martes, 28 de mayo de 2013

Le preguntan a JLGM sobre Autobiografía de papel, de Féliz de Azúa. --¿Comentará el libro la próxima semana en el periódco? --Debería, pero no lo haré. No pasa de un gracioso disparate. No vale la pena meterse con él. Sería como pegar a un niño. En fin, empieza a caerme simpático el Azúa. La crítca es el mejor reclamo. Imagino al degenerado Azúa la otra noche en el Generador. Con Morgan y Hosmán reestructurando el Santa Cruz antiguo sin levantarse de la silla. Con Dr R de salón en salón hacendo y deshaciendo. O el Cuervo, lo mismo, pero en plan fino, artístico. El capitán M enfrascado en el absurdo. Cansado de la utilidad de los tornillos, los pone a funcionar pero que no sirvan para nada. No me imagino a Azúa intentando seducir a Esther. Jessica, Cecilia, Clara, Sita, Argelia, etc. No sé si la seducción femenina es su base de arranque. La de JLGM no. Mi antiguo amigo se hubiese sentido incómodo en un arte de retrete llevado al salón. Huellas quedan. Nos queda cuerda. Maestro Cochino y cho Mono --don Tigre tuvo que quedarse en Santa Pus, no había sitio en el 4x4-- subieron al mirador entre Gaviotas y Teresitas, morena y rubia, y dejaron restos, detritus, de la noche de los animales. Dentro de una semana, nueva visita de inspección. Estudio, las transformaciones de la mierda al aire libre. Y yo medio agripado. Dios me jodió. Espero que no me ahogue. Viejo, comparto cien por cien esa alegría. Y la próxima vez FUEGO. O tiro al Arte. La cosa no ha hecho sino empezar. Y cuando la cosa comienza bien, sigue mejor. ¿No es así, pequeño burro?

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