lunes, 21 de mayo de 2012

contra la Endecha

Quien no respeta la tierra
donde se hicieron sus huesos
si no tiene gran dinero
o un aval que lo defienda,
ni él a sí mismo se entienda
y se le quiebre el corazón.
No vea la luz del Sol
sino mire oscuridad.
Que no vuelva nunca más.
Así lo quiero ver yo.

Esto bien lo sabe Dios,
mecánico del universo
que hace carne del verso,
verdad de la inspiración.
Es el canario, dolor,
en los años prisionero,
en su tierra extranjero,
sin saber por dónde huir
de esa derrota infeliz,
víctima de traicioneros.

Esa costumbre aprendimos
de aquellos peninsulares
que ultrajaron a las madres
del pueblo donde nacimos,
con costumbres de asesinos
y maneras de traidor.
Servimos al invasor
y matamos al amigo.
Ese es el triste sino
del isleño perdedor.

Ni la décima cubana
ni un soneto de Villón
la salva de la maldición
a la isla de La Palma
donde aparente es la calma
pero camina la Muerte,
espejo donde ha de verse
la endecha a Guillén Peraza:
eres ciprés de triste rama
y sombra de negra suerte. 

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