sábado, 8 de septiembre de 2012

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Riforfo:

la Tarotista era una sabia mujer... quiso ligar conmigo, que soy poeta pero tengo alma de fontanero... No le di pie porque ya amo a Carmen, y quiero a Clara, y no hay dos sin tres, pero si hay tres es Pepa. La institutriz... perdona, la inspectora (es tan tan que ya la veo más como institutriz que como inspectora. Yo también ejercí de inspector y sé lo que es eso. Inspeccionaba los periódicos que se vendían en Asturias. Iba por todos los pueblos y las capitales controlando cuánto, cómo, por qué se vendía o no vendía el periódico El Comercio. El del Libro del Cuervo era un oficio de mierda, pero el de inspector era un oficio intelectual. Al principio me llamaron la atención porque el primer informe fue sobre el cuelo de un cuervo. "Eso no tiene nada que ver con el negocio". Ellos se perdiron lo que eso tiene que ver con el negocio. Yo ahora lo sé, por eso dice la TAROTISTA BORRACHA que voy a ser millonario. He conseguido en las letras lo que Malcolm Lowry y todavía no Jim Thompson, , con el estilo de Mozart, que escribía música como si meara una cochina. Eso dijo Mozart, lo tengo aquí en el libro Las mejores frases de todos los tiempos.

Yo escribo música igual que mea una cerda. (W. A. Mozart)

en el capítulo "Música", que comienza en la página 166, una victoriana (por Victor Roncero) casualidad. 166 fue el número que me tocó a mí, para mi desgracia, en Hoya Fría. De recluta en Hoya Fría. No distinguí hasta ese momento el fonema Z del S. A partir de ahí los distinguí. Mi ceceo español en este país africano fue motivo de burlas. No me enteré de las burlas hasta que estuve en Hoya Fría. Yo decía "zientozezentaizeis", y todo el mundo se reía. Antonio de Lorenzo fue quien me enseñó a poner la lengua en su sitio. Ahora ya no ceceo tanto. El buen profesor me dijo que aquí en la isla hay un reducto especial de ceceantes. Gente de Icod. De Santa Bárbara. Pero no distingo todavía, si hablan, entre la Z y la S. Me da lo mismo.

La frase de Mozart seguro que la sabía Caruso.

¿Sabes qué es lo que haces cuando cagas? ¡Cantar es lo mismo, sólo que por arriba! (Enrico Caruso), pág. 173, que tampoco es una casualidad.

La tarotista embriagadoramente hedionda, con el estilo de Cucarachas con Chanel, me dijo que mis números clave ahora eran el 1, 3 y 7...

--Dame veinte euros y te digo cómo tienes que buscar esos números... --de los cuarenta ya sólo me quedaban veinte euros y mi deseo era invitar a la institutriz a cenar. Le dije que no, me dijo que me vio frente a una mesa con siete monedas oxidadas y que ahora me ve con siete monedas de oro, y que me iba a encontrar con un ángel--... Dame veinte euros, el tiempo corre deprisa, y te digo dónde cómo encontrarás las monedas de oro... vas a ser millonario... tú que estás contando los putos euros, veinte y eres millonario... te lo digo yo, guapo, hazme caso...
--También soy fontanero --recuerdo que los siete primeros días en la casa, la tapa del wáter estaba desajustada. Hoy me dio por mirar y descubrí dónde estaba el desarreglo. Lo arreglé. Di con el fallo.

Me costó pero la dejé en banda y me volví a la casa. A del Tarot. Me invitó a cenar ella. La instiutriz, la inspectora. Es como una madre. Uno se siente incestuoso... Dejamos a las animales tranquilas, y cenamos en un sitio llamado Julius y hablamos y casi caigo en la nostalgia, pero una exuberante señora, una amiga suya, en Barandal Paraíso, después tomando dos copas, con las pista llenándose de carne cochino cuando entramos nosotros, me libró de caer noqueado en el quejío, ese canto de Al Alandalus, la Andalucía del Escritor Escondido, que ha decidido esconderse más. Cuando lo que tendría que hacer es lanzarse a lo abierto. Todavía no he comenzado su retrato al óleo. No sé si pop o naif. Cecilia Giménez, en contra de lo que opine el Cuervo Herar, es la artista que ha dado en el clavo. El polo opuesto de Marcel Duchamp, que le daba valor a lo que no tenía ninguno. Gracias a Cecilia Gímenez conocemos al Cristo que había en esa pared de Aragón. A la pintora hay que incitarla a terminar su cuadro, hay que dejarla restaurar el Cristo de la pared, con la misma incitación de la dama de Toledo al portero con miedo al penalty... Toledo, la única ciudad del mundo donde hay una calle dedicada al Diablo, patrón de los escritores, ingenieros de obras: Bajo el Volcán, Cucarachas con Chanel... ¡Vivan los cochinos! Seamos neutrales.

2 comentarios:

el escritor escondido dijo...

Volveré cuando mis palabras puedan mejorar la pantalla en blanco del ordenador... Hasta entonces te seguiré leyendo. Un saludo

Jesús Castellano dijo...

y yo te seguiré pintando... parece mentira, aún no he gastado ni un simple carboncillo, pero ese cuadro está formándose en mi cabeza, sería el primer cuadro donde sé lo que quiero. Un abrazo, Viejo Líder, y no seas humilde. El abismo nos espera.