sábado, 7 de septiembre de 2013

APUNTES

... street style, acid touch, rotos y oversize son las dos claves de los pantalones favoritos de los celebs, full denim...
La fijación por el inglés en la lengua de Cervantes es evidente. Es el nuevo latín. Lo que hacía el latín en su tiempo lo hace ahora el inglés. Sólo que el latín cumplía esa función cuando ya había muerto como lengua vulgar. (La culpa la tuvo La divina comedia?) Era el idioma que aunaba las distintas lenguas románicas. Cuando ya estaba muerto como lengua hablada. Cosa que no ocurre con el inglés. Lo hablan hasta en Gibraltar. En cualquier periódico o revista, la abundancia de anglicismos ya se sale de los límites que puede retener un ignorante. Yo estoy en el lado contrario de David González, que predicaba con fervor que fueran los ingleses los que aprendieran español. No estoy de acuerdo. Ni con el poeta de San Andrés de los Tacones (Asturias) ni con el lingüista Lazaro Carreter. Hombre que odiaba los anglicismos sintácticos, los agusanamientos semánticos anglóficos, los bermudas y era fans del Zaragoza, académico de la Real Academia Española de la Lengua Castellana que no por eso no echó pocas veces pestes del Dioccionario de su institución, y alabó el de María Moliner.
En estos momentos, los anglicismos en español --sobre todo en revistas coloreadas-- pueden que estén en similar proporción que los arabismos (y berberismos, supongo). Para saber esto, hay que consultar a los especialistas. A mí los resortes del idioma me interesan como oyente; no puedo decir gran cosa. Así que dejo vivir, si los asimilo, esos palabros, expresiones y hasta giros sintácticos que se incrustan en la lengua española como los cristales en la rusa caníbal de la película Kick-ass 2, la de The Motherfucker. Juan Cruz abominó del horror del doblaje, y es verdad, un motherfucker (me ilustra Atteneri) no es un simple son of abitch, aunque este hijoputa del cine era más bien pacotilla quemada en paja, un niño pijo que mató a la madre y se lavó las manos después de mear. Gran cabrón pero limpito y a la última moda. El último lavado de cerebro se lo hizo un tiburón que tenía hambre. Mal doblada pero tiene su encanto la película. La dieron en el Centro Comercial. Hay que ir en guagua. En fin, que un idioma se incrusta (que no me oiga Carreter) en otro primeramente de un modo sutil, está ahí, lo tenemos a mano, hay que entenderlo. Igual ocurre con las diversas historias que fluyen en Cucarachas.
La máquina por dentro tiene tres caminos. 1) Gabriel visto por Santa Pus (Santa Pus vista por Gabriel). 2) Historia narrada en tercera persona (casi pdríamos decir "tercera persona lejana") con lectores fans de esa historia, en un estilo de periodismo por entrega, y que nos ofrece una parábola actual del linchamiento popular, una suerte de restauración del circo romano donde los lectores son los que rodean al césar en las gradas, a resguardo de los leones que se comen al cristiano, en este caso un padre acusado de matar y violar a su hijo. Pronto se demuestra que no hubo violación; la gula de truculencias queda frustrada. Y con más ardor los romanos gritan a los leones que se coman al cristiano. Es la parte culebrón de la novela. Narra el culebrón en sí y las reacciones verbales de los que ven la comedia, el público lector, animando a los leones de la Justicia a que trituren a ese cristiano, "ese criminal que quemó Roma".
En contraposición con 1), 2) es la comedia sangrienta y el bullicio en el espacio publico. 1) ocurre en el espacio privado, en la mente de Gabriel en sintonía con Santa Pus.

Jose me dejó pal viaje Torquemada en la hoguera, en una edicción (aquí anglicismo que exprese admiración como si el libro fuese una mujer, preciosa por fuera y por dentro). En el Torquemada de Galdós también oímos a este avaricioso y su diálogo con la ciudad, esa parte de la ciudad que conoce, que es su entorno. Esto ocurre en toda novela genial, cuando la obra deja de ser palabras y es principalmente hechos, hechos que hablan. Pero vemos y oimos a Torquemada el Peor desde fuera. A Gabriel lo oímos por dentro.

