lunes, 11 de febrero de 2013

5 euros no, San Antonio

El fuego frío, el salvavidas de la muerte... ¿cómo se la llama esta figura retórica? La retórica del surrealismo. Regresa el surrealismo, en forma de oscuras golondrinas. Lo vaticinó Christian, el príncipe de las alcachofas.
--¿Qué necesitas? ¿Una copia? --pregunta chica 50 sombras (ahora lee a... ¿cómo se llama el gran superventa?) a una clienta rubia, del frasco.
--No me queda pan, caballero --le dice, esta vez a un cliente.
Me levanto a pedirle un chicle de menta. El invierno del mundo es el título del novelón.
--Lo que pasa es que para leerse este hay que leer  La caída de los dioses, porque este es la segunda parte.
Debe ya ir por la página 400. No le pregunto el argumento.
Yo en casa leo ahora un libro con menos volumen de páginas, pero seguramente más intenso. Merodeadores de orilla, de Teresa de Vega. En éste la narrativa es un ardid. La eminencia es la filosofía. Es un libro de filosofía el de María Teresa. Como tal hay que leerlo. Un interesantísimo libro de filosofía en una tierra donde pensar no es muy recomendable. Donde pensar es ver el abismo y la tentación del abismo.

San Antonio me llama. Dice que no piense tanto y que necesita que le haga un trabajo.
--¿Transacción? ¿El banco del tiempo?
--Primero mira a ver si puedes hacérmelo --dice el santo.
Se trata de un poema, de una devota, que se lo llevó para que se lo arregle. Miro el poema. Me maravillo. Un par de arreglos y suena a Jorge Manrique. Es delicioso. Su música es como un mantra que nos habla a los dos gramos de divinidad que tenemos cada humano.
--¿Entonces, Banco del Tiempo?
Espero del santo que me dé algo con calor una noche, porque hace tiempo que no tengo una noche tibia.
--Anda, coge cinco euros del cepillo y mañana me lo traes corregido.
¡5 euros! Buf. Me pongo a temblar. Recuerdo los 5 euros que me robó el tranvía. Recuerdo otros 5 euros una noche en La Matanza, recuerdo 5 euros como un billete peligroso, capaz de dejarme con la boca abierta y preguntándome qué está pasando aquí.
--Cóño, san Antonio, ese el cepillo de los pobres.
--¿Y tú que eres? Ay, pobre Jesús.
Qué cabrón.
--Esto te va a costar algo más potable que un manoseado billete, y si no, enamórate de un gocho y me voy a otro santo.
A San Martín de Porres, por ejemplo, que era amigo de los ratones, cosa que no conocía el poeta Nazzoa, en un magnífico poema que vi el otro día en casa de Marcelino.
--Eh, eh, espera... coge 10 euros.
10 es un billete más inocente, menos comprometedor. Pero no. No voy a cobrar esto con dinero. Eso es ilegal.
--Ilegal en la tierra.
--Vete al carajo.
En un bar cercano, el Canaria 7. Un pequeño titular: El Carnaval ON comienza con frío. Vamos a quemar El Rincón.
El rincón y la esquina.
Leo los nombres de la Reina que salió y de las cuatro damas honoríficas.
Con las iniciales escribo

CRISOL

K R S L

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