sábado, 27 de febrero de 2010

¿donde están las llaves?

--Chito --llama mi padre desde el patio, y canta el gallo de los vecinos--, ¿llamaste a Ramón? ¿pa lo del partido?
--Ya me mandó él un mensaje.
--Y qué te dice?
--Lo que tú me dijiste ayer --tiene la razón y se la doy.
También el corazón de mi amigo José María Lizundia tiene razones que su corazón no entiende. Su estilo filosófico requiere ir encendiendo bombillas por unos pasillos por los que, al principio, andas a oscuras. Las autoridades que cita, muchas veces no las conozco de nada, y eso me obliga a investigar. Un estilo que obliga a investigar, o lo tomas o lo dejas. Yo no sólo lo tomo, el estilo de Lizundia, sino que lo retomo. Es vigorizante. En cada lectura, se enciende una bombilla. Gracias a él me entero de que estoy alienado con el pensamiento hegemónico. Estoy de acuerdo, pero sólo de vez en cuando. Y cuando mejor estoy es cuando no estoy con ningún pensamiento. Pensar es sufrir. Lastima que José María no puedar entrar en esta charca vienesa. Por lo menos a explicarme algo que me dijo el otro día, que fue que tengo un edipo con mi padre. Con mi padre lo único que tengo es ganas de hacer un remake de la carta al padre del judío Kafka. Pero no es aún el momento. Kafka que espere. Y mi amigo Lizundia que lea El Satiricón, presuntamente cometido por Petronio, el árbitro de la elegancia. Les esa novelita y conoces Roma mejor que con Séneca, nuestro Anghel Morales hispanolatino. Petronio, otro de la cuerda de PJG, nuestro admirado cubano follador, mejor que Arenas un millón de veces. (Digo eso sin conocer al pobre Arenas, así que me coja confesado el Dios del nacional socialismo.)
Otro que me obliga a investigar es Ramón Hernández. Otro citador de autoridades. Ayer por la noche en S/C, en el bar antilizundiano del Callejón, el 18 de Julio, casi frente a El Parra, Ramón me habló de un fotógrafo. Y me dieron ganas de ver esas fotos. Hoy esas fotos, me informó el amigo antropólogo, no independentista, serían declaradas de propaganda pederasta. Es decir, delito. El caso es que Ramón y yo, en el 18 de Julio, nos apuntamos a la propuesta poética de Bibiana Aido, el estudio del famoso mapa, pero aplicado a todas las edades y a todas las hembras terráqueas. Ay, Aida.
El pueblo me llama. En el Salazar veo la primera parte del partido Tenerife-Madrid. La muerte anunciada de los ciudadanos zagorinos se cumplen. Ya lo que queda esperar es las coplas de Anghel Morales.
En el Monterrey leo el artículo de Antonio Cubillo en El Día, contestando a los plácidos insultos de César Placeres, el maguán de radio San Borondón, en una entrevista con F. Pomares, a quien Cubillo coloca como espía. Lo cual acrecienta mi interés por el personaje Pomares. En mi novela (con perdón) El negro (edicción del Ateneo socialista Obrero de Gijón), el personaje había sido espía franquista en los tiempos activos del MPIAC. Algunos amigos, cuando regresé a la isla, creyeron que el negro de la novela era yo y me retiraron la palabra. Me sentí aplaudido, había conseguido que pareciese verdad una ficción. En fin, ahora estoy con otro condenado delincuente y rechazable personaje, un violento de género que me trae y me lleva por mal camino, esa cosa que titulo "Informe para cumplir una condena".
Salgo del Monterrey. Fernin me cuenta las últimas notas del poeta Omega, Orlando Cova. Que estuvo con el pórtatil en el bar lleno de gente viendo pelis pornos, y más tarde enseñando el culo en la puerta de la marisquería Ramón, y acto seguido cayendo al suelo y rompiéndose la crisma.
Luego vi a Chani, preocupado porque un patrón picapedrero no lo ha llamado todavía. Más combativa, dos minutos más tarde, la Ratita Presumida. Manolo el de Carmita me dijo que ligar a esa mujer es dar un braguetazo. A cambio el braguetador tendrá que soportarla. Por fortuna, ya tiene bien la visión de la tele y y no tengo que ir a orientarle la antena.
--Yo voy en contra de las masas --dijo.
Yo no. A mí me atraen las masas, pero no se lo dije.

viernes, 26 de febrero de 2010

Hoy: ocho supermercados con mi padre, buscando los productos calidad-precio en cada uno, porque por mucho que diga la miembro del Gobierno central misnistra Bibiana Aido., el precio y el valor están intimamente matrimoniados. El valor sacrosanto de EE. UU. y el precio laico que le pone China, hacen que uno y otro se necesiten tanto que no hay ninguna probabilidad de divorcio. Esto está claro. Menos claro la polémica Ramón Hernández-Jose María Lizundia, aquí al lado en la casa del vecino judío. Uno habla en griego y otro habla en hebreo, y yo no entiendo ninguno de los dos idiomas. Los griegos, sé, adoraban a los dioses, y los judíos a ese solo Dios de uno de los libros de Anghel Morales. Cuba está por medio de esa disputa. Yo en Cuba dejé de creer cuando vi el poco caso que le hacían, consignas políticas por medio, a Pedro Juan Gutiérrez, el autor de, por lo menos, Trilogía sucia de La Habana. Ni Virgilio Piñera, superior en todos los aspectos Perdo Juan. Conocí La Habana en sus libros.
Por lo menos, el régimen cubano no se atrevió a declarar a JPG preso por injurias a la realidad de Cuba. Son listos, saben a quién pueden meter en la cárcel y a quien mejor ningunearlo. Pero no hace falta salir de Canarias para ver de cerca esa poítica de mierda. Ningunear a los que merecen la pena, premiar a los mediocres que besan los culos, aunque hay aquí tantos mediocres, que imposible darles empleo a todos ellos.

Ayer. Poemas de Chani en el bar Castillo:

"Todos los pájaros
nocturnos me silban
y yo despistado, lloro
por las esquinas.

Sin sentido está Dios
que no me escucha
como yo despistado
no escucho a los pájaros"

*

"Estoy soldando tus pensamientos
y caen las chispas
en mi universo
como estrellas
éfimeras y mienten
las palabras que oigo
en los rincones
oscuros de las noches
bares y copas".

*

"Botellines pululando
en mi cerebro.
Comas etílicos
noche tras noches.
Engañando al prójimo
como a mí mismo".

miércoles, 24 de febrero de 2010

gracias al bilbaíno

"Tras los carnavales, se reanudan los jueces de poesía de La Gramola", infoma Laureano. Con razón decía Antonio Machado que las erratas mejoraban sus textos. Noche complicada esta noche. Zacarián a punto de pelearse en El Castillo con un tolete que, sin embargo, sabía hacia dónde camina el mundo.
--Estamos jodidos, esto revienta pronto, estamos mal... no en España, en todo el mundo. Está la cosa peluda, compadre...
No sé por qué hubo esa violencia. En esta noche el poeta Zacarián intentaba resolver el misterio de otra noche en el callejón, en S/C, donde está El Parra.
--No me invites a nada... ¿qué tiene usted de bueno para mí?, ¿te vas a poner con boberías --dijo Pedro, el carpintero.
--El poder del verbo, el verbo tiene un poder --dijo Zacarián.
--Eso es una defachatez... al paisano sin decoro le importa un bledo que el agua venga sin cloro --dijo Pedro.
--Yo no viví la época de Franco, pero estamos peor... --dijo el violento.
--Si Agarfa... ¿cómo era eso? -dijo Zacarián.
--Si Agarfa no quiere mirarme, para que quiero pan ni vino ni agua --recordé yo, el último poema guanche, traducido al español.
Y Zacarián quiso puntualizar algo, y el violoento se acercó y estuvieron a punto de fajarse. Si no llega a ser por el bilbaíno de San Andrés, esta noche corre la sangre junto al castillo.

