viernes, 26 de septiembre de 2014

versos para hoy

Me casaré con Botín,
boda de alto copete.
Invitaremos a Pujol,
invitaremos a Cañete.
Otro invitado es Rajoy
con la Reina y el Rey,
el menú no te lo digo
que sería cosa cruel
y despertará la envidia
que Caín le tuvo a Abel.

No me eches maldiciones
que aún me acuerdo de ti
y te haré llegar unos chochos
y una bolsa de maní.

Tú pasa hambre tranquilo
que yo me voy a comer
y después del gran banquete
vendrá la luna de miel.
Volaremos en alfombra
un servidor y mujer

allá donde la Isla Virgen
es remanso de armonías,
lejos de vanas guerras
de Dios baje y nos asista,
lejos de malos tiempos
de los que tocan la pita
bajando raudos del cielo;
esto no habrá en nuestra isla
sino pájaros canores
y el ademán de la brisa.

Que perdone la Tavío
a la que quise también,
que perdone mi Soraya,
las traiciono por mi bien.

¿Que el dinero se derrumba
en este mundo de hiel?
Para eso está el divorcio
que es acertada la ley.

Y si no hay conejo blanco
volveré a comer las berzas
como comí esta mañana
para recuperar las fuerzas.
Que se quede la Botín
casada con quien esté.
Hay otros cuentos más tontos
que este que lee usted.


*
Tengo por aquí otros cuentos tontos. Otro día. Lo malo, si breve, la mitad de malo. Y lo bueno, el doble de bueno. Como una escritora que se quedó manca una temporada y escribía con una sola mano. El lector se lo agradecía. El estilo era como la navaja de O, con lo necesario, sin menos ni más. Se le quitó la mancura, y ahora escribe con las dos manos. Se enrolla como una persiana. Yo soy su lector favorito. Lo sé. Se lo disculpo. 
Terminé de leer Divisa de las hojas. Tenía que haber hecho como hice con La Regenta, empezar por la mitad. La mitad segunda tiene solidez narrativa, la suficiente. Regresa un manicomio que fue lo más vistoso de las primeras páginas, y aparece la voz de Clara, en primera persona. Una mujer a la que es imposible no cerrar la novela sin un sentimiento de amor místico. Como me pasó con Ana Ozores. Una diferencia entre las dos novelas, la de Clarín y la de María Teresa de Vega, es la consideración que hacen de las confesiones de santa Teresa. Opuestas. Una la eleva por encima de la ley; la otra la entierra en el corazón culpable de un falangista. Creo que debo leer a la santa de Ávila. 

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