En el camino 3), que explico ahora, los narradores se diluyen, y es la propia narración la que deja ver su mundo. Estamos hablando de escritura, estamos hablando de estilos, y de cómo tres estilos distintos se aúnan en una novela. Y no me saltes con el chiste de la santísima trinidad. En el camino 3) no hay narradores (ni visible ni invisible).
El camino 3) funciona como frontera entre 1 y 2. Para entendernos, llamo a 3): "papeles encontrados". El recurso "papeles encontrados" no es nuevo. Recuerdo que es importante, están moviendo engranajes de la historia, en el  Ulises, en Jubiabá, en Bajo el Volcán, etc.

El Murillo navega. Está bien la comida a bordo. Horizonte redondo a estas horas de la tarde (último domingo de Agosto). Ya no hacen fiestas a bordo como antiguamente. Me quedo con movidas de pasajeros y tripulación, nada importante. Recuerdo el título El zahorín del ¨Valbanera". 

La novedad en Cucarachas --por lo menos para mí-- es que en ella los "papeles encontrados" no están inmersos en ninguna de las otras narraciones (a su vez aparentemente independientes entre sí) sino que ocupan por sí mismos enteros capítulos. En los tres primeros capítulos de la novela (quizá merezcan otro nombre los saltos ¿rayuelescos? de página), 2) une la frustración de Gabriel con el niño ¿asesinado y violado? en 3). La piedra que rebota en el mar de las palabras, es tiempo presente en 1, tiempo futuro en 2, y tiempo pasado en 3. La paradoja es que estos tres tiempos verbales fluyen al unísono en toda la novela, y entrelazan sus símbolos (los asuntos cruciales de la trama)
 *

En el muelle de Santa Pus, me escanearon la maleta.
--Qué lleva usted ahí?
--Dos cigarritos de hierba.
El agente sonrió. 
--¿Qué más lleva?

Busco un lugar tranquilo en la cubierta donde fumar. Cubierta 8.  Donde están los bares (Bar Corsario y Salón Mediterráneo) y la casa comida (self-service) Los Patios y una tienda sin nombre donde venden pijadas y revistas para mujeres conocedoras del inglés. Calle comercial. Los edificios son las butacas, donde duerme el pueblo (la clase media viaja en camarotes con vistas) que no gasta un céntimo. Por fuera, a babor, un largo pasillo por donde azota el viento de proa, menos al final, resguardado. Allí fumo y veo que el mundo es inmenso. Una inmensidad que cabe en la conciencia. Siento la tentación del abismo, casi la certeza de que si me lanzo al mar, me fundo entre las aguas y el cielo. La tentación se hace peligrosa. Mejor me meto a cubierto y me fundo con el barco. Murillo. Nombre de pintor. Y me hago a la idea de que 1 es el camino del barco y yo soy Gabriel en Santa Pus; 2 es el cielo, las señales del cielo, y 3 es el mar. Gotas en el mar de la historia. 
En la tele de mi salón de butacas: Bretón acusado de matar a sus hijos. Cristiano en el circo romano. Los antiguos víctimas serán siglos después los inquisitoriales verdugos. Y la víctima, entre millares que ni sentimos ni padecemos, entre otras, el guanche a quien quemó la Inquisición por decir en voz alta que San José fue un cornudo. Siempre hay gente que se mrece que la coma los leones, el fuego, la gillotina, la bomba atómica, algunas veces por amor amor a la verdad y la mayoría de las veces por ajustes de cuentas económicos. Reprimidos asesinos, reprimidos pederastas, suelen esconderse entre los más airados paladines de la moral de conveniencia. 
mientra, las brujas ya pasaron de ser cenizas a salir airosas en la tele. Lo que hoy condenamos, mañana lo llevan a los altares. 
--Nosotros tenemos cucarachas al lado dellos --gaditano que habla de barcos de guerra americanos y españoles--. El Príncipe de Asturias es un mosquito al lado de...
Por fin atracamos en Cádiz.

LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA
GADITANO
PRÍNCIPE DE LOS ESCRITORES DE AGRICULTURA

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