lunes, 26 de noviembre de 2012

No digo el sitio, porque los malos están acechando y ahora (por economía) accedo menos a computadoras de empresas privadas, así que la pública que pagamos con los impuestos no la puedo desperdiciar. Pero no digo el sitio. El sitio, donde mientras espero vez, leo "En la cafetería" (Julio Caballero. A través del espejo): "Las gentes iban y venían en brumas opacas de cólores pálidos y gestos famélicos que iban menguando según caían los minutos". En la pantalla el 80. Mi número. Devuelvo el libro de la colección Tid (editorial Idea), y abordo a la señorita... Enciendo y hago memoria.

Viernes noche.
--Voy a ir al Hierro y cuando vuelva te traigo una caja de quesadillas para que hables bien de la próxima novela de Jesús.
--Te va a publicar otra novela.
--Antes tiene que aparecer Retrato de Marlou Diesel --digo, feliz de estar en los dominios de editor con linaje que tenemos en este país.
Salíamos Cuervo y un servidor por la puerta de la MAC, después de conversar con un concejal en la oposición en su Ayuntamiento, sabedor de lo corruptos que son los del otro partido. Salíamos de la presentación de El sueño de Goslar. Gambín a la izquierda del autor. Javier Hernández, con un estilo moderadamente enfático, quiso demostrar que la vida es sueño y los sueños, sueños son, y que la trama de su novela es lo importante, no la urdimbre, como si ésta la hubiese comprado a plazo y aún tuviese pendiente una letra. Novela interesante, en todo caso, aunque le falta la contundencia de trama que hay en Puerto Santo. En el estilo no me meto. El estilo es el hombre.
En fin, parte del resto de la noche la cuenta Eduardo en su Escobillón blog. Recuerdo el momento del cigarrillo, cuando Cuervo quedó en el mostrador meditando quién pagaba las cervezas y salímos afuera Eduardo y yo. Lo más interesante que se habló esa noche. Hablamos de JRamallo como autor crucial, y de Antonio Charlín, autor que está ahí y no hay que perderlo de vista. En esta parte la autoridad del Cuervo no intervino porque aún no había resuelto su enigma.
Después llegó mi bella amiga y ya me olvidé de los amigos. Nos fuimos a la plaza de la Candelaria. Chacha, como me gustaría comerte con pan y mantequilla. Un grupo de Las Palmas. Cuarenta principales. Luego mi amigo Cuervo me subió a La Maldad. Allí seguí con Rojo y negro:

Con Julián Sorel, hombre con memoria y sapiencia de los clásicos latinos, bonapartista agachado, que poco a poco va adquiriendo saberes de las cosas del mundo humano. Le faltó leer a Pascal, que Amor y Ambición son sentimientos tan nobles como incompatibles. En el cuento de la novela Rojo y negro dejo de lado el tema de la ambición, con un ambicioso que desde la mugre del pueblo (odia a su padre) sube a las ramas luminosas de la sociedad. Primero la burguesía de provincia, y más tarde, la aristocracia de París. En uno y en otro lado es un sirviente que supo ensoñerearse de damas distinguidas. Primero de madame de Renal, señora puerta verde (ver Cucarachas con Chanel) , ingenuamente bella, que se olvida de su religión y de su marido --el alcalde del pueblo, que merece los cuernos--. Que este marido descubra el tinglado, favorece la ambición de Sorel. Le facilita abandonar la provincia y viajar a la capital, donde se hace imprescindible al marqués De la Mole. El marqués tiene hija casadera, niña pija de despierta inteligencia a quien Julián no le hace ningún caso hasta que Ella, desdeñosa con sus pretendientes aristócratas, le pide a Julián que pille una escalera y aborde por la noche su ventana y entre en su habitación. Ocho días de hacer el amor (sin deshonra de la hembra, esto llegará más tarde) la dama y el vagabundo. Al cabo, la aristócrata, que ya ha conquistado al desdeñoso pueblerino y lo ha puesto a sus pies, no convencida de haberse enamorado de un plebeyo, comienza a tratarlo como si el hombre roncase y ya no lo invita más a su cuarto de ventana que da al jardín  los sabados por la noche.
El desdén --donde aún quedan rescoldos del amor-- se torna desprecio cuando Julián comete la torpeza de decirle que Ella ya no lo quiere pero que Él la ama con locura. Entonce la orgullosa Matilde le dice claramente que sus amigos aristócratas son hombres perfumados y que Él huele a pueblo y que haga el favor de mantener las distancias. El hombre, más humillado que bello, se aparta no sólo un poco sino bastantes km. Hasta Estrasburgo, donde se hace amigo del príncipe K, que evita que al pobre Sorel , aspirante a obispo, se le rompa el corazón, y le da el estilo con el que debe urdir la trama...

El sábado noche me recoge Sita en La Maldad. Junto con mi amiga del Sur, mi pequeña amiga Ariadna y Pachi subimos a la Noche Blanca. Poco que contar. Pompas de jabón, dos canciones mexicanas, un dinosaurio... y multitudes circunstanciales. Bueno, conocí lo que es eso de la Noche Blanca. Blanca y radiante.
--Donde dejaste a...
Se incorpora un tercer hombre.
Paso de contar chistes. Lo importante es que me dio el libro que protagoniza mañana La Puerta (Radio Unón Tenerife). El Corsario de Lanzarote. Aquí es el marqués el protagonista, don Agustín. Caballero con valores medievales... Hitoria del siglo XVI. Historia con Amor y Ambición. En el amor, la primera vez de don Agustín con la cuidadora de las cabras y la primera vez con sus esposa doña Inés... y en la Ambición, el viaje del joven don Agustín en barco a Mar Pequeña y los concejos de su abuela. Aún no he llegado a ese momento que le da pìe a Ramón Herar para llamar malo al personaje. Hasta ahora, hasta ahora don Aguntín es un hombre valeroso, buen amante, hombre de palabra, al que añade las artes de saber acrecentar su linaje y su hacienda. Lejos está aún la hipocresía de la Francia pos napoleónica.

Y se me acaba la hora de ordenador. Sin tiempo para repasar ortografía y erratas... sin tiempo para contar lo que me dijo Freud sobre el sueño...

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