jueves, 29 de enero de 2015

el sueño...

Javier me pregunta si he leído su novela Los ojos del puente. Dice que le interesa mi opinión porque soy sincero y no me caso con nadie. De sincero nada, soy tan hipócrita como el mejor, y me casaría con quién yo sé, pero quien yo sé no quiere casarse conmigo. Se lo pierde. El disgusto.
Le contesto que estoy esperando a que la lea mi hermana o Juan Royo... Mi hermana, al día siguiente del diálogo telefónico, pasa a dejarme un plato de potage de berros. Es buena cocinera. A una buena cocinera, o cocinero, hay que perdonarle todo lo demás. Queda perdonada. Le pregunto si ha leído la novela de Javier. Dice que hasta la mitad.
--No me está gustando. Es una novela esterotipada, insustancial, muy mecánica. No me está gustando nada... Lo de Bermejo y los fetasianos...
Le presto, por fin, Cucarachas con Chanel
Hoy pasó otra vez por casa a traerme una ración de bacalao encebollado. Muy rico. Me dice que la obra de Ramallo le está gustando mucho. La engachó.
Puedo decir que es buena cocinera. A lo mejor tengo que considerarla también como crítica literaria. En fin, que vine aquí (el cíber de las tres mujeres) a copiar el sueño de marras, y ya me estoy yendo por las nubes.

En el sueño los tres personajes que aparecen primero (dos relacionados entre sí, como si fuesen el mismo ser; en la realidad no tuvieron nada que ver) son gente de la juventud a la que ya he perdido de vista. DB por circunstancias adversas, y JA por depravado anímico, y ALimonda por depravado sexual y porque ya falleció. Las otras dos personas, mujeres, están en mi vida actual. No digo más y copio:

Jugaba en una máquina de bingo que estaba junto a otra en el alto de un bar; debajo de cada cartón había un compartimento donde caía el dinero que se jugaba. Abrí unos cuantos con la llave del coche y me embolsé un billete de cinco mil y dos de mil (pesetas). Mis apuros eran darme prisa y esconder rápidamente el dinero en el bolso y en los bolsillos. 
Anteriormente paseaba con DB y JA hacia la iglesia baptista por encima del cine Tenerife (hoy inexistente). DB me dio 35 mil pesetas como despedida... ALimonda también me había dado otras 35 y no aceptó las quince que le quería devolver.
Anteriormente hablaba con mi hermana en el cuarto donde me quedé este verano de la casa de Santa Cruz. FRAGMENTO AUToCENSURADO. 
Más tarde jugué a la máquina de al lado. No sé si saqué alguna partida pero el contador señaló 113 o 130, lo que traducido a pesetas se me antojó 130.000. 
El local estaba muy transitado de gente, tanto arriba como abajo. Llamé al empleado con menos categoría para que viera y me pagara lo que me correspondía. Empecé un itinerario burocrático intentando hacer valer mis derechos hasta que por fin fui a parar con el que parecía el dueño de aquel guachinche, un jovencito imberbe medio pijo, que sin negarse a darme lo que me correspondía, le daba largas al asunto, más que por amor a su dinero, por ganas de trabar una relación profunda conmigo. A mí no me gustaba ni un cacho del tipo, pero no podía arriesgarme a espantarlo sin antes haber cobrado. Hablamos de la vida y lo duro que es mantenerla. En casa de mis padres, le di un vaso de leche, de la que yo, sin tener ganas, tuve que beber unos buches para que la medida en el vaso quedara bien cuadrada.
Nos fuimos lejos, adonde vivía K. El hombre montó una especie de circo cuya naturaleza quedó escondida en mi memoria, y de él salió transformado en S. S y K se disputaban mis versos. Luego resultó que no eran míos sino pantomimas que hacían para tomarme el pelo. Consideré que ya era mucho aguantar, aunque sobre la mesa estuviese toda la fortuna de este mundo, y salí de los aposentos con el propósito de alejarme para siempre. Antes de pisar la calle, me desnuqué en la escalinata (?), y caí en ella muerto. Mientras me llevaban a enterrar, K cosía mi ropa de menesteroso. Me colocaron en el sepulcro y lo taparon con una gruesa piedra que ocultó todo resquicio por donde pudiese pasar la luz del sol.

Ya está. Sueño conjurado. 

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