martes, 1 de julio de 2014

hombre de poca fe...

Por ley podríamos defendernos, pero si somos honestos con nuestra falta de honestidad, nos reconocemos delincuentes. Ese es el motivo. La delincuencia al poder. El poder del arte, de la literatura, de la música, de la pintura y de la madre que parió al apuntador, el cabeza de turco si pintan bastos y la Justicia se nos echa encima (o se nos pone debajo) porque descubre nuestros reales motivos. El apuntador tiene la culpa. Si Celestina no muere sino que convierte en estatuas de sal a Pármeno y a Salustio, es culpa del apuntador. Nosotros somos actores. Los autores ya no existen.

¿Dinero? ¿Se preocupan los pájaros del monte? La mecenas se acerca. La mecenas es alemana. Tiene tratos con las fuerzas ocultas. 
--¿Quién va a ganar? --pregunto, sin creerme eso de que es bruja, en el feo sentido de la palabra.
--Esta carta es Alemania.
La pone sobre la mesa.
--Esta es Argelia.
La pone sobre la mesa.
Las vira boca arriba.
A Alemania le salió El Diablo. A Argelia, La Rueda de la Fortuna. XV y X.
--Gana Alemania. Llegará un momento del partido en que Alemania recibirá la ayuda del Demonio y Argelia perderá la protección de Dios. Así fue. El extraño de Schürrle, casi un churro, acabó con la gracia que hasta entonces tenía M´Bolhi, el portero argelino. Alemania ganó. Nos conviene.
Mecenas contenta, mecenas generosa.
--Buena cosa se traen ustedes entre manos, caballeros.
--Sí, mi señora. Quemaremos el barco.


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