sábado, 13 de diciembre de 2014

"--El amor es muy bonito en la fantasía, pero en la realidad se convierte en un infierno." (Dejaste de quererme, Corín Tellado)


El viejo Paco mira el nublado horizonte sentado frente a la puerta de entrada, su bastón sobre la mesa. Tiene cara de haber perdido en la tragaperras. Entra Hilario. Baja de sus cáncamos en Barrio Nuevo.
--¿Qué tal la Cueva Roja? --pregunta Ibrahim.
--¿Aquello? Lleno de gatos. Los están cebando para venderlos como carne conejo en navidades.

Se acerca la hora de la presentación de Las Lunas ( de José Marrero y Castro, ediciones Aguere Idea) en el salón de la MAC. Pago la cerveza y me acerco a la parada de guaguas más cercana, frente a un colegio que admite niños con deficit motor. La triste realidad. Es normal que los viejos nos averiemos y caminemos despacio y con tiento a la última morada. Pero es bastante triste que suceda en un niño.
Entretengo la espera leyendo un libro que me regaló Ramón. Bajó a mi casa a traerme unas sábanas de invierno y el libro. Es el que hojeé en casa de Sita, el que contiene varios trabajos sobre el pirata Cabeza de Perro.
El primer trabajo admite la existencia de un pirata llamado Cabeza de Perro, de Lanzarote, en los siglo XVI y XVII, enamorado de una pastora muy bella llamada María Viciosa, descendiente de moriscos, pero según el autor el Cabeza de Perro más conocido, el del siglo XIX, nunca existió. Fue un invento del novelista Aurelio Pérez Zamora. Habrá que considerar, entonces, que el cuento oral sobre el pirata es fruto de la novela de Zamora. Cuento oral que perfecciona el melodrama escrito: la llegada de Angel García (Cabeza de Perro) a Tenerife, y su apresamiento en el muelle y  posterior ejecución en Paso Alto. 

Presenta el libro de Pepe Marrero (pienso comentarlo en otra entrada) Ignacio Gaspar. Un fallo en los micrófonos, hace difícil oir la voz de Ignacio. Una pena. 
En fin, saludo posterior a los conocidos y conversación en las mesitas de afuera entre Ignacio, Marcelino, Alejandro y uno. Aparte de la escritura, de la novela de Ignacio, este hombre cuenta de una cocinera que hace la mejor carne cabra de la isla, y de un sitio donde con la espina de un pescado sacan una sopa que es milagrosa, y de otro cocinero que quema las escamas de otro pescado pero por dentro de la piel lo deja que te lo comes con cuchara. Sobre la mesita unos manices. Algo es algo.
Bajo con Marcelino a la nueva sede, estupenda, del Equipo Para. Lo primero que vemos es a la Virgen del Condumio. Buena señal.
En el Chino cerca no hay sopa maravillosa ni pescado exquisito ni carne cabra, pero se puede comer. A la salida, como regalo de la Virgen, tres guapas chicas admiten de buen grado un comentario, algo parecido a un piropo, y nos invitan a tomar una copa. Qué bien. 

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