viernes, 22 de febrero de 2013

Roxana:
hoy me he levantado con bajo rendimiento. El otro día una mujer me cambió la cabeza. Me quitó la que llevaba, que estaba llena de cenizas, y me puso otra. La que me puso es una cabeza dispersa. No doy pie con bola. Pienso mucho pero no sé lo que pienso. Siento mucho pero no sé le que siento. Miro mucho pero no veo nada. Preocupaciones grandes debo buscar hoy dónde resolverlas. Las pequeñas se resuelven solas.
Las artísticas literaria cinematográficas que a ti tanto te preocupan. Que a todo el mundo parece preocuparle. En mi mundo reducido ha entrado ahora tu novela. Empecé a leer Todo es mentira en las películas (editorial Baile del Sol). Se la pasé a mi adorada mentora en esta isla. Ya te diré lo que me dice. Si me dice bien te lo diré. Y si me dice que no le gusta, te diré mentira, que sí le gustó. Tengo que aprender a mentir, aprender inglés y, don Nítido, un amigo escondido, acaba de recordarme que tengo que renovar el carnet de conducir. Y mi amada mentora me dice que me bañe con jamón. Bueno no sé. Del barrio cogieron ayer a uno que robó 600 euros de perfume en Las Américas. Lástima. Por las noches, suelo bajar del frío de la casa al fuego del bar de Nally. Donde suelo hablar con ella y con Rosa. Dos dominicanas. ¿Cómo no acordarse de P? Y luego tú me nombras el Tirso de Molina. En este bar que tuvo en Gijón el burlador de Cornás, pasé varias gratas noches de comedia con Alberto. Recuerdo ahora una, que llegó la maipiola Pilar convertida en una furia, pelea de saloom del oeste contra el hombre de Cornás. ¿Qué será de Francisco? De P hace un siglo que no sé nada. Y de ti, en ¿qué escaleras estás ahora?
Bueno, a ver si mañana o pasado te hablo de cine y de literatura. Por lo pronto, a ver si te puedo pillar a buen precio Cucarachas con Chanel. Apunta este título.   
Besos.

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