viernes, 26 de abril de 2013

descubrimiento en Casa de la Cultura

Ayer en Mala Vida

Mandy Rivero puede ser poeta pero no recitador. La voz no lo ayuda. Y tocador de guitarra tampoco es. Él ama la guitarra, pero ella no lo ama a él, no le da la vida, el sentimiento y el pensar, sino acordes desvariados de mujer que engaña porque tiene sueño. Y el cantante, demasiado sinatra para mi gusto. Unos por poca voz y otros por mucha, no corrió en el escenario fuego de calor.
La barra fue otra cosa. Con Luisa primero, que prefirió irse con Juan en vez de mandarlo a acostar y quedarse conmigo. Y luego Ángeles. Por fin algo realmente bello en la peripatética Santa Pus. Pablo Castel, el de El túnel, comienza diciendo que escribe para el único lector que podrá comprender su novela. Yo, exagerando, podría decir que he escrito Vertical blues para Ángeles, la lectora que ha comprendido el fondo de todos los fondos de esa novela. Y el estilo. El padre de ese estilo, realismo punto cero, llegó más tarde. Con humo en los bolsillos y blues en los negocios raros. Me retiré porque demasiada felicidad me hace débil. Se me debilita el corazón. Pero si Vertical blues entra en el Baile, que el Sol de mi amigo la ilumine.
Cogí el tranvía en Guimerá, donde mañana Juan Boto escenifica no sé qué de la palabra, me lo dijo Luisa.
En La Paz me fijé a ver si se subía el protagonista de El sueño de Goslar. No lo vi. Nadie con esas características. De esta novela, leída cuando aún era sueño de novela (obra publicada y bien estampada), me acuerdo del robo del guerrero de la Rambla. Un episodio tan inverosímil que no sé si, a la postre, es lo más verosímil de la obra más reciente de Javier.

Y ahora en la Casa de la Cultura, con un descubrimiento que me emociona.
Esperando la vez, tropecé con un libro de poemas, un autor de Las Palmas. Descubrí a un poeta hermano. Es como si este autor hubiera podido escribir Llorad las damas, y yo

Dame un nombre

de David Pulido Suárez

Idea, colección Vid nueva


Le robo un poema:

Quizá ese sea,
justo,
el día que me llames
para tomar un café o charlar conmigo
porque necesitas
(como yo lo necesito)
contarle a alguien
que hoy como ayer
mereció vivir.


nota: el último verso es, literal: "no mereció vivir".
El "no" no se lo robé. Dice lo contrario de lo que siento, así que lo siento y que me disculpe el autor de Dame un nombre. David Pulido Suárez.

Y ahora a Valleseco. Patria recóndita.

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