jueves, 24 de abril de 2014

Hoy precioso día en el parque. Horas de color y punto cubano.
Tú quieres que no te quiera
y yo quiero no quererte
pero no quiere mi suerte
amenguar esta querencia,
tú eres en mi conciencia
como la savia en un roble
que lleva a sus ramas nobles
los calores de la tierra,
y trenza amores que encierran
las peleas de las flores.


*


García Márquez. Lo vi una tarde en Venecia. No me pareció ningún santo. Más bien una figura de escaparate. Un figurín con guayabera, o no sé qué prenda impoluta llevaba, color café y leche. No me saludó. No lo saludé. De sus lecturas, recuerdo con afecto Mis putas tristes e Historia de un náufrago. Como hombre, como ciudadano del mundo, que lo es, me despertó la curiosidad el juicio con el náufrago, que reclamaba coautoría de su historia. El premio Nobel se la negó, la Justicia sentenció a su favor. Fuerte comunista, fue mi primer pensamiento. Hoy ya no tengo ninguno. Un autor no tiene por qué ser una buena persona. Autores de peso que son unos cabrones los hay bastantes. Lo malo no es que sea marrullero el autor que ofrece obra valiosa. La comedia es que lo sea el mediocre. Bueno, he saltado de venecia a Santa Pus, ciudad cucarachera. Cosas que ocurren y callo porque ya este blog no es lo que fue. El blog era mi psiquiatra. Ahora no. 
 
Del puñetazo de Vargas Llosa (cómo me interesa el comadreo, no tengo corazón) tampoco sé nada. Un día lo vi tranquilo mirando cuadros en el Reina Sofía. Yo llevaba en el sóbaco un ejemplar de la novela El negro. La verdad, me dieron ganas de regalarle la novela e iniciar una parbularia amistad. No lo hice. Me libré. No soy devoto de Vargas Llosa, ni de García Márquez. 
Sí lo soy de Andrés Chaves. 
Entro en su mundo (todos los días en El Día) porque me hace apreciarlo. Sabe contarlo. Tiene estilo. Y sabe pensar. 

*
Mañana comienza el encuentro de escritores en La Orotava. Lo organiza Graciliana Montelongo. Conmigo se portó como un hada madrina. Me invitó. A comer en la casa Lercaro y leer décimas en La Universidad. Contento que estoy. Y con el chiste negro del sobre negro, más todavía. Me muero de contento.

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