viernes, 20 de abril de 2012

Viaje al Sur (entrega 1)

Recuerdo viajes festivos y viajes dramáticos. En República Dominicana (donde el dictador Trujillo --hijo de mujer de Haiti y de hombre de La Gomera-- tuvo la desafortunada osadía de creer que podía seguir medrando a espaldas de EE.UU.) vi cómo la alegría coexistía con la miseria sin que nadie gritase más alto que nadie. Un hombre, en la calle principal de Santo Domingo, se golpeaba la cabeza con una botella, hasta que la botella se rompió en uno de los golpes y el vino se mezcló con la sangre, chorros de sangre y chorros de vino y cristales rotos. Más tarde, en una guagua hacia playas paradisiacas, viajaba una chica mulata con un niño en los brazos, de pocos años de edad y con las manos amarradas. Se bajó la mujer a medio camino. Con el niño en brazos, sin pies, la mujer caminó hacia un poblado de desoladas chabolas. Más tarde, en las playas de arenas doradas y aguas termales, donde los negros tenían vedado el paso, JO me sugirió que fuese a tomar una Presidente. Era la manera en que ella podía deshacerse de mi compañía y llamar al hombre que había dejado en España, aunque había preferido viajar conmigo porque yo era más civilizado y en caso de apuros podía resolver con más autoridad cualquier percance. Así fue. Pero esto ya es parte de una historia más larga, con la bachata inundando los trasportes públicos (qué escandalera armaron los negros cuando un chófer quitó una bachata y puso un tango), con los parachoques amarrados con alambres y las ventanillas con plásticos y papel adhesivo. Negros buscándose la vida, ofreciendo frutas o muñecos de vudú. Un tinerfeño blanco, asentado en la república, que quería convencerme para que me quedade en la isla caribeña y montar un museo del pirata. Ayer recordé, viajando al Sur, esos años atrás y que por algún lugar duerme un cuaderno con dibujos y etc. de esos agridulces días de no sé ya qué año.
El Sur, ayer, estuvo en las ántipodas (sentimientos y emociones) de ese viaje al Caribe, pero no pude evitar recuerdos de otros tiempos en Chío, y lo que el destino guardaba a los antiguos amigos que vívían en Chío.
De ellos --y de otra gente-- hablé con Alberto Linares...

Continuará (creo)
Totalmente en las antípodas del Cáribe, fue ayer el Sur.

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