martes, 23 de febrero de 2010

Felipe Campos. Ni titán ni patán. Una cosa intermedia. Político al uso pero jugando a la contra. Mucha oratoria nombradora de la democracia y la ley. Como si la democracia y la ley hubiese sido alguna vez otra cosa que engañar a los tontos del pueblo. Más potable José Antonio Ramos. Calor humano este hombre. Lo hubiese apuntado al equipo a no ser que lo que necesitamos ahora es una mujer. Una mujer es lo que necesita este equipo de hombres despistados. El bueno de Antonio Ramos aprovechó una defensa que hice de la Unipol para decir que la policía de Hilario, el del tonicazo, defiende a los delincuentes y ataca a los ciudadanos. Se lo perdoné porque es profesor de literatura medieval. Ellos se fueron a hablar de lo mismo en Radio San Borondón. Lo demás, al bar de los azulejos. Antonio Curbelo, el maguán de la emisora, en el posprograma, abajo en el bar de los azulejos, en su papel. El grancanarión que me escondió la botella de whiskey de 40 años in illo tempore. Eso no se hace, compadre. En fin, La Puerta se afianza.
Me despido de Víctor y de José María, y le recuerdo a este amigo último que mire lo de Agustín García Calvo en El País, y sin importarme el delito, arranco el clío del espejo roto. Si me tranca la local, la nacional o la unipol, lo tengo claro, años en Tenerife II.
Llego al pueblo. En San Andrés, y después de las gotas, estoy con Chani cuando llama Marcelino. El oyente no oyó el programa. Me pregunta qué tal. Y yo qué coño sé. Un pibe se acerca y nos invita a hablar con Dios. Marcelino me cuenta episodios de su otra noche de 18 rones, cuando lo echaron del Parra. Antes estuvo en el Sucre (barrio Duggi), con K, el ex de la maltratadita. Tuvieron palique, de nuevo, sobre una antigua partida de envite en Tacoronte. En fin, partida de cartas, eso que lo resuelva mi hija Sibi.
Hablé también, por el móvil, con Antonio Núñez, él en Los Cristianos. Le dije que viniese al programa un martes, otro día no puede ser.
Y ahora tengo que enterarme cómo está la luna. El almanaque de Campanilla y el que está en el cuarto de mi padre no están de acuerdo, y hay que podar las parras de Icod. (A La Puerta no fueron ni Juan Royo ni Ramón Hernández. Este último me inspiró unos ripios:)

Por culpa de una cuchara
dicen que perdió la calma
don Ramón Hernández Armas,
y hubo luego otra malgracia

que sucedió en Bilbao,
que provocó en Anghel Morales
tal locura y tal cabreo
que anda el hombre en tarajales

arráncandose los pelos.

lunes, 22 de febrero de 2010

la Pepa

Las jóquinas (ver comentario de Antonio en la entrada anterior), las suecas inválidas a las que tenían orden de follar sus cuidadores playos; perdón, playeros, los playos son los de Gijón. Quien sabe de eso es Chomsky y su gramática generativa, que el amigo Alberto Linares el lagarto, que era más espabilado cuando andaba con Marta la asturiana por el camino largo de La Laguna, conoció a fondo gracias a las clases de Ramón Trujillo, lingüista canario que se enfrentó a Emilio Alarcos Llorach (?), lingüista funcional de Oviedo (la del dedo de Aznar). Ramón Trujillo, de ascendencia gomera, defendía que, si se aplica el criterio semántico, sí hay voz pasiva en el sistema de la lengua española. Yo, en mi pobre ignorancia, me enfrenté un día en clase a la Pepa, la mujer de Alarcos. En lugar de decirle, "eres un encanto de mujer, tus ojos son manantiales de aguas cristalinas, en tus labios se adivinan el sabor de las fresas, y tus vestidos esconden las gracias de las diosas del Olimpo", discutí con ella, aliándome con el canario Trujillo contra la goda la Pepa, y defendí la existencia de la voz pasiva en el sistema de la lengua española, según Ramón Trujillo, quien me había dado clases en la Universidad de La Laguna y al que no le entendí ni papa, pero que me aprobó con un suficiente rascado porque, como buena serpiente de agua, le hice la pelota y lo cautivé con mis encantos de ofidio. En Latín, en cambio, saqué un sobresaliente, aunque me temo que el lagarto, cuando deje de estar ensoñado, contará la verdad de como logré esa nota y la cosa no tendrá ningún mérito. Menos merito tuve con la Pepa. En lugar de ser un baboso poeta, como son casi todos, fui un independentista defendiendo a un prócer de mi patria, sombra de un almendro, y lo que gané fue un suspenso.
--Estoy cansado de dormir solo --dijo Pedro hoy en el Monterrey.
Yo también. Y no me arrepiento del suspenso que me dio la Pepa. Ni sus ojos eran manantiales de aguas cristalinas, ni sus labios eran fresas, ni sus vestidos escondían nada que valiese la penas desvelar.
Y mañana plan. El plan de Zeloro. Y algún día contaré, diosmendiante, lo que Pedro, otro Pedro, Pedro el independentista holgazán, decía de Zerolo. Ya lo contaré pero disimulado, porque a estos próceres los protege la ley. A ellos sí.

domingo, 21 de febrero de 2010

4-1

--Chito, fríete un plátano y un huevo y te lo comes con el arroz --dice mi padre, cerca de la diez, cuando vuelvo a casa, a cumplir con las gotas.
El progenitor está suave como una seda. En este pueblo cambian de humor como del ying al yang.
Dos horas antes, con Ramón en casa, me armó un pollo pelado porque le pregunté que si se estaba haciendo de comer. Menos mal que yo no tengo importancia personal ni ego ni demás boberías en que se consumen los pobres humanos. Yo lo que tengo es hambre, pero disimulo. Aplaco la bronca del progenitor y bajo con Ramón al Monterrey, a tomar las penúltimas. Hablamos de los amigos, criticamos a este y al otro y ponemos a cada cual en su sitio en la comedia del arte. El que no se sabe en qué sitio está es el poeta Omega. Bueno, si se sabe. Está en la barra, aguantando a la novia. A Ramón le entra un inspirado arrebato y pide a Fernin pulpo estofado, pescado blanco al horno, papas negras y huevas de esturión. Y que deje en la barra la botella de Aldea, para digerir bien la comida. Mmm, mejor que con una mujer.
El pobre Ramón está tan compungido porque perdió el Tenerife, que necesita contentar la barriga para aliviar las penas del alma. Ojalá pierda siempre el Tenerife, y lo celebremos aquí o en cualquier otro lugar como éste. Omega acecha, pero no se atreve a pedir a Fernin dos cubiertos más, uno para él y otro para la novia. Su humor agraciado del principio se agría.
Nos quedamos hartos, buen sabor en el paladar, y Ramón vacía en nuestros dos vasos generosamente la botella de Aldea. La noche es espléndida. Beba, en la esquina de la barra cerca de la puerta, nos llama.
--Migo, ven aquí conmigo, y tráete a tu amigo.
Nada que objetar. Es fortuna estar con una mujer guapa, simpática y elegida de los dioses. El poeta Omega, desde más allá, me lanza miradas con cuchillos helados. Como si cantara la misa del rosario. Beba se interesa por mi amigo Ramón, mi amigo Ramón se interesa por Beba. Y la plática ronda los episodios de carnaval. Junto a lo que ellos cuentan, el reportaje que dieron en la Cuatro es un cuento de hadas. Pero me tengo que ir, son cerca de las diez.
--Ya comí --le digo a mi padre--. Me invitó Ramón.
--¿Le dijiste que fuera contigo a Icod a podar la viña?... Mejor te llamo mañana temprano para llamar al seguro, y luego vamos los dos a Icod para que cargue la batería...
--Bilbao 4, Tenerife 1...

adiós, sardina

Con Aznar el del dedito,
Zapatero el del viento
y Rajoy cara de obispo,
estoy la mar de contento.

