martes, 19 de julio de 2011

El vendabal hace bailar a la llovizna la danza del vientre. Las ramas de los matos en la calleja del Tanque, barrio de La Maldad, se suman a la coreografía. Isadora Duncan ¿adónde te fuiste después de oír versos rusos en Moscú?... No quiero pensar lo que ocurre en el Gran Canal. El monstruo del barranco me llama pero no acudo. Despierto, como ayer, a la una de la madrugada. Había soñado que, en un lugar extranjero, una tortuga escribía poemas que firmaba como "Baudelaire". Eran poemas preciosos. Lástima que no me acuerde de ninguno. El Godo, el amigo amante de Berto, quería apropiárselos. Se alió con mi hermana para sacarle ganancias a esos poemas, como si fueran suyos. La poesía, como dijo Baudelaire en su tiempo, sí que obtiene beneficios económicos. No la poesía de paquete mojado, sino la poesía que no pudo hacer el licenciado Vidrieras, del pobre Cervantes el manco de Lepanto. La tortuga había tomado sus medidas. El Godo y la linda hermana quedaron atrapados en una línea magnética. Un sueño de ciencia ficción. Realidad soñada después que desperté. Me está contagiando la lectura de Unamuno. Tomás de Quincey se alía con Unamuno, en contra del encefálico Ortega y Gasset. Los mejores filósofos son los obreros. Y los barman sobre todos ellos. Me visto, me calzo los zapatos y me alegra esta noche tener coche, aunque sea el que me hizo comprar la que hoy vive en Bajamar. En Bajamar también vive el Brujo. Hoy fui a visitarlo. Después de dejar a los hermanos judíos y al cuervo testigo de nuestro judaísmo. Sus barcos son preciosos, los del Brujo. Me recibió su perro pequeño, malencarado, uno que atacaba a Thor cuando el Brujo vivía en San Andrés. Atacaba a las partes blandas del hoy desaparecido Thor, el encorajinado perrito del Brujo, con las orejas en punta y sus colmillos de drácula. El Brujo me franqueó la puerta. Los barcos que ha construido son una maravilla. "¿En cuánto venderías ese galeón?", le pregunto. Es la consecuencia de volverse uno judío, a la menor oportunidad ya está uno hablando de compraventas. "No lo vendo", dice el Brujo. "Estuve trabajándolo cuatro meses". Cuando me estoy despidiendo, el perro menudo me clava los dientes en una pierna. Puto hijo de perra. Menos mal que el pantalón es de tela vaquera, americana, obamística. La llovizna me acompaña en el viaje de regreso. Blanca luna negra noche. Me acuesto y me despierto a la una de la madrugada. Cojo el coche y voy a San Andrés. A refrescar la memoria. Mi padre se muere como un perro. Lo acosaron, lo echaron de su casa, y él, amador de su hija, lo tuvo todo por bien. Morirá lejos de su casa, donde quiso morir. No sé si morirá solo o alguno de nosotros le cerrará los ojos después del último minuto. Nada que reprochar. Nada de tirar piedras. ¿Acaso está uno libre de pecados? No. Una falúa de pecados. Mi hermana lo convenció de que estoy loco. No le dijo mentiras. Estoy más cuerdo que ella, pero estoy loco.
En el viaje a San Andrés rememoro el programa de hoy. La imagen es la música de Jimi Hendrix una noche en la rambla en S/c, cuando en S/c existían el gallito, las garbanzas de madrugada y las humanos pensamientos eran como flores esperando su abeja.
En el bar Castillo: Urko, Jose, Diego, David mi primo... y Pepe, el barman filósofo.
Jose me reclama que salga con él a la muralla, por fuera del Castillo.
--¿No sabes lo que pasó en el pueblo? ¿No te has enterado?
--No.
--A Ana Rosa, la abuela de Chani, le dio un infarto.
--Sí, ya lo sé. Ya está otra vez en su casa.
--¿Y por qué me dices que no si ya lo sabías?... ¿No tienes una puntita?
--No, Jose, no tengo nada.
Otra vez dentro, junto a la barra, Urko añora su Bilbao natal.
--Allí somos fuertes porque estamos unidos... en cambio, aquí, Jose, ¿aquí?... Yo llevo once años aquí, y ¿sabes por qué me vine?... porque estaba cansado de tener en Bilbao un montón de amigos...
--Aquí somos una puta mierda.
--Pobrecita Canarias --dice Diego.
--Vengamos de donde vengamos, somos lo que somos --dice Ramón, el cocinero de...
--En Cataluña y en Vasconia... --sentencia el barman filósofo.
El viento hace que la llovizna baile la danza del vientre, desde el mamotreto, pasando por el castillo y llegando a la muralla, frente al bar Castillo...

3 comentarios:

Riforfo Rex dijo...

Me gustan estos relatos. Ayer oí el programa y salvo los dos poemas de Millares - al menos el segundo lo identifiqué y las centradas intervenciones de Ramón, aquello es un caos. Me encantó. Ya tienen un nuevo oyente.

el escritor escondido dijo...

No importa donde nacemos, lo importante es el camino que hacemos al andar. Como dijo mi admirado Antonio Machado: "Y al volver la vista atras, se ve el camino que no has de volver a pisar". Vascongado, catalan o judio, ¨que importancia tiene si al final todos vamos a criar malvas. Salu2.

Jesús Castellano dijo...

Gracias al fisicamente desconocido Riforfo, y a nuestro amado Líder por estar aquí. La verdad es que anima a uno en momentos un poco extraños.