lunes, 4 de marzo de 2013

días menudos


viernes
Hoy vi al poeta XXX. No se ha ido. Yo bajaba hacia la rotonda de la avenida Venezuela, donde el camino se bifurca. Seguir hacia Cruz del Señor y avenida de la Cárcel (hoy Tenerife I) o bajar por la vía de Zerolo, con la vista hipnotizada en el cauce blanco del barranco.
--Tú quién eres para corregirme a mí --me dijo una vez, con energía. Energía de vanidad pretenciosa. Lo que tenía de poeta se lo quitaba la vanidad. Mi genio había puesto correctivos, sin vanidad (yo no tengo vanidad, qué pena), en el borrador de su libro. De las correcciones no salvó ni una. Sacó el libro como él quiso. Con hierba buena y mala mezcladas. Sin las necesarias podas para clarear las sombras.
A veces me entran deseos, cuando tengo felizmente la cabeza en blanco, de pillar por los tobillos su poemario y dejarlo sin manchas de aceite. Eso si me visita el genio corrector, que ya acude a verme con menos frecuencia. Ese es mi oficio. Limpiar la mierda. Esa es mi función en la empresa donde mi amante no me presenta a su marido, que es el jefe, no sea que el jefe me caiga simpático, le haga la corte y me ascienda a trabajos de espionaje interno, que es lo que a mí me gusta: expiar las vidas ajenas. No, mi amante no quiere que prospere dentro de la empresa. Teme perderme. Mientras esté en el ínfimo escalón, estoy a su merced. Si no me comporto, el despido es fácil. Lástima que ya sea tarde para dedicarme al oficio de puto. Tenía que haber sido gigoló, como el héroe de la novela que trabajo actualmente. En fase de encender una vela azul a ver si acude el genio corrector y dejo eso como si lo hubiese escrito quien lo escribe, un tipo que no soy yo. 
El tal héroe puto va por la vida, como es obvio, sacándole dinero a las señoras. Yo no puedo, no siempre puedo. Me educaron como si eso fuese una cosa fea. Lástima. Carezco, además, de dotes físicos y morales. No tengo belleza ni picardía. Soy un soso y tiendo a un desorden crepuscular.  No sé qué hago yo contando la vida de nadie. Últimamente  no me produce sino dolores de cabeza, vértigo y mareos.  Hay palabras, propias y ajenas, que pesan más que el plomo. 
XXX siguió caminando por la avenida Venezuela, hacia las vías del tranvía; yo me desvié a la izquierda, por la vía a la vera del barranco, por debajo de la ciudad.

sábado
Sorprendido con el libro La galería de espejos. Gloria T Dauden es una autora camaléon. Puede meterse en la piel de cualquier historia y de cualquier personaje. Animal, humano o mosntruo de perversidad y curiosidad. Tiene cuentos que respiran con fuerza y con esqueletos que sujetan con brío la carne, la palabra o como se llame.
Gloria T no irá el martes a la radio.

domingo
--Chito, eres un sinvergüenza. ¿Cuántas novelas has escrito con cosas de mi vida? --vía móvil, llamada de una persona que emplea el insulto para llamar la atención. Recuerdo a M, pazdescanse. Quiso llamar la atención. No se la dimos. A los diez minutos se ahorcó en su casa. Muerte en la muralla. Sexo y muerte en la zona de la muralla. No creo que escriba esa historia. Hay algo desalmado y frío en este oficio, como el de cirujano. La moral de un hombre --no contar historias de los demás-- no es la moral de un escritor. Ni tampoco escribir bien. Es como decir que la moral de un ladrón es robar bien.

Mañana me toca limpiar el túnel escultura del parque. Veo con la imaginación o con la fantasía pasar por ese túnel estrecho a una cucaracha y salir por el otro lado convertida en libélula. A mí no sé lo que me pasará cuando me meta por un boquete y salga por el otro. Espero que algo bueno. Que entre pobre y salga rico. Que entre cambado y salga derecho. Tonterías.

--Tú no tienes que escribir la vida de nadie --dijo Pepa.
Y tiene razón. Es curioso lo que me pasa con mi amiga Pepa. Una sentencia suya cobra un valor absoluto. No tengo que pensarlo ni discutirlo. Sé que lo que dice es cierto. Grato es ser obediente cuando encontramos a quién sabe mandarnos. No debo contar la vida de nadie.

Lunes
Esta tarde en el Parlamento de Canarias en Tenerife, a ver qué cuentan de la vida y obra de Viera y Clavijo. Iré a hacer bulto, porque supongamos que a veces es mejor hacer bulto que no hacerlo. Pero a lo mejor, cuando salga de la presentación de la obra completa del ilustrado Viera y Clavijo, me sentiré un poco menos ignorante que al entrar. O al revés. No sabemos nada. Los vaticinios para el día 9 en El Generador, calle del Clavel. 

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