Con el diario más vendido
aclamando independecia
contra la panza de burro,
¿a quién pido yo clemencia?

En estas absurdas islas
hijas del surrealismo,
donde callan a canarios
y siempre balan los mismos.

Calla el amigo Gilberto,
si está su novia extranjera,
sufriendo como marrano
haber perdido su huerto.

Lo acompaño al sentimiento
en el crudo velatorio,
que venga don Juan Tenorio
y se la lleve al infierno.

Ale, loco, no te amargues
y desala ya a ese loro
y que traigan chocolate
de las riberas del moro.

sábado, 20 de febrero de 2010

mujeres

Hoy, viendo fotos de mujeres del Ejército israelí (blog del vecino judío) se me quitó el anti y me he vuelto de nuevo favorable a la estrella de David. Como he sido siempre, desde que oí las canciones sefarditas que cantaba Joaquín Díaz, desde que me interesé por la Cábala y las letras hebreas.

La otra noche negaban la inteligencia y el humor de los judíos. No sé si Albert Einstein copió la teoría de la relatividad del mismo modo que García Márquez copió la Historia de un náufrago. Pero copiar es un arte, como podar. Nadie inventa nada, todo está inventado. El único truco es saber ver y sacar a flote. Y escoger, cortar lo desechable y elegir lo que tiene sabor. Eso es lo que tiene la mujer árabe y la bereber, sabor. No tanto como la mujer negra africana, pero se acercan. También tiene sabor la mujer judía, pero en el trato ponen entre tú y ella un jeroglífico, por lo menos las que he conocido. Las chinas, en cambio, son sencillas como una flor silvestre. El bueno de Nietzche estaba en la inopia filosófica, nada tiene que ver la china con la judía. Por lo menos las que he conocido. De la mujer japonesa no puedo hablar. Sí de la inglesa, y de la escocesa, y de la francesa y de la alemana. A la alemana la conocí en un viaje en tren de Cádiz a Madrid. De noche. A la luz de una lamparita del vagón, de aquellos trenes antiguos que traqueteaban sobre las vías y las ventanillas podían abrirse; la alemana leía un libro de Henry Miller, y yo leía el mismo libro. Yo estaba enfrente de ella, rodillas con rodillas, y cambié de sitio, me puse a su lado y comprobé que leíamos el mismo párrafo:
"La música siempre la necesitaremos ... Pronto no habrá arte en absoluto, te lo aseguro ... Joder, cuando veo lo que los abogados y los jueces intentan preservar, me dan ganas de vomitar. La ley no tiene la menor relación con las necesidades humanas: es una estafa perpetrada por un sindicato de parásitos ... Nos levantamos en medio de una niebla y nos movemos torpemente por un túnel oscuro y con resaca ... El barco se hundirá. Créeme."
Buscamos otro párrafo sin pensamientos de mierda y más narrativo. Ella lo leyó en alemán, yo lo leí en españo. Cuando llegó a su destino, un pueblo de Toledo, me dijo que vivía sola y que pasara la noche con ella. No aprendí alemán, pero conozco su música.

viernes, 19 de febrero de 2010

invitados a La Puerta

Me llama Víctor Roncero, desde un fijo al móvil, y me da los tres nombres de los invitados al programa La Puerta el próximo martes. La comunicación se corta. Vuelve a llamar. Apunto los tres nombres, a oscuras, en una servilleta. Para asegurarme llamo yo esta vez y me sale señal de fax. En fin, estos son los tres nombres que apunté. Si hay algún error, que el hermano de Victor, si él no lee esto, que me lo rectifique para hacer un anuncio correcto. La cosa irá sobre S/C de Tenerife, concretamente el plan urbanístico que el concejal Hilario achacó a los godos estar en contra. El godo, ya se sabe, es el coco, el hombre del saco. La isleña burguesía españolista con disfraz de independentista, le ha quitado la palabra "godo" al pueblo. Pues bien, que se la queden, por lo menos hasta que el pueblo haga su monumento, que como todo lo que hace el pueblo, será un desastre. En fin, aquí los nombres de los invitados, los que apunté en la servilleta:


Felipe Campos, Antonio Espinosa (abogados) y Antonio Ramos (profesor de Literatura Medieval en la Universidad).

(Ramón, si no hay oposición, el poema inicial será el que te dije, pero céntrate en el plan urbano ese. El tripulante José María también va a ir, combativo y guerrero. Quien todavía no sé si va, es Juan Royo. Espero que sí. El bosque al completo. El barco navegando en su derrota. Nos falta una mujer, infiel a ser posible, pero eso está difícil. No encuentro una y la que encuentro no quiere.)

jueves, 18 de febrero de 2010

Máriam

Anghel, al programa La Puerta, no sé si independentista, pero lo intenté esta noche con una judía antijudía. Máriam. Qué mujer. Plena de encanto. Felicito a su amador. Máriam hace bueno eso de que la belleza es sabiduría y la sabiduría es belleza. Me contó historias de Abraham y de Moisés que ya recordaré toda la vida. Me las contó en la cumbre, es decir, en el bar Castillo, con Pedro de testigo, que no pudo permanecer al margen del encanto, y se metió en la conversación. Pedro es gomero puro, y eso ya es un grado. Máriam decía que esto, Canarias, con esta gente que nos vacila, va a ponerse bastante crudo. Nos han jodido la tierra, decía Máriam. Su plática antijudía hubiera iluminado, aún más, al bueno de Nietzsche. Su Genealogía de la moral, con esta mujer, hubiese pasado de notable a sobresaliente. Yo que también tengo sangre judía, me convertí en antijudío esta noche. El caso es que su rostro era judío, y se lo dije. Y reconoció su ascendencia judía. Pero... Pedro nos invitó a una copa a todos. Cuando vayas al Monterrey fijate en el molino en miniatura que hay debajo del televisor. Arte de Pedro, no sólo un artesano sino un artista. Lástima que dieron la una, la hora de verter las gotas sobre el ojo de mi padre. Tuve que irme. Al despedirme la llamé Míriam. Casi me fusila. Míriam es nombre judío. Míriam no, se llama Máriam. Hay noches que valen la pena: leer tus versos y conocer a esta mujer.

musas y musas

ya regresó Anghel Morales
a tener inspiración
y la moral nos levanta
con su diáfana canción.

Imitando al buen poeta
me aplico el cuento coplero.
Si en algo falla la musa,
yo la fallaré primero.

Un amigo el otro día
contó que pide dinero
una musa de cultura
que anda por estos fueros.

A la chica de cultura,
si quieres ir a su evento
paga la pura mordida,
sólo es un quince por ciento.

No seas tonto y acepta
que el mundo está bien podrido,
el que camina derecho
al final queda torcido.

El que no llora no mama,
el que mama se hace rico;
al honrado que da la nota
lo aniquilan con un pico.

El pico de don Facundo,
ese que caba las tumbas
a sagrados y seglares
que no bailan esa rumba.

