viernes, 22 de marzo de 2013

mierda apestosa

Sueño malaje ayer noche. Iba con Anghel y otro a casa de SA, junto a un parque natural paradisiaco, con un arroyuelo de aguas mansas donde disfrutaban piragüistas, monitorizados por don Nítido. En la casa, el otro elogió hasta el hastío el bien que yo iba a hacer con su novela. Por qué me meteré yo a hacer algo con novelas de otros, pensé. Pensé, pero ya me había comprometido. Ese mal tiene beber. Se compromete uno a lo más bobo. Pero me gusta cumplir la palabra que doy. Aunque no siempre lo consigo. La novela en vez de páginas eran frascos de perfume. Bueno, había jolgorio allí dentro. Buen ambiente. Una mujer guapa quiso compenetrar conmigo y nos escondimos en una habitación, no de lujo pero medianamente aceptable la habitación. Nos metimos en el camastro. De otro cuarto contiguo salió un bruto, un tipo gorila, que recriminó a la chica por lo que estaba haciendo, tiró sobre la cama un rolete de mierda y meó de cara a la pared, para marcar el territorio. Volvimos a la sala. Sus amigas de fuera se rieron de su fracaso. Volvió a aparecer el bruto, enfadado como un cochino. Me amenazó con un mazo de hierro. Tuve miedo a que me rompiera la crisma, pero conservé la sangre fría y lo convencí para que me ayudara a pintar el fondo de un cajón de gran tamaño. "Tú ponle blanco alrededor de la figura". Al principio pareció gustarle la cosa. Pero otra vez se enfadó conmigo y con la chica. Entró en la habitación y regresó con cuatro roletes de mierda, que lanzó dentro del cajón. Le dije a ella que se fuera y quise volverlo a calmar. Pero uno de los roletes había caído fuera del cajón, y el hedor era insoportable. Nunca hasta ahora, que recuerde, había soñado con olores. Me escabullí a la zona de los piragüistas. Don Nítido no quería mi presencia por allí, pero aquello era sólo una zona de paso y ni ganas de molestar a don Nítido. En un subterráneo observé cómo una serpiente de agua se alimentaba con unos pobres animales adormilados en la orilla. Salí del subterráneo. El puto loco me siguió los pasos. Me dijo que había un sitio en lo alto del monte donde se celebraba un baile, en un sótano. Fuimos. Tocó a la puerta. Dejé que bajara las escaleras. Me di la vuelta y salí corriendo. Vi a SA con un fajo de billetes. Le pedí 10 euros. Necesitaba dinero para coger la guagua y alejarme del hombre bruto. Luegué a San Andrés. Me asomé a la ventana donde Pepe escribía. Me dijo que pasara. Abrí la puerta, entré, la cerré y se volvió a abrir. Era aquel hombre, que quería matarme. Yo empujaba para cerrar la puerta y él para abrirla. Lo último que recuerdo es gritarle a Pepe que llamara a la policía.

desperté. Oí sonido de mensaje en el móvil.

"Ya he visto tu cuento y "tus" fotos (--se refiere a Lunula 27--). La has cagado otra vez, pollaboba, pero gracias a eso este número ha cogido un aire y un sentido como nunca antes. El problema ahora es ver cuál de las dos partes triunfará: la escritora o la manipuladora. A no ser que ambas vayan juntas, claro".

Ayer Anghel nos invitó a comer a Alejandro y a mí en el Puntero, y luego a la Malavida. Buen ambiente. Me gustó el cantante Cuenca. Me gustó bastante. No hablamos de presentaciones sino de hechos más de hombres. Anghel es mi amigo. Pero todavía no nos damos por saco. Le deseo lo mejor. A mí también me deseo lo mejor.

Por lo demás, cuando me miré al espejo esta mañana despues del leer el sms, para afeitarme, no vi la cara de mi hermano. Vi la mía. Claramente la de un pollaboba. No lo puedo negar.

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