sábado, 20 de abril de 2013

no me he olvidado de usted

Es una suculenta de las que formaban un muro a la entrada de San Andrés, en los tiempos de antes, y que ahora me acompaña en una maceta de dos pulgadas junto al teclado. Suave las hojas, espinas en el tronco. Así es la dominicana que no sé quién es. Esto quise decirle cuando se ofendió. "No sé quién eres", el verso de una canción. Sonó fatal "no te conozco". No son sinónimos. No sé quien eres es como desnúdate. No te conozco, mándate a mudar. Se mandó a mudar, pero la cacé. Como el hombre del saco a los gatos. Entró en la nasa.. Volvió por el bar de Nally, la dominicana.
--¿Cómo te llamas?
--Como soy bolichera, para ¿qué quieres saber mi nombre?
Fue práctica, quería saber si era verdad lo del hombre del saco. No, no era verdad. Era un operario de Refugios Cochino. Y portaban jaulas, no sacos. No sé si peor que lo otro. Hoy los gatos estaban otra vez en la calle, en los jardines, bajo la ventana de la señora de los gatos. Atontados. Con las cabezas como la mía, con las ideas más lisas que un boliche. Seguramente el calor.

el calor que anunciamos la noche lunula en Mala Vida



el actroz 
Chito

los animales del público
capitán M y dr R

Y no tenemos más fotos. Ni la de la araña negra, presencia indómita en la puerta de la pared de enfrente.
Y crece la luna.

Ea, ea, busca la abertura,
no te entretengas, sigo tus pasos.
quiero saber, donde está lo bueno,
 oh bella dominicana

(en casa del Dr. R., con destornillador, en el mes más cruel)

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