Y con esta, amigo Anghel,
(me nombra siempre con ese)
con el viento me despido,
pa que esto no les pese.

miércoles, 17 de febrero de 2010

otro sueño

Esta noche anterior el sueño fue más enrevesado. No estaba Baudelaire recitando poemas en un San Andrés imposible. La cosa era distinta. Yo formaba parte de una banda que preparábamos un asalto a una ong especializada en ayudar a los locos. Los volvimos locos, a ellos, con algunas ellas con las que no tuvimos miramientos. A ellos los amordazamos. A ellas las tratamos con más energía. Eran las que conocían el número de la caja fuerte. Nos llevamos un buen botín. Luego la poli disparaba contra nosotros. Pero teníamos un invento especial, cada bala que disparaban se volvía contra ellos. Despertar es volver a la realidad, a la fastidiosa realidad. Una entrevista en La Opinión de Pomares a Placeres, el prócer de radio Borondón. Tiene voz de barítono ese hombre. Aplico la regla del ocho: lo que tú dices de los demás es lo que tú eres. O sea, un zoquete. Y no me acuerdo de más adjetivos que dijo el gran hombre.

martes, 16 de febrero de 2010

Bukowski

Me encontré por la noche con Armando Rivero, ex amigo de Orlando, en el Monterrey. Fernin tirándole los tejos a una posible nueva novia, porque la que tenía hace pocas semanas, desapareció como el agua del mar que sube a las nubes. Hace más de una semana que no salgo del estrecho y sucio pueblo de San Andrés. El concepto pueblo me da por saco. Del puto pueblo lo único que me interesa es la lengua hablada. Casi todo lo demás es mezquindad, asqueroso gusano que si quieres puedes llamarlo ciudadanía. Pero la gente es otra cosa, hay gente y gente. Gente con la que evitas convertirte en asesino porque lo jueces tienen más poder del que merecen, y además un poder alienado, dictado por políticos que lo único que saben es llenar sus vanidades y llamar a los tontos cuando tienen necesidad de votos. Pueblo es una cosa malsana, mezquina. Y si no que se lo pregunten a Ratita Presumida. Otra que tal baila. Pero otra cosa es la gente. Me llevo bien con Fernin, no lo puedo criticar. Y no tengo mucha confianza con Armando Rivero, pero también me llevo bien. Aquí en San Andrés, como somos repetitivos, siempre la conversación es la misma. La misma pesadez de Orlando, ahora por las nubes después de leer lo que escribió sobre él José María Lizundia, por la mañana en bar Castillo. "Tú no eres poeta, tú eres novelista", un elogio si no fuera que ya lo lleva repitiendo ochenta millones de veces. Él habla y yo procuro contener la violencia que llevo dentro. Es un pesadito el hombre pero no es motivo de violencia. Pero una vez Armando Rivero estuvo a punto de pegarle una trompada, precisamente en el Monterrey, un día de verano por la tarde.
Estuvo en Madrid este invierno, Armando Rivero, recitando poemas en librerías alternativas con otros poetas bilbaínos. Me dice que su último libro, editado por Baile del Sol, se está vendiendo bien. No tengo mucha confianza con Armando Rivero pero me cae bien y me alegro. Es un chico apacible y educado. Bueno, también Pedro es apacible y educado, menos cuando pasa la frontera del alcohol. Hoy está tranquilo, pero no dice en voz alta ningún poema de Bécquer ni de Espronceda. Le pido otro chupito a Fernin. No me lo cobra. Dice que éste me lo invita. Chani pasea a lo largo del bar, de la entrada al fondo y del fondo a la entrada. Por la mañana estuvo criticándome, pero no se lo tengo en cuenta. Dice que lo tengo abandonado, que ya no lo quiero como antes. "¿Estás escribiendo algo?", me pregunta Armando. Le digo que él sabe que lo nuestro es un vicio, que siempre estamos escribiendo algo, y no siempre algo que sea inteligente o por lo menos sensible. A veces escribimos porquería, mucha porquería, y algunos queremos publicar hasta el papel higiénico usado. Él dice que a nosotros dos nos une el afecto por Bukowski. Debe de ser verdad. Me acuerdo de Roger una vez en Donostia. Golpeó el vaso contra la mesa donde comíamos y gritó que él sólo podía leer a Bukowski, que todo lo demás era falsedad. Ay, el bueno de Roger, hubiera hecho buenas migas con el amigo José María, los dos de la misma estirpe.
--¡Chito! --me llama mi padre desde la habitación de abajo. Recuerdo que anoche soñé con Baudelaire y con Bukowski. Baudelaire y yo estábamos en un pub, con una mujer, donde un cantante intentaba atajar una bronca, para poder cantar sus canciones, porque hasta que no terminara sus canciones no iba a cobrar, y necesitaba cobrar para poder comer. Cuando salimos del pub, en la calle Méndez Núñez, Bukowski se acercó a nosotros, y nos recitó un poema. Lástima que ya no lo recuerde. Era muy bueno. Muy radiofónico.
--¡Chito! --ota vez mi padre--, baja a ponerme las gotas. ¡Ya es la una!

quejas de X en un banco bajo un laurel

--Yo no tengo memoria que recordar. Yo lo que tengo que hacer es buscarme un curro e irme de aquí. Estoy aburrido. X se va pa la casa. X no quiere saber nada. X está hasta los huevos de la cocaína y de los cocainómanos. X sabe que todo es mentira, aunque a veces no se quiere dar cuenta de nada... Este mundo de hipócritas que te miran por encima del hombro y sólo son pequeños roedores de cloacas, que tienen la moral en la nariz. Estoy hasta los huevos ya de toda esta gente, estoy hasta la polla. Chiquitos ignorantes...

lunes, 15 de febrero de 2010

tango carnavalero entre gota y gota

Conocí a la mujer de Xiang

caliente de ternura

un poco caradura

y algo fatal.



Ven, decía, esta noche

a mi salón

que duerme el tunante

de mi marido

con un somnífero

de elefante

que puse en el arroz.



Ya puede tronar un trueno

o dos,

ese muermo no depierta

de un sueño atroz,

es hombre bueno

sólo cuando duerme.



Ven, ven, querido,

ven a verme,

a besar mi labios

a decir en el mi oído

con voz de sabio

tu tierna canción,



a golpear mi rabia

con tu rayo,

guarécete en mí

y arde en la hoguera

que por dentro soy.



Déjalo que duerma,

no despertará,

me pasé con el veneno

y en su sueño ya murió.

Ni siquiera sus ronquidos

van a molestar.



Ven, ven, querido,

y estáte conmigo

esta noche

hasta el alba,

hasta el amanecer



y mañana, antes de comer,

ponemos a ese pobrito

bajo la tierra del jardín.

domingo, 14 de febrero de 2010

tortura de escritor

Estoy harto del "informe para cumplir una condena", la novelita que me puse a trabajar porque hay gente como Anghel, que anima a uno con la esperanza de que tu maldita obra va a ser publicada. No tengo la entereza de Marcelino el oyente. Él sabe que no publicar tiene menos peligros que dar tu obra a la sufrida imprenta. Yo sí quiero publicar. Soy como el común de los pobres escritores. Pero me agradaría estar haciendo una obra en la que me sintiera yo, hablando con mi voz, sea buena o mala. Pero en el "informe" es otro quien habla. Un individuo que tiene un estilo que me carga y me toca las gónadas. Odio a ese narrador. Me dan ganas de matarlo, de apretar borrar y adiós, mi amigo, vete a freír chuchangas en los fogones del infierno. Pero el nota se empeña en vivir, en esclavizarme. Sé que hará, con mi ayuda, una historia que se va a cagar la perra, si la infórmatica no le da un golpe de gracia y lo deja bailando en la cuerda floja, borrado del mapa. Me temo que no va a sucederme tal fortuna. Ahí está, más implacable que la dama negra, poniendo en mi cuello una correa de tortura. Esta vez, en lugar de agradecer la oportunidad que Anghel me brinda, casi le machacaría la cabeza. Pero el bimbache la tiene de hierro. En fin, que los dioses me amparen. Espero terminar con esta tortura antes de que llegue el mes de abril.
Aparte de tales infamias, ya terminé la novelita de Paul Auster. Ramón, cuando vengas por San Andrés, la comentamos.

