miércoles, 13 de febrero de 2013

humo, Viejo

--Me dijo A que te vio vestido de fantasma con un chica espléndida que iba casi desnuda.

Sí, me vio en la plaza El Príncipe. La orquesta tocando qué bien baila Castellano y yo bailando mejor con la chica espléndida, hasta que vino el novio y cortó la magia. Le iba a pegar una trompada, cuando el tipo, en plan gracioso, me toca la nariz. Me quedé dudando. Si darle un pepinazo por joder un baile que me estaba saliendo de maravillas, yo que no sé bailar, o darle el kate por tocarme la nariz. La duda me paraliza. Intentaba resolver el dilema cuando menos mal que apareció Ramón, cámara en mano. Tuve rapidez para que me dejara la cámara. Me adentré en la multitud. Yo soy fotógrafo, pero cuando lo intenté de verdad me salieron fotos magníficas. Vi la imagen. Apreté el botón. Qué imagen. Yo creo que está cerca del poder que tiene la que el propio Ramón hizo de la viuda negra. Por cierto, hoy hay Mala Viuda. Vamos pabajo, pa Santa Pus. El otro día de fantasma. Hoy de mary popin. Con un paraguas de colores. Tómbola, tómbola, la vída es una tómbola...
Le prometí a Víctor Roncero unas líneas sobre el libro de su hermano Línea líquida. José María Lizundia es un gran autor de respeto y un enemigo con valor. Merece un comentario del pequeño Kastellano. Terminaré de leerlo.
Por lo pronto leo el poema de la devota de San Antonio, y un libro de autoayuda del párroco donde está ese santo de los cinco euros.
Miércoles de ceniza.
Humo de poder.

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