lunes, 21 de mayo de 2012

amnglicismos, mentiras y un vaso de leche

Trainig for. Next week.
Anoto los anglicismo de mis escritores favoritos en estos blogs. Necesito anglicismos y latinismos. El gigoló me los pide. Aprendió latín con una profesora del instituto, su segunda cliente. La primera fue en Los Cristianos, durante un campamentos de verano para colegiales de buenas familias. Esta primera cliente se pega un tiro cuando se queda sin dinero y no puede comprar su juego favorito. Me pasa siempre. Escribo un crimen como si dijera entró en el bar y pidió un bocadillo. Sólo veo el bocadillo, no veo la digestión. Eso es lo que nos pasó a todos la otra noche en El Generador. Vimos la película Sospecha, del mago del suspense. El final no nos convenció hasta que Esther dio con la clave. "Era un mentiroso". Es verdad. No hacía falta, como defendía Morgantani, ningún gesto que delatara que el hombre (aquí nombre del actor) ahora iba a matar a su mujer (aquí nombre de la actriz). El hecho de que era un mentiroso deja la película abierta: vemos sin que se cuente el siguiente vaso de leche: ella se lo beberá por la noche y al amanecer estará muerta sin que el asesino haya dejado ninguna huella. Pobre mujer enamorada. Morirá feliz, creyendo que la ama el hombre que la asesina. Un buscavidas, un burlador, un don juantenorio americano. En una sociedad donde la mentira es el mayor delito, tienes que ser maestro de la mentira o estás perdido. Como todo. Cualquier delito honra al delincuente mientras no sea descubierto. Si es descubierto, sólo el delito noble enaltece a quien lo comete.

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