sábado, 13 de febrero de 2010

a Campanilla, en este día 14

Señora de mi amor,
no soy fiel a ti
porque lo mande la ley
del buen amador,
ni porque tú escribas
con letra de oro
tu devoción por mí,
ni porque desnudo
o vestido tenga
mi azar otra razón.
Soy fiel porque
no puedo pensar más
que en vos, y más
que esté con pobre vestido
o con ricos oropeles,
siempre vos, alado amor,
es toda mi patria,
mi almendro en flor.

explicaciones

Quizá, a veces, aún contradiciendo la opinión gitana de no dar explicaciones, procuro darlas, aún sabiendo que los oídos sordos seguirán no oyendo sino el borboteo de sus propias mierdas. Conocí mucha gente de izquierdas, cuando creía que la izquierda era una solución a los problemas sociales, que se metían un dedo en el culo y luego se chupaban el mismo dedo antes de hablar, para repetir las consignas del partido. Anarquistas, comunistas... Excelentes herederos e imitadores de gran parte de la Iglesia, "nosotros tenemos la verdad y a los infieles hay que desprestigiarlos, y si es posible, quemarlos en la hoguera". Eran como esos curas que predican la castidad en el púlpito y practican todo lo contrario en la sacristía.
Me quedé pensando en una cosa que dijo Ramón, aquí en estas página, que hablaba de los buenos escritores que son malas personas. Algunos ejemplos eran como para tirarte al suelo y decir que te dio un dolor. Dudosas personas fueron los presuntamente izquierdosos que los criticaron, los condenaron y los metieron en capilla. Arribistas babosos y envidiosos que no soportaban a alguien más brillante que ellos. Que les den, como dijo Maradona.
Y por supuesto, las derechas no se quedan atrás. Aunque hay personas que valen la pena en un lado y en otro y en ninguno de los lados políticos. Que valgan la pena no significa que sean buenas personas. Dios nos libre, muchas veces, de los que van de buenos por la vida. Suelen ser los peores, los taimados, los resentidos, los cobardes, los amargados...
Pero la explicación que quería dar es sobre el independentismo. En mi caso no es político, ni ideológico, aunque admiro y respeto a Antonio Cubillo. Mi independentismo es simplemente un estado anímico, y es más utópico que práctico. También en las franjas independentistas... bueno, ya he escrito deso. Quizá, siguiendo a Juan Royo, ya es hora de hablar de literatura, es decir, de la vida y de la muerte... aunque todavía nos quede pasar por eso que llaman plan de ordenación urbana... También forma parte de la vida y la muerte, del amor y del odio, o de la indiferencia, en el caso de la ciudad... En fin, mañana más.

viernes, 12 de febrero de 2010

esto y lo otro

Lo peor de las presentación la otra noche de los libros de José Rivero Vivas es que no pude robar ninguno. Hace tiempo descubrí que me trae mala suerte comprar libros. Pero el noble oficio de ladrón requiere una sabiduría que no está a mi alcance. Sólo puedo robarle a mis amigos, pero tampoco quiero parecerme al cuñado del mago, aunque este roba no para disfrutar de lo robado sino para joder al tonto que no sabe guardar sus cosas, lo cual tiene más mérito. Por lo pronto prefiero pedir prestado y ser moroso en la devolución. Con Marcelino por ejemplo. Gracias a los libros prestados, puedo disfrutar de renovadas lecturas. Confiaba en que Marcelino se fuese a Venezuela, pero esa posibilidad cada día está más lejos. Él que si va a irse a Bilbao es Ramón. Aunque Invisible, la novela de Paul Auster que me prestó, tampoco es para tirar cohetes. Peca de ingenua y de truculencias fantasiosas, una palabra que aunque esté en la familia de "fantasía", no tiene nada que ver. Ni nada que hacer este Paul Auster al lado de Haruki Murakami, por lo menos el Murakami de Tokio blues, una novela que me prestó mi hermana.
Hoy no he podido leer mucho. Mi padre me ha tenido ocupado todo el días. "Chito, vete a comprarme los yogures ... Chito, sube a la azotea y sacude la alfombra del perro, y mira si tiene comida ... Chito, cambia el agua de la tortuga, que ya se está llenando de saltones ... Chito, despierta que tienes que echarme las gotas en el ojo ... Chito, ya me tienes amargado de tener que decirte todo lo que tienes que hacer..."
Domitila, la vecina de enfrente, la de la casa del tubo en la fachada, también me tiene a mí amargado. Cada vez que me vé, todos los días, todas las veces, lo mismo lo mismo y lo mismo. "Chito, cuando vayas a Mercadona, acuérdate de comprarme los rollos de papel". Pienso que es un delito de violencia machista ir a la cocina, coger el cuchillo más afilado y cortarle la lengua, así que me contengo. Más respirable es Cesáreo, narrador nato, de lo que vive y de lo que le cuentan. Aunque ya no puede beber, sigue acudiendo a la venta de Francisca, al lado de la fachada del tubo. Al parecer, según Cesáreo, que llama eros a los euros, anoche, cuando nos fuimos del bar Castillo (Ramón, Marcelino y yo), al poco rato llegó la Unipol y se llevó a unos cuantos. No sé, a Cesáreo a veces lo pierde la fantasía.
Bajo al Monterrey. Allí está la raita presumida, otra vecina de la plazoleta, que todas las noche las pasa barriendo la zona de la plaza junto a su casa, ataviada con pataloncito y camisita de dormir. Ahora no, ahora tiene otra vestimenta más normal. Está sentada en una de las mesas, única clienta en ese momento.
--Jesús, ven y coge una aceituna.
Cojo la aceituna y me retiro otra vez a la barra. Con Domitila ya tengo suficiente, pero es igual, su voz de gorgorito desafinado se dirige a mí.
--Ya prefiero comer sola, porque todos los hombres son unos cáncamos. Ayer fui a comer con uno que fue por casa, a hacer exorcismo, a librarme de los maleficios de los vecinos, tú no, pero ya tú sabes... y tuve que pagar yo la comida. Ya tengo ganas de que un hombre me invite a comer... Anda, ven, coge otra aceituna...
--No, pero te lo agradezco igual, y me tengo que ir...
La avenida está llena de carnavaleros con carricoches estrafalarios que dan vueltitas antes de ir a S/C, a la cabalgata. Alguno, con magafonía incorporada. Oigo la voz de Chani. "¡A las batatas! ¡A las ricas batatas!..."
Tropiezo con Orlando. Me habla de Lizundia. Admiración total. Soy bobo y le cuento lo que escribió José María sobre él.
--Me acabas de dar una dosis de autoestima. Me tienes que dar la dirección del blog...
Eso me recuerda que lo mejor de la noche de Pepe, fue el encuentro con XY (así la llama a su mujer Lizundia en su blog)... Tengo poca confianza con ella pero me despierta un afecto que me aviva el alma. Poco importa que no sea independentista. Es herencia pura de una de las razas guanches, y eso da buena suerte, transmite confianza y nobleza. Cuando trato con XY, comprendo cómo Lizundia ha llegado a ser el buen narrador que es, mejor narrador que filósofo. La filosofía se la debe a sus andanzas bilbaínas. La narrativa, al contacto íntimo con la raza guanche.
Llego a casa, tengo que ponerle las gotas al ojo inquierdo de mi padre. Él, aunque no tanto, también tiene genes guanches, pero lo demás no sé de dónde viene.
--Esta noche a las tres te despierto para que me pongas las gotas...
Creo que el médico que lo operó se apellida Castellano. Bueno, pienso en mis hijas, pienso en Juana. Podré estar despierto hasta las tres de la madrugada, pero este hombre es capaz de despertarme a la seis.
--¿Tú que piensa, Thor? --le pregunto al perro.
--Yo creo que sí, ya sabes --dice el can--, y venga, ponme el collar y vamos a dar una vueltita por ahí... La noche está agradable. --Lo dice en su idioma, que yo ya aprendí, como él ya aprendió el español que hablamos en estas extrañas islas.

miércoles, 10 de febrero de 2010

José Rivero Vivas, tres obras...

