lunes, 5 de enero de 2015

Isaac...

Envío un correo a Ignacio. En balde. Me señala error, que no llegó. Le hablaba de la charla que, si la cosa va bien, será en la Casa de Venezuela.  No me es ajena a la memoria esta Casa. Allí, in illo tempore, mi entonces amigo Daniel celebró la fiesta de su boda con Nancy. Noche memorable. La recuerdo porque para mí hubo otra boda, pero duró sólo esa noche. En otra ocasión, con nocturnidad, nos metimos yo y otro amigo --Berto sabe quién-- en los jardines, buscando unas matas de planta prohibida. Más sobrio y con más decencia fue otra noche; allí presentó Javier Hernández su primera novela. En fin, me centro en la obra de Isaac de Vega. 
Estoy terminando de releer Fetasa. Dijo Antonio Bermejo que Isaac no tenía humor. No que va. La edición que manejo es la Interinsular Canaria. Ya en el prólogo (de J. Rodríguez Padrón) el primer rasgo de humor. Cuenta el prologuista un episodio bilbaíno en la novela. El caso es que este episodio aparecía en la edición de Inventarios Provisionales. En la de Interinsular, ni asomo.
El humor no es ajeno a Fetasa. Un humor cáustico, relacionado con la muerte. Comienza con el episodio del ahogado, que una vez en tierra se sienta frente al mar, antes de vengarse del viejo escritor, y Ramón se queja de su poca amabilidad hacia él, que le ha salvado la vida. Otro episodio, la visita al médico que le confirma que es un muerto (un muerto viviente) y que está perdiendo el ectoplasma... etc. Y en menor cantidad, también hay un humor dulce, ingenuo. Cuando Ramón, ensatirado, atrapa a la ninfa pelirroja, la muchacha, temerosa, escapa de sus brazos y de su intento de besarla. La pelirroja le cuenta a sus compañeras que el individuo era guapo, atractivo en cierto modo, pero carecía de cuernos en la cabeza y sus piernas no eran de varón...
En fin, no falta tampoco humor en La Posesión. La familiar del héroe, poeta subvencionada, que se rebela, intento de suicidio, cuando el héroe le corta la subvención. Y no falta tampoco humor, esta vez agradable, también ingenuo, en El cafetín, en el encuentro del personaje con la castañera...
Donde no veo humor ninguno es en Antes de amanecer.
Estas cuatro obras de Isaac de Vega son las que manejo para el tema del que quiero hablar, una vez salvado los escollos de las consideraciones generales: el mundillo literario (los habitantes de la república de las letras) en esas cuatro obras. 
Desde el viejo de la casa llena de libros en Fetasa hasta, ya más en materia, los literatos en El Cafetín. Lo que hay sobre el caso en esta novela da pie para hablar más de veinte minutos. Y si trasladamos la cosa a la realidad presente, toda la noche. 
Otro día, si puede ser mañana, diré aquí lo que hay sobre el asunto, o mejor dicho, lo que uno ha visto. 
Pronto pasará la cabalgata por la rambla. Me gustaría ver a los camellos.

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