viernes, 23 de diciembre de 2011

palestino

Noche de hablar con el humo en la plaza de los poetas, con Dr R y Capitán M, y luego en El Platillo Volante contar los cuentos que nos rodean. Un amigo se ha empeñado ahora en ir por ahí diciendo que soy palestino. No sé que demérito puede haber en ser palestino. Se lo preguntaré a Bisturí cuando lo vea. Si dijese el no nombrado amigo que soy mongol, más acertado estaría. El caso de los aficionados a tirar piedras es que aciertan o se equivocan. Si aciertan, lo mejor es callar la boca. La verdad es la verdad y punto. Si no aciertan, también. La falsedad no merece contestación. Sólo tiene un valor didáctico. Habla de sí mismo quien la propaga.
De los cuentos de más o menos conocidos y de más o menos amigos, pasamos en la segunda ronda a otros donde el protagonismo lo ejercía esta o esa otra mujer.
A mí, no sé por qué, me interesan algunos sucesos locales de este final de 2001. El parricidio de Vistabella, el desplome del falso techo de Termini... Hay en el aire una atmófera de extrañeza, debe de ser el dichoso espíritu de la Navidad.
Mientras, me crece, también sin base realística, la fama de seductor. De seductor no tengo ni el cortauñas. Me sobra esa fama. Además, no me agradan los seductores. Gente falsa, pero no más que muchos politicos, periodistas, poetas, etc.
Prospero año nuevo a todos. O por lo menos, que la claridad del entedimiento brille mejor.
Anghel me avisa de que el Libro del cuervo llega a la isla la próxima semana. Un peso menos sobre mi conciencia. Ojalá no ocasione números negativos, ni a Anghel ni a mí. A pesar de todo, la isla de Tenerife está teniendo una escritura que merece atención. Ojalá el cuervo no desentone en esos vuelos. En fin, también necesitamos fontaneros y albañiles. No solo también sino incluso más. El arte camina hacia territorios insospechados.

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