viernes, 8 de febrero de 2013

KAR

--Parecía un fuego medieval, donde quemaban a las brujas --dice la chica de las 50 sombras. La del ciber kiosco. No sé si terminó el libro. Habla con una señora que miro de reojo. Pantalones, de pie, piernas cruzadas, pelo recogido en moño...

--¡Ella sale y dispara eso al publico! ¿cómo va a ser eso?
--Igual que las votaciones, que me lo dijo a mí Wily.
--A mí ese sistema no me gusta.
--A mí sí.
--Me llamó la atención que la chica vio la sal, me llamó la atención.
--... pero no por diferente, sino porque...
--A mí me gustó la mexicana... Irene, la número 4, la 4ª dama de honor.
--Lo que faltaba es que hubiera ganado la del barco
--... luego la última que salió...
--Y esta la que ganó, sí, pero yo veía los trajes y...
--... después los ves en la calle y no tienen nada que ver... bueno, hoy no lo veré en la calle.

Mi amigo Eduardo quiere un cuento de Carnaval. Pos bueno, aquí está el cuento. Un cuento quemado.

Comienza por la mañana en el bar de Ibrahim.
--¡Un diseñador que coño sabe de explosivos ni de la mierda de cables! --asegura el Flaco.

Eduardo está allí porque necesita leer la realidad y descansar de los libros. Que otros se ahoguen en Sócrates, los mismos que cicutaron a quien sólo sabía que no sabía. Y ni siquiera se molestó por cómo lo puso Aristófanes, en Las Nubes. En las mismas nubes por dónde anda Cuervo Herar.
Con el Cuervo fui el otro día al muelle. A ver un barco. El barco se había ido. Galeón La Pepa.

Por la noche con Dr R, fabricando un poema, PIENSA EN RABIA, que comenzaba, por supuesto con un tuning. De la valla publicitaria por encima de las mesitas de La Platea, frente a lo que fue el Frigo, donde trabajaba mi madre, y luego fue perfumería. Ya no es. Está cerrada. Apagada. Cerca de la estación Guimerá:

VIVE EL CARNAVAL CON MUERTE

*
Dos obras tendría que leer antes de ponerme a escribir un cuento de Carnaval en Santa Pus. Orfeo negro, que es una película, y Jubiabá, de autor brasileño que nunca me acuerdo el nombre. Jubiabá era hombre de conocimiento. Tenemos un ojo de maldad y un ojo de bondad, decía el brujo. Si cerramos la bondad, nos volvemos crueles. Si cerramos el ojo de maldad, nos volvemos idiotas.

Magnolia se llama la chica número 9.

Nokia rebautizó un autor de la calle Irene la calle La Noria.

La R se volvió K.

K de camino, camino de R.

En Tijoco ese camino que comienza en el Jarral, donde un pájaro cantó de alegría cuando vio entrar en la casa a una mujer bella.

*
Eduardo abre El Día en la barra. Reproducen una entrevista a la candidata número 7.

Echaba chispas por los ojos, escribe la periodista.

--Aunque no gane, quiero dejar una huella.



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