viernes, 12 de julio de 2013

iconos de esta tierra:

Denle al vano el oro tierno
Que arde y brilla en el crisol:
A mí denme el bosque eterno
cuando rompe en él el sol.

Yo he visto el oro hecho tierra
Barbullendo en la redoma:
Prefiero estar en la sierra
Cuando vuela una paloma.
...
¡Díganle al obispo ciego,
al viejo obispo de España,
Que venga, que venga luego,
a mi templo, a la montaña.

----- José Martí.



Subo a La Laguna, a Orfeo La Paz. La paz es una entelequia, no existe. Orfeo sí. Recuerdo que su cabeza la arrojaron al río. No sé si eso lo sabe la autora. Sabe otras cosas. Es de La Rioja. (Gratos recuerdos de Logroño con Roger Wolfe.)
--La mujer del director de la cárcel --dijo Anghel la otra noche (cuando el diálogo entre amigos fructificó en Marcelino un sueño en que el que me hacían un consejo de guerra, porque había hecho una pintada en Santa Pus. Le preguntaron de qué me Conocía. Es mi amigo, dijo él. ¿Y está usted de acuerdo con lo que pone la pintada?, etc.)--. Gente a la que un fracasado como tú --concluyó Anghel-- no conocerá en la vida. Para esa gente, tú no existes.

Más tarde, cuando regresé a casa pasando por la Cucaracha de Miró, esa escultura en La Rambla, hice una cena desnuda, pegué un mordisco de pan alemán, procedencia de Clara. Y recordé que a veces pienso, luego existo. La masticación del buen pan me hizo recuperar el tonal.

--Disculpen que no hable con acento canario. Tengo mal oído --dice la autora de la novela con trama turca- canaria...
Estoy sentado en primera fila con el poeta Domingo. El poeta me habla de su poesía.
--¿Te estoy molestando?
--No, en absoluto. ¿Qué tal Ignacio el otro día?
--Muy mal. No sabe recitar sus poemas complicados. Está fabricando un partido político.
--¿Cómo Mario Conde?
En esto sale una señora a cantar en el escenario. El micrófono está estropeado. El maestro de ceremonias intenta arreglarlo y lo que hace es subir la música. La cuestión lírica no funciona ni con el micro cuando lo arreglan. El arreglo es que estaba apagado. Era cuestión de encenderlo. La cantante, buena estampa de mujer, repite la primera canción y entona otra. Y se va.
Un señor con barba, el director ceremonial, dijo que le iba a pasar la palabra al mantenedor.
El mantenedor no sé cómo se llamaba. Lo hizo bien. Habló bien de las carnes con papas y el conejo en salmorejo. Y más comida que hay en la novela. Y entre comida y comida, un mapa. En esta no se sabe todavía bien de qué va el mapa. En la siguiente, aún inédita, sí.
--... y mi agradecimiento a ... que me ha corregido los guiones de diálogo --y habló de que en el público estaba el hombre que inspiró la creación del personaje capitán Perdoma, de la Guardia Civil.
Quién era la persona real que le inspiró el capitán Perdoma, no lo sé. Sí reconocí a un alto cargo de la cárcel. Cuando estuve allí, condenado a trabajos forzosos, a raiz de un desarreglo dialéctico ese señor me despidió de la condena.
--Márchese. Usted ya no trabaja aquí.
Hubo denuncia. Yo también hice denuncia. El caso quedó archivado en la Justicia de Santa Pus.
A este señor lo acompañaba una dama de cuento. Bella de justicia. En fin, no supe más porque me fui con Alejandro, arrastrando Rap una maleta desarreglada, destino Intercambiador, y dejé atrás sementeras de ayer.

Quien sí me conoce es Juan Royo. Me lo encuentro en calle El Clavel. Hace varias semanas le pasé Vertical blues para que hiciera o hiciese con esa novela lo que don Mono, en la academia Chitoski, hace con otras. Corregirla como si la hubiese escrito él. Con el mismo desparpajo e impiedad que trata uno lo propio cuando hay que ponerse serio. Se da cuenta de que el estilo de esa novela no me pertenece a mí sino al narrador. Me habla de la atmósfera y de los personajes.
--... de novela negra.
--No me importa lo que esté bien, sino lo que está mal.
--Repites...
--Yo no; el narrador.
--... cuarenta veces la palabra edificio en dos páginas. Le coge uno manía al estilo descuidado del narrador. Y no va a ser un beséler, no hay interrogantes... bueno, voy todavía por la página 35.
Sí, es cierto. No hay interrogantes. Al narrador le apuñalan al hermano, lo internan en la UVI, y lo único que le procupa es que ese su hermano, un pinche tirano, se recupere y le siga moliendo la batata.
--Y lo que escribes de Cucarachas con Chanel está muy bien, pero no pega ni con cola en esa novela.

Una hora después ya estoy en el barrio, en el barito de la murga Lenguas Largas. Un gran caldero al fuego.
--Mañana y pasado --me dice Sonia-- hay habaneras en la calle La Noria, y nosotros ponemos un kiosco, con garbanzas, tortillas...
Avisado quedo. Calle La Noria. Habaneras. Garbanzas compuestas. Tal vez se acerque por allí alguna animal. Me enamoré de la décima cubana desde que oí una que hablaba de Donato, un doctor que tenía un aparato que curaba de lo mejor. Luego, en el coche de mi padre, cuando iba a buscar a la montaña leche de vaca, oía continuamente otras...

y una guitarra tocando
cantaba también romances.

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