miércoles, 20 de junio de 2012

la maldición de Elsa

Lo que está arriba esta abajo, lo que está dentro esta afuera... así empieza, con esta cita, un libro que se llama El Secreto, que me regalaron con información añadida de que costó un pastón. Aún no he curioseado sus páginas a ver si el secreto son billetes de cincuenta euros camuflados. Todo es posible. Como la maldición de Elsa López, esa palmera de grata memoria, porque perder es ganar, ¿quién lo duda? Pero recochineos no. Y lo digo porque antier noche abrí Carta de una desconocida, de Stefan Zweig, y me saltaron esta líneas a los ojos: En lo más recóndito de mi ser , en el inconsciente, continuaba soñando la LOCURA de mi infancia. (La palabra en versales es cosa mía). Y ayer noche, cuando bajé con el capitán Marcelino a resolver unas ecuaciones en su casa, tropecé con Historia de mi calle, de Francisco González Ledesma. Pues bien, yo también les pido perdón, porque estoy faltando a una PROMESA. Muchas veces he asegurado que nunca escribiré mis memorias, porque tendría que hablar mal de mucha gente, y no quiero hacerlo.
 Después de mi ayuda intelectual, bajamos al Platillo y el capitán se dedico a sus deportes favoritos. Elogiar mis virtudes ("Joder, con todo lo que entrenas y no ganas un combate. Cucaracho sí que gana. Lo muelen a golpes, pero gana. Ay, si tú tuvieras vergüenza...") y escribir en las servilletas: Como ojos, como miradas, y me pides que te lleve al cielo, pero yo no sé volar, cariñito. Y no sé por qué, porque pongo voluntad. Pensé que por lo menos me había librado de la tercera palabra. Pero no. La maldición es implacable. Apareció esta mañana en el periódico, en la columna de Peitavy. Próxima camiseta del Zo.0 con un cochino, pero esta vez creo que no es Castell Young. Eso espero.

Más preferible, el rato de ayer con Violeta Jojó Verges y el trío de los martes a las seis. Una mujer con quien poder hablar. Desde su historia en un pueblo del Líbano --bombardeado continuamente por el enemigo, una mujer que sabe no sólo lo que lee en los libros-- hasta la mécanica de aviones, pasando por el Médano, de singular memoria. La montaña Roja. Inolvidable. Vivirá en mi alma hasta el día H del desánimo definitivo.

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