejemplo más llamativo es uno a quien el autor llama El Guarapo, individuo marginal de Santa Cruz (esta ciudad moribunda desde que sus administradores políticos desolaron la calle Miraflores). El Guarapo vive en lo alto de una palmera, tocando el violín a la luna hasta que los vecinos se mosquean y llaman a la policía local, quienes basta que lo amenacen con avisar a los bomberos para que el hombre deje de dar la lata con el violín desafinado, quedándose sin más deseo de que alguien ate al cuello de una botella de ron el extremo de una cuerda cuyo otro extremo está en las manos de este borracho soberbio llamado El Guarapo, ejemplo glorioso de todos los que somos borrachos en esta triste ciudad. Y ahora pasemos a los personajes secundarios, cuyo especimen más palpable es un ex policía corrupto, hombre misógino que nos atrae por su falta de piedad, de conciencia cristiana, y de moral incluso kantiana, acompañado siempre por un perro atravesado que está hecho a su imagen y semejanza. Y otro personaje secundario: la madre del protagonista (Rafa), típica madre canaria, que merece que la entierren viva y cuyo hijo en sus manos se convierte en una piltrafa, en un fantoche engreído, en un machango maleducado, a menos que el pobre niño decida poner tierra por medio y dejar atrás miles de km a su p... (con perdón de Víctor Roncero) madre. Madres canarias aparecen varias en la novela, y a cual peor, con perdón de las madres canarias que estén aquí presentes entre el distinguido público. Es verdad, para consuelo de vosotras (perdón por el godismo), que nuestro autor las trata con una conmiseración y una ternura que, si leemos entre líneas, no merecen. En fin, hasta ahora hemos visto personajes terciarios, diminutos, que despiertan nuestra simpatía, junto a personajes de tamaño mediano, secundarios, que, a pesar de las críticas que podamos hacerles, despiertan nuestra compasión. Y ahora abordemos a los personajes principales, a los que están en primer plano. A unos los queremos bien, a otros no tan bien, y de otros nos alegramos, porque somos lectores malvados, de la suerte adversa en que caen, empujados por la ley de la vida, la justicia del destino. El caso más exigente de este destino adverso es el siquiatra o psicólogo Arturo, un escapado de La Argentina del Corralito, y que se abre camino ejerciendo de gurú entre las confiadamente estúpidas mujeres de esta ciudad de Santa Cruz, o del Santa Cruz que ficcionamente retrata nuestro autor. A este argentino Arturo, en mi lectura de la novela, lo he dejado, después de disfrutar de la admiración mujeril, olargando un desvariado discurso desde la fuente de la plaza Weyler, y posteriormente detenido por un policía local que anhela darse a valer a los ojos de su compañera policía femenina que lo acompaña. Mi lectura de la novela va por la página 326, y por lo pronto el dichoso argentino, curandero del alma de la mujer humana, yace en un calabozo de la comisaría. No sé lo que el autor le depara en las próximas páginas, pero por mí que se quede en el calabozo y que se convierta en santo, si es que puede.
No. He recordado mal. No está ahora en el calabozo. Su delito no es tan grave, así que lo han soltado y, en realidad, ahora está dando la lata, junto con el ex policía corrupto, a la puerta de un convento de clausura de La Laguna, intentando conectar con su novia Yaiza. Yaiza, ah Yaiza, heroína de la novela. Caballo trotador que le pone el punto de arcoiris. Una joven mujer desenvuelta, de buen ver, inteligente, con carácter, pero que sin embargo comete la torpeza de enamorara se ese argentino Arturo. Yo no he podido evitar enamorarme de Yaiza. La vemos en un carnaval, un típico carnaval de deseos desbocados, donde hasta las madres canarias olvidan su condición materna e intentan revivir su juventud de ansias carnales. Y luego vemos a Yaiza trabajando para un tal Zacarías, un personaje abyecto, ignominioso, baboso, deplorable, con una maldad que no llega a los tobillos de ese gran malvado que es el ex policía corrupto de esta novela. Y posteriormente vemos a Yaiza, a esta diosa del amor que ha estado esperando una cita junto al reloj de flores del parque, refugiada en un convento de clausura de La Laguna, un convento inexpugnable para el policía corrupto y para el policía Arturo. El motivo de que Yaiza se esconda en este convento hay que buscarlo en Rafa. Y con Rafa hemos llegado al protagonista de la novela.
En El bufón de los dioses no encontraremos Crimen y castigo, ni Guerra y paz, ni siquiera El túnel. No encontraremos aquí esas profundidades. Y tal vez nos alegremos de no encontrarlas. Porque a veces nos cansamos de que nos hablen de las profundas llamas del infierno y anhelamos quedarnos en la superficie de la vida. En esa superficie que relatan novelas antiguas como Madame Bovary o La regenta o Milagros de Cuba, novelas que no tratan de las profundidades sino que dan orden y concierto a la complicada superficie de la vida. El bufón de los dioses está en esta categoría de novela. Nos ayuda a ver lo obvio, lo que está junto a nosotros, al otro lado de la fachada inexpugnable, que también es la nuestra.
Fernando ha construido personajes, los ha dispuesto como piezas sobre un tablero de ajedrez, y los ha puesto a jugar, para irlos destrozando, hasta ahora, hasta el momento de la página 326. La verdad, la conclusión hasta ahora, es que el autor de este libro está loco. Desprecia tanto la cordura que es capaz de escribir un libro con una lógica aplastante y luego reírse de esa lógica.

buenas noticias

En fin, esta entrada para anunciar que, después de fundirse la anterior, ahora dispongo de nueva pantalla, sin penumbras, en cinemascope y color de luxe. Gracias a Anghel. Y también gracias a Anghel, hoy llegó a San Andrés el primer ejemplar del libro de Lizundia sobre José Rivero Vivas. Y ahora a comer, macarrones con... ya veremos. Cocina Campanilla.