lunes, 18 de febrero de 2013

lecturas en domingo solo en casa sin churros

--Voy a salir a caminar --digo, con el móvil pegado a la oreja, y adiós adiós.
El caso es que no salgo a caminar. Me quedo, Roxana en el nomadismo mental, recuerdo el agua salada de Ciudad del Norte. Buena que era.  Y me baño. Y después del baño curativo, que aprendí de un médico hispanohablante, me pongo a leer.
Leo que quien tiene muchas novias no mata a ninguna. Lo mismo pasa con el lector, en este caso yo este fin de semana. Finde de lecturas. A lo largo del día, leo varios libros. Una forma de no conocer de verdad ninguno.

Merodeadores de orilla (María Teresa de Vega) por la mañana:

"Hay que salir de una vida que no vigoriza, y meterse en otra. Y si es necesario, en otra y en otra".

"Así es el mundo, asiento de múltiples animalillos infecciosos".

Libro para digerir mientras el Sol está elevándose.

A mediodía, El animal moribundo. Una novela de superficies, casi sociológica:

"En el siglo XVII la piedad sabía escribir frases, lo mismo que la impiedad".

"El auge y la caída del condón es la historia sexual de la segunda mitad del siglo XX. El condón ha vuelto ... ¿Qué hombre puede decir que disfruta del sexo usando condón? ¿Qué placer encuentra en eso?".

Esta disquisición la anoto para recordar que el asunto condón es asignatura pendiente en el Gigoló. Ya lo había subrayado cuando leí La agenda de Verónica, de Candelaria Quintero, donde hay páginas de reflexión acerca del uso o no del preservativo. El exceso profiláctico mata el amor.

Por la tarde, releo Ojos de miel, de JMLZ. La tuneo mentalmente. "Cuando me dieron la paliza consideré que mi destino estaba en tierra de cobardes, donde pudiera lucir lo listo que soy". Es una bastante aceptable artesanía novelística.
Hay obras que se desarrollaron de otro modo, incluso mejor, cuando otras manos la tocaron. Ghoete con Fausto. Quevedo con versos latinos. García Márquez con el cuento del náufrago.
Romances medievales cuando pasaron de España a Canarias sufrieron transformaciones. En fin, millones de ejemplos de que la originalidad es un plagio. Cuídate de la originalidad. Esa mentirosa consentida.

Por la noche abro El cafetín. Entonces ya me olvido de todo y me sumerjo con David, su personaje, en su mundo de loco. Loco con una insuperable clarividencia.
Christian me dejó esta novela última de Isaac de Vega, segundo su lector en el círculo de los animales del Zo.0 y negocios raros.

Amigo y maestro Isaac, brindo por ti y que no se rompan las copas. El amor no es contemporáneo. Tú lo supiste antes que todos nosotros.

Procuro dejar la lectura en una palabra que no convoque pesadillas. Pongo El Cafetín sobre el Elogio de la ancianidad (Espístolas morales a Lucilio), apago la luz de la lámpara. Cierro los ojos. Leo en la oscuridad. 20 euros en operación L. 30 en el plan S. 50 en misterio R. Etc. Me disipo en la energía monetaria. Me desvelo. En el tejado una gata maúlla. Me duermo. Dejo de leer. Veo. Sita sing the blues, "melodrama condimentado con las canciones de Annette Hanshaw, una olvidada cantante de jazz de los años 20".  

Buena película. Buena directora. En lucha contra los sanantonios que se enamoran de gochos y no valoran la poesía. Venga, guerrero, llama a E. El infierno es un cuento de los curas.

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