martes, 11 de noviembre de 2014

estado de sitio

Ayer día grato. Por la noche condumio, con mi sobrina Famara. Su cumpleaños. Por la tarde Nguyen, recibí de su mano un almanaque que fabricó. Hoy día grato. Comí con Carmen en San Andrés. Le dimos a la lengua. Me reprochó que soy un animal. Y yo que lo tengo como un lujo. De los animales me gustan hasta las hormigas. La que no me gusta nada es.... bueno. 
Y si no hay remedio, pronto entrará en el paritorio Lúnula 29 (me rindo, regresó la tilde). García Martín escribió una vez que yo era un poeta surrealista (es decir, un poeta al que preferiblemente había que matar, porque el mejor poeta surrealista es el que está muerto) pero me vanagloriaba como un excelente gestor. Cuando me pongo lo soy. Sé, con mis medios poveras, mover las teclas y hago sencillo lo complicado. Cuando gestiono. Ahora que ya no me siento escritor ni cosa parecida, que sigo con el trabajo de la escritura porque no voy ahora a tirar lustros de papeles al contenedor, escribo como un gestor, gestiono los textos propios como si fueran ajenos, con una frialdad asesina, sin importarme cortar de cuajo tripas incomestibles. Vertical blues lo tengo en la cabez a falta de un par de gestiones. Y anoche casi dí por concluido El gigoló. Ganas de eliminar a algunas mujeres (personajes) pero a tanto no llegué. Todas ahí, que no escape ni una, enseñando sus vergüenzas, que es lo más atractivo, sus vergüenzas. 
Dicen que amo... No amo nada. Me espanta el frío amatorio que me libera de estar cojeando detrás de nadie. A veces me aburro solo en casa, que no es la ideal, pero a veces me aburro con la gente, y aunque ya no necesite ni su calor ni su amor ni su fidelidad ni, si me apuran, su amistad, prefiero la compañía de mujeres. Mi sobrina Famara, mi amiga Nguyen (de nuevo amiga) y mi amada Carmen, y las que caigan. Que me quieran ellas a mí, con eso basta. 
La portada de Lúnula 29 la eligió Jorge Redondo. Anghel seguro que ya no le interesa publicarme. Pensaba hacerle una entrevista, para hacerle la pelota, pero no pudo ser. Entrevistar es un arte, y hay que tener tiempo. Ganas tenía pero no tenía tiempo. Qué pena. Pierdo al editor que me quedaba. Ahora no tengo ninguno. Qué desolación.

No hay comentarios: