viernes, 3 de mayo de 2013

cervezas en la nevera

"Dejad que los niños se acerquen a mí. De los que sean como niños, será el reino de los cielos". (Evangelios)

Los niños si, los niñatos no sé. Unos dicen pollaboba. Otros machango. Hay palabras para todos los gustos.
--¿Cuánto vale aquí la hora de internet? --pregunta un cliente.
--Un euro.
--Ponme un ordenador. ¿Me lo puedes poner libre?
--Sí, pero a la tres cierro un rato a comer.
--Vale, me da tiempo.
Es un calvo con nariz grande, ¿no sé a quién me recuerda?
Esto, kiosco Kalypso, está dos manzanas por debajo del bar de Nally.
--Jesús, eres raro --me dijo Nally anoche.
--Soy un niñato, pero lo disimulo, pero no siempre puede uno estar disimulando.
Leía los consejos de Baudelaire a los jóvenes escritores, consejos fruto de los innumerables errores del poeta. A lo mejor copio aquí otro día un resumen. Me acuerdo de qué amor debe tener el joven escritor. La mujer honesta, no, porque esta siempre es de dos hombres. La sabihonda tampoco. Y la actriz, menos. En fin, si hago el resumen a lo mejor digo qué clase de mujer aconsejaba el príncipe de las nubes a los jóvenes que salen al ruedo. Yo por ejemplo, aunque ahora he descendido de joven a niñato. Último libro. Edición de 85 ejemplares. No si si llegan a la mitad los vendidos. Y novela en ciernes, El gigoló, sin saber por qué me entretengo en seguir con esto. Escribir narrativa sólo sirve para hacer daño. No hay bondad en este oficio hoy. 60 años y un niñato.
Hay que atender lo que te dicen los enemigos. Hoy te lo dice el enemigo. Mañana te lo dirá el amigo. Y entonces sabrás que es verdad. No mereces más de 85 ejemplares. O ninguno.
Creo que voy a volver a la pintura. ¿Lo oíste, Príncipe de la Alcachofa? Ya tengo cervezas en la nevera.
  


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