miércoles, 3 de septiembre de 2014

La Regenta, 3

Me alegra el éxito de Alexis Ravelo. Le está dando un cango bueno a Gambín. Con Alexis Ravelo tenemos literatura de verdad, perfume auténtico, no genéricos o agujas que dejan ronchas en vez de dejar huellas. Lo que he leido de Alexis me ha gustado un montón. Igual que... cómo se llamaba el del ciudadano Kane... Orson Wels engañó a la gente con los marcianos, Ravelo engañó a Eduardo con West. Esto no lo hace cualquiera. Necesitamos no sólo entidades sombrías, sino más necesitados estamos de Autores y Políticos. Los que hasta ahora han estado en la cumbre --salvo Andrés Chaves y poco más-- no arreglan esta tierra. En fin, de política estuve hablando con Marcelino la otra noche en el Callejón del Desván, Parra y 18 de julio. El Parra ocupado por Podemos. El 18, unos cuantos vagabundos del Darma, caricaturas del hippismo místico. Marcelino no quiso ni hablar de ejemplares únicos ni de colecciones animales. Él está por encima de esas menudencias. Me recordó al Magistral de La Regenta.  

La regenta es una novela negra al revés. El autor omnisciente es el detective. Un detective honesto (¿honesto? que va poniendo las cartas sobre la mesa sin más películas. Es un julio vernes del horror de la realidad. Se alimenta de Stevenson, de Poe (La Regenta es una novela de terror) y de Santa Teresa. Mister Hyde es el Magistral. Si antes salgo de la película china viendo al Magistral convertido en asesino en serie, antes va y me lo pone así Clarín en la novela. Un asesino que se lo piensa dos veces. Todos los personajes importantes de la novela, menos las mujeres salvo Ana Ozores, se piensan dos veces las cosas. El Magistral ha desembocado en animal que odia la sotana, pero es la que le da protección y poder social, y lo que quiere es matar a don Alvaro y a Ana... Hacer lo que no se atreve a hacer el marido: don Víctor Quintanar. La ignominia del clérigo ya no tiene vuelta atrás. La novela acaba con el tío saliendo del confesonario y tuvo que sujetarse las manos para no degollar a Ana Ozores, pobre mujer ya, sin amante (Clarín no se atrevió a hacer del amoral Frígilis amante consolador de la viuda), sin marido, regresando a la iglesia, a la catedral, esperando todavía un milagro, un simple consuelo, y lo que recibe es el beso de un sapo jediondo. FIN.

La Regenta conecta con el zigurat De Puerto Santo a Santa Pus, con Secretos de Cuba y Cucarachas con Chanel. La Regenta es un folletín clarividente y Clarín es el Dr de Leopoldo Alas.

Sospecho.

Y ahore a Valleseco. Con permiso.

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