domingo, 3 de junio de 2012

no me gusta nada esa palabra

--A ver si dejamos eso decente --le digo a Fer, conocido del barrio, que me va a pagar una deuda haciéndome un trabajo en casa. Quien conozca a Dr R se puede hacer una idea física y anímica de Fer. Las perras me las sacó porque se mostró apurado, perseguido por la policía por un delito de sangre (sic).
--¡Decente no! A mí esa palabra, decente, no me gusta nada! Lo que quiero es dejarlo bien, no decente...
Otro pelotudo.
Fer me cae bien. Es un tramposo.
En fin, le muestro lo que hay que arreglar y me hace una lista con los materiales necesarios, y luego me explica la técnica. No sé si la deuda da para cogerlo de informante. El barrio está ahora con cierta atención política. Un político de segunda fila publicaba en el periódico el otro día historias del barrio, y un precedente tengo también en Ezequiel Pérez Plasencia. El Copete era el nombrete que tenía entre sus amigos del bar de Ibrahim. Algunas historias me han contado.
Historias por todas partes. No pude ir el otro día a la feria cuando habló Víctor Alamo de El año de la seca. El viernes lo abrí mientras esperaba mi número en servicio al ciudadano del Ayuntamiento. 94. La máquina anunció el 94 (buen número, según el numerólogo Gabriel, el que se dirige al televidente diciéndole que él le va a quitar la bobería, porque lo exaspera la bobería humana que lo rodea. Yo prefiero a Karisma. Si no amara a Clara, amaría a Karisma. Con un amor que me hace sufrir ya tengo el cupo completo. Es maravillosa Karisma. Hasta sabe quejarse de que el marido no la deje sola ni un minuto sin ofender al hombre. Y da consejos maravillosos. "A ese, aprovéchalo porque va a ser un esporádico con el que te vas a divertir un rato, no lo desperdicies. Pero el amor verdadero te llegará después, y entonces es cuando el Sagitario tímido te va a abordar y tú tendrás que decirle que hombre cobarde no conquista mujer bonita". El que no me gusta nada es el maestro con cara de cochino santificado. El pobre, lo tengo en tan mal concepto...) Bueno, ya leído el primer capítulo de El año de la seca: una chica está a punto de parir un niño de no se sabe qué padre, y el padre de la chica la insulta de mala manera y cuando la criatura nace, no le da tiempo ni a soltar el primer llano. El abuelo biológico lo mata con una navaja, mete el cuerpo en una talega de pan y lo entierra en la huerta. La historia deja con la curiosidad de saltar el segundo capítulo. Me acuerdo del Libro de Job y de la película La balada de Narayama.
A quien sí oí en la feria fue al maestro José Rivero Vivas. Noticia, con copia de su charla, podemos encontrarla en los blogs de sus devotos lectores José María Lizundia y Anghel Morales. Yo con don José tengo el corazón partido. Me entusiasman páginas suyas pero otras se me diluyen en la niebla. No es el primer autor con el que me pasa ese fenómeno. Boris Vian es otro. Se me hace cuesta arriba en sus novelas surrealistas, incluso no lo soporto, pero es genial en sus cuentos de El lobo hombre y en sus novelas Escupiré sobre vuestra tumba y Todos los negros tenemos la misma piel, aparte de que compuso letras de canciones que han sido malditamente olvidadas. De malditos habló en la feria el, desde el jueves pasado, excelentísimo señor don Luis Alemany. Habló de Julio Tóvar, de Domingo López Torres --con más conocimiento semántico que el autor que no tuvo la cortesía de comprar Telarañas. Por supuesto, no seré yo quien aconseje la lectura de esa novela fallida, peor incluso que los eructos surreales de Boris Vian. Pero dos euros no es como para despreciar la compra de la novela, sino comprarla, como hizo Ramón con El fuego de siempre, en la misma colección, libro que sí recomiendo. Tiene cuentos preciosos. Bien contados. Telarañas, en cambio, no merece una lectura completa. Sólo gente como mi amigo Berto, lector masoquista, puede leer eso sin tirarlo a la papelera. Una vez intenté reescribirla y la dejé por imposible. Demasiadas pretensiones y metáforas de papafrita en lugar de la palabra más sencilla, desde poner El rey de Africa donde en el original ponía Gadaffi, a decirle Iguan-Ga y País de Son a lo que eran simples imaginaciones y sueños del yo narrador, dividido en cinco personalidades distintas: un tonto, un enamorado, un juez, un borracho y un vividor. Mala, pero el sujeto que me la nombró por lo menos podía haber invertido los dos euros en su compra, o no hacerlo y callar la boca, y me refiero al alienígena Spot, tripulante destacado de la nave no me acuerdo.
Y ayer con Dr R y Mr Cuervo en El Buho oyendo a Chubasco, y antes en el parque con Juan Royo (novela Puerto Santo recién nacida al mundo), Luisa Reyes y José Rivero Vivas.

--Llamala y dile que venga con nosotros.
El amigo se refiere a Clara. No puede ser. Para no sufrir, pienso en Karisma. Tampoco puede ser. El 806 sale caro. Les cuento lo que decía Luis Alemany sobre Antonio Bermejo. Mal escritor, dijo. Y de su novela perdida, mejor perdida... Etc. Ramón se interesa por las señales que delatan cuándo el amor se acaba.

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