La calva rosada

El eunuco

y

La ilusión

son la tres novelas que, este jueves día 11, José Rivero Vivas presenta en la librería Agapea (S/C) a las 7 de la tarde. Las obras han sido editadas en la colección Op.Rivas, que la editorial Idea dedica a nuestro autor.

A pesar de ser del mismo pueblo (San Andrés) conocí primero parte de su obra que al hombre. La novela La magua (editorial Benchomo), que leí estando en Gijón, no sólo me sirvió para conocer mejor San Andrés sino para descubrir a unos de nuestros más valiosos autores. De él me había hablado, en tiempos de la juventud, Isaac de Vega, que lo ponía como un autor clave, imprescindible, pero en esa época José vivía en Europa. Recuerdo páginas, en otras novelas, que hablaban de la vida de un personaje en Francia que tenían una fuerza, un intensidad, un humor ácido y una imaginería que, estoy casi seguro, Louis-Ferdinand Celyne hubiese firmado sin titubeos. Ya en las islas conocí a la persona, y por lo menos con este hombre, del que tengo la fortuna de sentirme amigo, el autor no defrauda a su obra. Es un hombre afable, expansivo, con un sentimiento inabarcable y, sobre todo, un maestro. En el sentido profundo del título maestro. Ya lo había sido en mis lecturas de alguna de sus obras, y ahora lo es en persona. En lo particular y en lo general, un maestro, ni más ni menos.
Leía la novela Divisa de Anatolio, que empecé hace poco, cuando me cuentan que sufrió un mal soplo. No me lo pude creer. Su edad no le impedía ir todos los días a la playa y darse un baño, en verano o en invierno. No disimula su edad pero su energía era la de un hombre joven. Afortunadamente se está recuperando. Quizá lo pierda un poco la pasión, y es una lástima, porque su pasión transmite esa iluminación que está ahí como motor de las palabras. De todos modos se recupera. Su bondad, en el buen sentido de la palabra bueno, no lo hace ajeno a una dosis aceptable de picardía y saber enfrentarse a los obstáculos.
No creo en los premios. Han dejado de tener el honor y la honra que tuvieron en la antigüedad. Pero si alguien merece hoy, ser ampliamente conocido y reconocido, por lo pronto aquí en su tierra, en Canarias, es mi amigo y maestro José Rivero Vivas.
Bienvenidas sus nuevas obras, y un fuerte aplauso a este tramo de oro de la editorial Idea.

martes, 9 de febrero de 2010

posprograma

Terminamos el programa. Menos mal que el equipo (todos menos Juan Royo, fugado) está dicharachero y discutidor. Nacionalismo, una bobería como otra cualquiera. Yo hace días que me he quedado sin nada que decir. No tengo nada que decir. Pero el resto del equipo sí. El programa se hace corto. Mucho anuncio arrimado a la puta Puerta. Me olvido de anunciar las tres nuevas novelas de mi paisano José Rivero Vivas, el jueves en Agapea. Nos despedimos de Antonio y salimos del judeocristiano edificio donde está la radio.
--Jesús, ¿por qué no te apuntas a un viaje a Bilbao, a ver al Tenerife? --inquiere Ramón.
--Jesús si va es a Pamplona --apuntala José María, acertadamente.
Raro que a Ramón no se le haya ocurrido ir el pasado domingo a Pamplona, al Osasuna-Tenerife.
Ese viaje si lo hubiese pensado, con pisibilidades positivas.
Víctor está empeñado en que hablemos del PGOU de S/C. Bueno, pos el próximo martes después del martes de carnaval. Con expertos invitados. Yo hubiera preferido hablar del Diablo, pero bueno, otra vez será.
José María sigue con su tema predilecto. No ha leído al padre Espinosa, ni a Abreu Galindo, ni a Bentancourt Alfonso... y piensa sentar cátedra. Mejor, que siente cátedra ya de una vez. Me interesa más cuando narra que cuando piensa. La Universidad de la vida frente a la aleatoria universalidad de las ideas.
Me despido de los amigos y me voy caminando hasta la parada de guagua. En la avenida de Santa Elena, tropiezo con un... (Víctor, ¿cómo se llaman esas mierdas de hormigón que sobresalen?), y no me doy un talegazo porque soy cinturón naranja de judo. Aprendí a caer. La novela Invisible, préstamo de Ramón, sale volando y aterriza a unos 50 metros. Un paisano me ayuda a levantarme y me alcanza la novela. Sentado en la parada, empiezo a leerla. Una llamada de Orlando me saca de la lectura.
--Jesús... ¿dónde estás?... Yo estoy en S/C, perdido en esta hedionada ciudad...
Llega la guagua. Me enfrasco tanto en la lectura, que no me doy cuenta hasta que el conductor me dice que llegamos a la última parada. Junto al cementerio marino. Recuerdo un poema reciente de Anghel. Las tumbas son más bellas en la noche de luna.
Leí a Paul Auster cuando trabajaba de corrector en editorial Júcar, en Gijón. Conocí autores muy buenos y encima cobrando por leerlos. Ninguno superior a Jim Thompson, pero eso es otra historia.
El bar Castillo está repleto de monstruos por dentro y por fuera. es el cumpleaños de Raiko. Lástima, mañana tengo que levantarme a la seis, a llevar a mi padre al hospital del Tórax, a operarse de catáratas.
No puedo quedarme a celebrarlo.
--Qué, Jesús, ¿saliste de chirona? --Es el Fatiga.
--¿Pescaste algo? --le pregunto.
--Nada, Jesús... se metió un chucho en las redes y no hubo manera.
--Me equivoqué con un 6 y tuve que romper el sudoku... --Cristo.
--Ya no tengo amigos --se acerca Chani.
Y nada, adiós, a cenar y acostarme. Mañana madrugo.

