jueves, 26 de julio de 2012

sin gafas

dos puntas tiene el camino
y en las dos alguien me aguarda...
*
se canta lo que se pierde
con un papagayo verde
que lo diga en tu balcón...

Se canta lo que se pìerde. Y a veces vas al Sur y otras al Norte. Es bueno saber que alguien aguarda al veraneante. Cruci, piel de leopardo, así me llamaba: el veraneante. Ahora tengo puesto el cinturón Levis que encontró entre las rocas. Cuero puro. Y regreso a los tiempos del cristianismo. Más protestante que católico cuando estoy serio, y más católico que protestante cuando estoy de otra amnera. Cuando me enfado, me asusto o me entra la incertidumbre soy judío o musulmán. Veo a Dios en Las mil y una noche y en el Libro de Job y en el Cantar de los Cantares. Sólo pensar en los misterios de las noches árabes o en los de los días judíos, puede curarme del miedo y de la rabia. En una película que vi con Ramón, un nazi mataba al gato que había recogido su hijo de corta edad. "Los gatos son la raza judía en el reino animal", fue la justificación del viejo nazi. Ahora hay cuatro en el Jardín de La Maldad. Cuatro gatos pequeños. La madre los cuida, y donde hay buena madre que se quite mala virgen.
En el trabajo con la escritura, el viaje de La Palma me llevó a recordar un viaje a República Dominicana. Donde lo que vale es ser madre y producir. Encontré un cuaderno con notas, y archivos en el portátil, en relación con ese viaje. A veces tengo que hacer memoria, llenar lagunas. (Los relatos de Paréntesis ambientados en La Palma, es curioso, me ayudan a recordar detalles clave de aquel viaje a la antigua isla de La Española). El relato es autobiográfico. Cuenta lo que vi, oí y sentí en Santo Domingo. Viajé con Pepa Pardo, artista y escritora asturiana con raíces de infancia y juventud en la isla del Caribe. Con quien compartí un tiempo de convivencia. Todo eso está en ese cuadernos y en esos archivos. Y entre mis libros, uno suyo de textos y dibujos, Gijón sin gafas. Por otra parte, trabajo sobre papel una obra que llevo cargando hace ya más de diez años y que, por un azar, quizá se titule Ofra Rabia. Ofra sería un trasunto de Gijón. Recuerdo que en Telarañas a Oviedo la llamé Tigra, que es también el título del último relato (no lo he leído) de García Márquez antes de caer en baja forma, mientras Vargas Llosa crece en la consideración y su palabra política es oída y considerada por los comunicadores de los partidos políticos. Esto me lleva a dos personajes secundarios en El día que me enamoré de Cristina T. Son Ignacio Gaspar e Ignacio González. Un poeta de la narrativa y un político escritor. El título y el contenido del libro de uno (El rejo de la máscara) lleva a la comprensión de quién es el otro, en todo caso el necesario malo de la película, frente a una heroína política de la que desconozco cualquier lunar.
No sé si Martín le verá alguno.

A Icod tengo que ir a buscar La agenda de verónica. Y pasar por el banco los recibos de Enmasa. Y... mañana y pasado, recital con los poetas de la editorial Aguere&Idea. Recital sin gafas.

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