lunes, 12 de agosto de 2013

notas de viaje

Hay libros Alfombra Mágica o Felpudo Mágico, y libros simplemente Alfombra o simple Felpudo. Lo consideró no sé si el cura o el barbero del Quijote, y así evitó alimentar el fuego con Tirante el Blanco y otros.
 Hablo de Alfombra Mágica --Distrito Ficción Santa Cruz (DFSC)-- cuando digo Retrato de Marlou Diesel o Ídolos de bruma o Puerto Santo; y hablo de Felpudo Mágico cuando nombro Crimen, de nuestro divino Agustín Espinosa. (El felpudo mágico es una alfombra mágica desterrada a una bastilla, como Sade.) En medio, los simplemente alfombras y los felpudos comunes. A los que de vez en cuando se les pone atención para quitarles el polvo. Como se hace con los libros poco usados pero que están ahí.

Hay otras tres categorías en cuanto al proceso de creacción. La obra es una cagada, un escupitajo o una eyaculación. Por supuesto, la obra eyaculada es comparable con el oro en la alquimia, y las otras dos con menos maduros metales. Una cagada no significa una mala obra, hay cagadas duras y diarreas flojas, cagadas de burro o de hiena --nada que ver unas con las otras sino que nacen de la misma fuente--. Etcétera todo lo demás. Pero el proceso de creación lo dejaremos si puedo concluir este viaje por las Cucarachas con un encuentro con Dr R, personaje clave, clavísimo, de la novela de JRamallo. La conciencia de la escritura, Dr R., es un componente, la columna que sostiene la cúpula de la novela. Como en El Quijote el moro que escribió El Quijote.
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Estos apuntes dejé en borrador antes del viaje a otra isla, a la ciudad de La´Palmas, ver Santa Pus desde la distancia, y apreciarla desde la comparación. Allí Néstor de la Torre y Alonso Quesada. Aquí Oscar Domínguez y Agustín Espinosa. Allí la sobriedad y la pasión de vivir, la comedia, y aquí la tragedia, las sombras del infierno o la penumbra del purgatorio, cuando no en el limbo. 
Clara, a quien no le he dicho que he vuelto aunque aún sigo de viaje, desconectado, se burla llamándome don Papelito. Porque escribo en papeles y servilletas. Esta vez me llevé una libretita con elástico. Le corté el elástico con unas tijeras y me ha servido para llevar el orden y el concierto. Hay que ser disciplinado. Cartesiano. Eso estoy también aprendiendo en este otra viaje, de líneas que se cruzan con la realidad, por Cucarachas con Chanel. 
De las notas ahí grafiadas, me quedo ahora con unas que se relacionan con lo que prometí: recopilar lo que otros han escrito de Cucarachas, sobre todo (en mi memoria) Eduardo García Rojas y José Lizundia, en sus blogs. 
Las notas están relacionadas con el acierto de Lizundia cuando nombra a Kafka.     

Que Kafka quiso quemar su obra inédita, no lo dudo. Se alude a la posibilidad de que Kafka dudara: de estar convencido, hubiese él mismo quemado la obra.
Hago un cuento de fantasmas. Al estilo de Gloria T. Kafka muere con la certeza de haber construido una tragedia sin dioses y sin héroes. La heroicidad en la obra de Kafka es tener suficiente aguante para sufrir un destino infame. Situaciones atroces son contadas como hechos corrientes. Pero ninguno despierta la risa. Kafka muere con el remordimiento de no haber escrito una comedia y queda adherido a este mundo. La fantasía no tiene límites. Kafka llega a Tijoco, sur de Tenerife, y recorre el camino de Ramallo. De aquí a considerar Cucarachas con Chanel como la comedia que Kafka no acertó a escribir, hay sólo un paso.


continuará

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