lunes, 10 de septiembre de 2012

de Hopper y Hopper

Ya llevo varios días hablando con algunos de Howard Hopper.

Esta es la frase más odiosa que encuentro en los blogs a los que estoy engachado. El bosque quemado blog. De Herar Cuervo. El bosque quemado me permite saltar a El Escobillón, a Zoo punto Cero y a no naces judío... así que ya estoy harto de Hopper. A Hopper lo debía visitar Cecilia Gimenez. Llega un momento en que hasta a Hopper lo ves como a un viejo que se pegaría un tiro. Su pintura necesita una mano inocente. Cecilia Gímenez o yo, que me he convertido en su devoto discípulo. La cara es la del pibe de la Pantoja, pero también es la de Bin Ladem y la de Obama. Y algo tiene de Angela Merkel. Y el gesto de la boca está retratado de Rajoy. Ya mejor no hablemos de política. Toda la política está en ese cuadro, y todo el arte en la paja de la concejala Olvido, la dama de Toledo. El día de hoy provechoso. Le vi el ritmo a la novela que no sé qué titulo tiene. Empieza con una cita de Pessoa. "Escribir es olvidar".  Eran tiempos de vacas gordas en Gijón. Semana Negra en su apogeo. Y el poeta Roger Wolfe, con sus manías y sus trampas. El tramposo David vino después. Y siempre existió Roxana Popelka. Los tres salen en esa novela. Pero esta Roxana, que aquí en Canallas Islas tiene un par de libros en Baile del Sol, también sale en la novela de la artista Pepa Pardo, con quien viví un tiempo en relación artistica performance. A Roger no, de esa novela ya sólo me interesa el ritmo, pero a Pepa Pardo sí la revivo mientras trabajo eso en que ella es protagonista, como la de La noche de la iguana. La intensidad es tanta que a veces hasta me parece que está aquí al lado. Mi relación con las mujeres de nombre Pepa seguro tienen algo kármico, me di cuenta el otro día con Pepa de aquí y ahora. Me dijo que yo lo resolvía todo fácil. Sí, lo resuelvo todo fácil. Estudio lo que hay que resolver. Si le veo solución, lo resuelvo. Si no, que lo resuelva Dios. Me hubiese gustado que Pepa se hubiese quedado a dormir aquí, pero no pudo ser. No sé si timidez o que en el contrato nadie puede venir a dormir aquí. Estuve a punto de invitar a la vidente, pero eso hubiera sido un desastre. Hubiera asustado a la niña y pervertido a la vieja. Cumplir bien, es mi mayor orgullo. Puedo pasar del amor, pero no de cumplir con mis trabajos. Eso me lleva casi todo el tiempo. No estoy ocioso, hermanos míos. Así que no me vigilen. No me pregunten. Me acuerdo que Francisco, un personaje clave en la historia del viaje a Dominicana (República Dominicana. Santo Domingo) decía que quien pregunta obliga a mentir. Curioso personaje Francisco. Marqués de Córnas lo llamaba Pepa. Cornás, un pueblo de Asturias donde aún lo rodean jabalíes y corzos... Una coincidencia es que mientras trabajo la novela dominicana, en la Maldad, el bar Santos se llenó de dominicanos. Dos trabajan en la barra. Una que tiene un niño. Y otra que es un misterio de mujer, una mezcla entre Venus griega y Venus africana. La Maldad me espera. Ojalá el puto Cuervo diga ya algo más de Hopper.  Hecharé de menos a estas dos. Pero seguro que me dejan venir a visitarlas.
Ah... se llama Cathy la del vestido rojo. Otra coincidencia. Mientras yo escribía que ella no me escribía, Cathy me estaba escribiendo. Me reservo esa conversación vía Badoo. Nada que ver con la mujer sobre una cama de Hopper. Cathy levita. Tengo que pintarla, Triángulos de sombra y rojo encendido. Fuego y hielo. Metal que levita.

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