domingo, 7 de febrero de 2010

domingo San Andrés-Orotava-San Andrés

Apenas empieza a entrar el sol por la ventana. Ajeno al sol y al nuevo día, sueño, en el séptimo cielo. Mi padre abre la puerta del cuarto y me despierta.
--Chito, Raimundo que llamó para que le des un número de teléfono. Vete y llámalo.
Que lo llame Rita. Pero es inútil, no recupero el séptimo cielo. Se perdió, se esfumó. Me levanto, pongo la cafetera al fuego. Saco a Thor a la calle, a que mee, cague y coma de la hierba que hay entre los dos barrancos. La hierba lo mantiene vivo. A mí también.
Hoy toca viaje a La Orotava, un nuevo o repetido cuento del mago y su cuñado Raimundo. También irá gente del Sur y hay comelona en la finca La Hacienda Perdida, con vistas al Teide, al mar del norte y al resto de la Orotava, desde las alturas. La gente del sur son dos matrimonios. Mujeres expansivas, no paran de reír, y hombres más bien callados, sobrios. Sobre la mesa, escaldón, ensaladas, carne cochino, carne pollo, mojo... Después de la hartada, me echo en una de las colchonetas al aire libre. El día está brumoso. Voy cayendo en un sueño sin contenido, en un nirvana del sueño. Suena el móvil, molesto, chirriante, despertador infame. La melodiosa voz de Anghel Morales me devuelve a la realidad. Cantan los pajaritos, las naranjas tienen el color del horizonte sobre la isla de La Palma y los comensales, en la parte de arriba del patio, charlan amigablemente de política. Anghel me pide una crítica literaria y me informa de que Joel Angelino tuvo que huir a Las Palmas y que no puede ir mañana a la radio.
Si me hubiese llamado un poco más tarde, con una taza de café en una mano y el móvil en la otra, le hubiese hecho la crítica, ya puesta en marcha la máquina de pensar sobre el pensar, estilo Marcelino.
Me incorporo a los comensales contertulios. En una mesa redonda junto a una respetable jaula con pájaros, mi padre y los maridos de las damas. Más adentro, en una mesa alargada junto al fogón, mi cuñado está haciendo un caluroso discurso en defensa de Zapatero. Se ve que el desayuno espiritual del presidente en EE. UU., está despertando la lengua de sus devotos. La discusión, sin embargo, me resbala. Lo que quiero es una taza de café.
--Chito, siéntate aquí al lado mío y échame una mano --rogó una de las damas del Sur.
Se refería a una mano en la discusión, pero algunas mujeres dicen una cosa y te están diciendo otra. Me acordé de un estudio antropológico de Alberto Linares sobre un pueblo del Sur. Allí, en ese pueblo, los celos no tenían lugar donde vivir. Todas ejercían con todos y nadie se asustaba ni se llamaban putas unas a las otras. Y todos aceptaban y todos consentían y nadie hablaba de cuernos.
Corté las tesis de mi cuñado y ataqué a Zapatero, sin pasión, sin inquina, sin ningún rencor contra el hombre del viento. En realidad no tengo nada contra Zapatero, ni sus artificiales leyes ni su pésima administración ni nada. Pero si una dama me pide que la defienda, la defiendo. Y debió de sentirse bien defendida.
--Chito, tienes que ir al Sur cuando hagamos una fiesta, y si te hace falta...
--Chito, ¿ya llenaste las botellas? --me salva mi padre, como la campana a un bexeador vapuleado. Para agradecer la mano que le eché, la dama defendida me estaba dejando grogui.
Después de llenar las botellas y cargar el maletero del coche con naranjas y limones, cogí con el viejo rumbo a San Andrés. Llegamos de noche.
En el Monterrey, Sheila, Fidelia y Narcisa. Sheila me cuenta que le mandó un sms a una amiga para que la animara a seguir palante con un amor prohibido, y la respuesta de la miga la defraudó. Pobre Sheila. Fidelia me quita de su lado. Hace tiempo me hizo una crítica feroz contra el texto de la contraportada de El pintor asesino.
"¿Tú quién te has creído? ¿Te has creído más que nadie? Eso que escribiste en la contraportada me puso en contra tuya, y no pienso leer tu libro", rugió Fidelia en aquella ocasión. Desde entonces, las veces que la he visto, un saludo tímido, con temor a que me muerda, y se acabó.
Pero esta vez me quitó del lado de Sheila, de sus quejas contra la amiga del sms, y se puso a hablarme con una simpatía que me dejó asombrado. Había leído el libro y le había gustado, pero la contraportada le seguía tocando el... eso.
--El libro habla de San Andrés, bien, todo muy bien, pero la contraportada habla de la luna. A ningún escritor se le ocurre eso, hablar de la luna cuando el libro habla de San Andrés.
Del Monterrey pasamos al Castillo, y ya no sé que argumentos buscar para decirle a Fidelia que ella tiene razón.
--Eh, Jesús, ¿te soltaron de chirona? --Entra el Fatiga en el bar.
Empiezo a comprender por qué lo llaman el Fatiga. Cada vez que me ve, el mismo rollo.
--Mañana te doy una voz en tu ventana, a ver si quieres comprar pescado...
--Mmm... pescadito fresquito, qué rico... --canturrea Fidelia.
--Vale, Fatiga... y dame el mechero.
--Te hice esa crítica de tu novela, y ahora me arrepiento. Pero la crítica sigue en pie... Eso no lo hace ningún escritor.
Le doy la razón, pero la razón no basta, tengo que buscar argumentos para darle la razón con razonamientos lógicos.
--Tú perdona...
Claro que la perdono, y le juro que no lo volveré a hacer.
--¿Tiene un cigarro, maestro? --me dice uno de los moros, el que juega con Iván en la máquina Tijuana.
Le doy el cigarro.
--Oiga, maestro... --bacila Raiko, que juega en la máquina Vikinga.
--Maestro, ¿usted es de este pueblo? --bacila el Fufo.
--Maestro --dice Cristo--, tengo aquí un sudoku gigante...
Con suerte, dejarán de llamarme escritor y me pondrán el nombre de maestro. Ojalá.
--Sí, es un maestro --me defiende Fidelia--, su novela está muy bien, y habla de todos ustedes...

Y mientras escribo lo anterior, sms de Juan Royo. "Imposible ir radio". Y llamada de don Berto Linares. Para quedar esta tarde en S/C, en el búnker...

sábado, 6 de febrero de 2010

sin luz azul en la mañana

El pueblo está con una capa
puesta de sombra espesa,
como si hubiese perdido la fe
y ni los perros ladrán y muere
ya el agua de la tormenta
en los barrancos.

Tambalea cuando dobla el castillo
el poeta Orlando, ninguna editorial
le abre la puerta y escribe
sin ganas sus versos el poeta.
Su antiguo discípulo, su ex amigo del alma,
tiene un nuevo libro, fresco,
y da recitales en Madrid y él se pudre
sin dinero, buscando a un primo
que le pague el chinchón de la mañana.

Y a mediodía, va a comprar el pan
una vecina que parece un cadáver,
y los clientes del bar de Manolo
tienen las cabezas agachadas
y José Juan no vende el pescado
y su mirar al cielo es un poema.

Tarde, tocan las campana de la iglesia
llamando a una misa, ni una beata,
la iglesia vacía y el santo como si ya estuviese
harto y quisiera irse a cualquier lugar
lejos de aquí.

Y por la noche, ni una falsa alegría
merodea los bares, y las máquinas
descansan, y las teles y las murgas y los partidos
y ni el mar se oye y nada suena
ni con alegría ni con tristeza.

Hay más días que lentejas,
dice el sabio de los refranes.
Con suerte, mañana será otro día.

viernes, 5 de febrero de 2010

Ramón y Anghel

Los dos comentarios que hay en la entrada "tribulaciones con el diablo", aquí debajo, cerquita, LAS OCUPA un cuento de Ramón Hernández Armas. Y también lean los dos últimos poemas de Anghel Morales, en su blog "Nación Canaria". En la víspera de un carnaval teledirigido, el poeta está sobrio. El cuento de Ramón, los poemas de Anghel... muestras de que este oficio sigue valiendo la pena.

