miércoles, 5 de enero de 2011

día de lágrimas

--Me dijo Chani que Lizundia acorraló a Marcelino.
--¿?
--Como haya hecho eso, se las va a tener que ver conmigo. Marcelino es un caballero y nadie lo acorrala porque yo se lo impido.
--¿?
--Tienes que hacerme un favor... corregirme unas páginas de poemas, por si hay alguna errata, y también para que me digas que opinas, tu opinión me interesa.
--¿?
--Ah, tengo un amigo que es un alto cargo de *** y me dio un libro para que yo lo leyese, y alguien por ahí le hizo correcciones que le cambia los guiones de diálogos por comillas y no te cuento. Le dije que yo tenía un amigo que es corrector... Tienes que hacerme ese favor. Tú corriges el libro y cuando yo se lo entregue le digo que lo corregiste tú.
--¿?
--Hazme ese favor... soy tu amigo...
La barra del Castillo, cuatro mamones más sin nada especial que contar. Ya la discusión sobre la ley antitabaco gastó todo el humo ayer. De pronto entra una pareja de alemanes despistados con una niña de diez años, ojos verdes y cabellos rubios y dientes de marfil. Juanito, un chiquillo que está haciendo prácticas de policía secreta para cuando sea mayor entrar con pedigrí en la Unipol, otea a los alemanes con desdén. Mas en esto que la niña lo mira, él la mira, y ambos se quedan atrapados en un arrobamiento de miradas que anuncian un cambio de destino en el futuro de Juanito.
En fin, ya le contaré al vecino virtual que me niega como vecino cómo continuará esta romanza, si es que continúa, porque los padres tuvieron que enfadarse con la pequeña alemana pues no quería marcharse del bar ni perder de vista a Juanito. Le había echado el ojo y ya lo tenía enganchado. Juanito dejó la cocacola que le había comprado su tío el de la Unipol y ahora el tío le daba un cogotazo porque el chiquillo pretendía salir del bar y seguir los pasos de la pequeña beldad. "Venga, usted aquí, a seguir haciendo prácticas".
Y la visita al mago no la cuento porque demasiadas lágrimas no son buenas para la vista. Ya suficientes las de Juanito, con su pena de amor, y las de la alemanita, con su sueño desventuradamente roto, por el momento, y supongo que durante ochenta capítulos más.

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