miércoles, 5 de noviembre de 2014

escribir por subvención

Marcelino llama porque llevo dos días sin escribir aquí. Si no escribo, me corta la subvención. Eso sí que no. Palabras hay por todas partes, siempre se puede escribir algo. Como lo que soñó una amiga relacionado con varios cuadros míos, concretamente los retratos. Se transformaban ellos solos. Y yo miraba perplejo, como si de verdad me importase lo que le pasase a los cuadros. En el retrato de Nguyen aparecía "Odio, Jesú"; en el de Carmen: "Ni pa eso", y en el de Alejandro: "Qué pena". Los sueños, sueños son; pero algunos puede que signifiquen algo más que la tontería de siempre. 

Pierdo la curiosidad. Donde antes me movía la vida la curiosidad, ahora nada. Las historias pasan de largo sin que me entere de la misa la mitad, y lo prefiero, ni siquiera me interesa la mitad de la misa.

Víctor Alamo gana un premio Benito Pérez Armas. Un premio que, salvo la novela de Jaime Mir y ¿poco más?, parece un cementerio de obras literarias. Víctor Alamo dice que lo que él escribió es "literario", no "género en boga". De este autor he leído poco, y me agrada, no demasiado, lo que tiene de género, y me repele, sí demasiado, lo que tiene de "literario". La verborrea virtuosa se aguanta un minuto. Más, salir corriendo es poco.

Releo Antes de Amanecer, después de cuarenta años. Ya no es esa novela maravillosa que yo recordaba, demasiado sobrepeso en el personaje principal. Los personajes son personajes, reflejan personas, pero si el autor los quiere convertir en personas sobre el papel, la fastidia. Pero me sigue teniendo valor la novela. Un episodio me recuerda el caso del compasivo odioso. El individuo que parece compadecerse del otro y su compasión no es sino un sadismo camuflado. Ejemplo Marcelino, cuando se preocupa de mi mala pata, que en vez de sentirme agradecido, no lo mato porque es mi amigo, y porque no me deja la ley. ¿Quién habrá hecho esa ley que prohíbe el necesario asesinato?

Ayer con Carmen en La Gomera. Viaje con acciones prefijadas y tiempo contado. Pero lo agradecí. Ganas de seguir viendo Tenerife, desde lejos.

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