A Alberto Linares, por la grata comida en El Puntero

Independencia canta la voz de la lluvia
y no ha leído ningún libro.
Independencia canta la voz de la tierra
y no ha leído ningún libro.
Independencia cantan los túneles de los volcanes
y no ha leído ningún libro.
Y tú, carne triste, que has leído todos los libros
estás sordo y no oyes y no sabes
la lengua de la lluvia, de la tierra y del volcán.

jueves, 4 de febrero de 2010

tribulaciones con el diablo

Mira que el día prometía solaz y felicidad y buena comida y un poco de dinero en la cartera, y además Ramón me mandó al correo un cuento que debería girar a este blog. Espero que lo haga. Pero me levanté con el signo del Diablo, así que fui con él por la tarde a S/C. Tenía que haberlo dejado en San Andrés. No es ese diablo que se le apareció a Fausto. Ni siquiera un diablo cojuelo, que ve más allá de lo que vemos los pobres mortales. Todo el tiempo dando el coñazo, todo el tiempo niñato caprichoso. Y encima el recital de La Gramola suspendido. Y en eso llega Ramón. Buena conversación, hablando de Mararía, de Lizundia y de Paul Auster y de una reacción fálica producida por una alergia.... Y el diablo que se arrima, encima de colgadera, y da su nota chirriante y tengo que devolverlo a San Andrés. Dejar la charla con Ramón, arrancar el coche y volver al puto pueblo. Los que vivimos en la inopia, olvidamos lo que ocurrió ayer, pero lo de hoy no lo olvido. Si lo olvido es que soy pollaboba.
Y en el bar Castillo otra vez las murgas en la tele.
--Dicen que es la voz del pueblo... ¡la voz del pueblo una mierda! --dice Cristo.
Prefiero callar como una puta y no corregirlo ahora, decirle que no debe decir "pueblo", sino "ciudadano". Estamos enfrascados en un sudoku, cuestión visual, no de números ni de palabras.
--Antes era el pueblo, tú y yo y este, los que se pagaban el disfraz y la carne de cochino, y podíamos cantar lo que nos daba la gana, pero ahora paga el Cabildo y el Ayuntamiento --explica Alberto.
--Quita esas murgas de mierda, José. No nos estés torturando --ruega Cristo.
La verdad es que acertó. En otro canal una calientapollas incitando a uno con un rap. Canta bien, vale la pena dejarse calentar. Eso está mejor, algo en que todos estamos de acuerdo. Y mejor que mejor las décimas de Anghel, el vecino herreño. Inmejorables. (ver el blog del hombre de hierro, con corazón de diablo, pero otro diablo, no aquel, el papafrita que volvió del frío, el pobre diablo, el amargado.)

boberías para borrar

Lo que mide el poder de alguien no es la opulencia o la pobreza. Cristo frente a Herodes. Diógenes frente a Alejandro. Séneca huyendo de Nerón por el único pasadizo que tenía abierto. Muchos que viven en la opulencia defienden la pobreza como modo de vida... de los demás. Muchos que no tienen nada envidian o admiran a quienes lo tienen todo. ¿Defender al pobre? ¿Defender al rico? Es verdad que si no tienes poder, mejor es tener algo de riqueza a no tener ninguna. Pero si tienes poder, si estás entero y no roto ni vendido, entonces da igual oro que mierda. Son la misma cosa.

Curiosamente, los aldeanos son los que más admiran y cantan al progreso, a la globalización del mundo, a esa tiranía disfrazada de democracia, libertad, dignidad... fanfarrias de la fantasía ciega que se niega a ver una realidad cada vez más empequeñecedora y asfixiante. Pronto no hará falta salir del chozo, porque todo el mundo será una repetición del propio chozo, con variaciones de paisaje, un paisaje asesinado, desprovisto de vida, tipificado, vilmente economizado...

El aconsejador es un insultador. No ya quien usa el consejo ("te voy a dar un consejo") como arma de su hipocresía, como modo de decirte que tu andar de perrita no le gusta nada, y que su andar es el auténtico. Hablo del aconsejador ingenuo, el que aparentemente tiene buena voluntad cuando emite su sabio consejo. Es peor que el anterior. Desconoce que lo que conoce es limitado, y que lo que desconoce no tiene límites. Por lo tanto, te doy un consejo: no des consejos, a menos que ese sea tu trabajo.

No sé que soñaría anoche, qué diablos se me habrán metido dentro, que hoy me levanté filósofo. Quizá fue la hora que estuve viendo y oyendo en la tele el concurso de murgas. Mejor voy ya a dar un paseo con Thor y recupero la cordura. Y que el amigo Anghel me ilumine un día destos. Sin sus coplas, naufragamos en la oscuridad.

martes, 2 de febrero de 2010

Bar Castillo

Junto a la muralla fluye el barranco,
calla el castillo, un silencio roto
por la lluvia sobre las hojas muertas.
En el espacio pequeño del bar de la noche
un rebaño humano emborracha su alma,
cinco morenos y cuatro rubias
con ojos que no son joyas pero brillan
como el infierno, fluye el invierno
y rones y wiskis y cervezas en la barra
de mármol, como en el cementerio marino
de deshojadas tumbas que acaricia el viento
y duermen los aparejos del último barco

y arrecia la lluvia y la luna no es nada
detrás de la nube preñada de agua,
y el último pescador se emborracha
con farla y con bebida blanca
que pinta de olvido el negro corazón.

Ninguna mujer, con aires de ninfa,
lo aman, pero a sus hombros se arriman,
él tiene la pasta, sus bolsillos bastan
para que broten las risas, las palabras
falsas, y el barman de Añaza llena
de nuevo los vasos, y un moreno marroquí
pide un papelillo para llenarlo de costo,
no importan las cámaras, bailan las chicas
bailan las máquinas, pero esta noche
ninguna otorga un premio decente.

noche de tormenta

Monterrey la nuit. San Andrés. Deivi en la esquina de la barra, "España está muy mal. Aquí nadie trabaja". A su espalda un gomero afincado en el pueblo, "el gomero más tonto es abogado... No, no, yo no soy abogado, yo contrataba abogados para que me resolvieran los problemas... Yo estoy por encima de los abogados... Y soy Canario. No digo que soy de San Andrés ni de Hermigua ni nada, soy canario. ¡Me hice canario en Venezuela!...". "¿Qué hiciste con Yamanyá y María Leonzia, Fernandito?, pregunto a Fernin, barman-dueño, una veces pletórico de hablar con Dios y otra a punto de cortar a pedacitos a su pobre hermana, no soporta al novio, y escacharle la cabeza y luego llamar él mismo a la policía. El gomero bebe como si fuera esta noche su última noche sobre la tierra. Le cuenta a Deivi sus desgraciadas aventuras en Venezuela. "Seis meses estuve allí y no pude aguantar más." Llega Sheila, su reír de niña buena, "¿cómo estás, migo? ¡Cuánto te he echado de menos! Luego vamos los dos a la Tasca". Afuera, en la avenida, el mar está oscuro y cabreado, y la luna se desinfla y las palmeras bailan al son del viento y cae el agua de las nubes... y Fernin hace llover las botellas dentro de los vasos. Y la tele es un tormento, hablando de la tormenta, siempre lo mismo. El gomero se quita el disfraz y enseña su amargura. Su mujer, de San Andrés, de toda la vida, le acaba de dar el pasaporte. "Y mañana trabajo, pero esta noche noche me emborracho, porque ya todo me da igual." El hombre, en vez de alegrarse, se amarga. Y entonces llega Orlando. "... y Macanti me dijo, cuando lo vi en Artillería, que no quería monólogos, y yo me quedé callado, y al día siguiente, otra vez estaba en Artillería, con Agustín Pacheco, y voy y le digo, monólogos los tuyos, cuando ibas al hospital a llorarme en el hombro tus desgracias con tu mujer... Sí, hace dos días que ya volví al pueblo, ya traje todas mis cosas"... En fin, cosas peores ocurren en este mundo complicado.

lunes, 1 de febrero de 2010

programa la puerta. rectificación.

Este martes es día rojo en el calendario, así que no hay programa. Joel Angelino queda citado para el próximo martes día 9 de febrero. (Al resto del equipo y oyentes, mil disculpas.)