domingo, 11 de enero de 2015

¿Quién me cura,
doctora,
del miedo grande
que me invade
y no se evade?

¿Quién me cura,
doctora,
conciencia oscura
cuando fui un cobarde,
cuando fui un valiente?

Mi mala cabeza,
rotos los muebles,
no sé la cura
que le conviene.

Torpes miradas
del ojo izquierdo
las cura el Derecho,
de Justicia espada
y su balanza.

Mi ignorancia no cura
ni el doctor chino,
confundo la velocidad
con el tocino.

Me cura bondad de un hada,
los fríos del crudo invierno,
mas si no voy a la urgencia
me deja con viento fresco.

Cúreme usted, doctora,
el alma floja,
añoro las rosas
de lindas horas.

Cúreme usted, doctora,
la triste alma.

¿La pata?
la pata
se cura sola.

*

Escribo la preparación a la próxima visita en el ambulatorio de la avenida Venezuela (otra vez Venezuela) y quedo con Ramón Herar. Me da el nuevo libro de Antonio Gómez Charlín: Nagasaki. Se compone de dos novelas con lazos familiares entre sí. Hiroshima y Nagasaki. He leído la segunda.
No puedo hablar esta vez de encaje de bolillos, desafortunada expresión. La novela fluye y lo criticable es perdonable. Las repeticiones de las veces que anuncia Lorenzo Guzman su suicidio, su fecha exacta de caducidad en esta vida. Es curioso, porque Fetasa comienza con la muerte de Ramón, su personaje. Nagasaki no acaba en buena ley con la muerte del escritor Lorenzo Gúzmán. Un epilogo anónimo da cuenta del suceso, ocurrido el 28-8-2014.
La percepción fetasiana de la naturaleza (por Fetasa, no por el grupo de escritores así conocido) de Lorenzo, que escribe en primera persona su última novela (Nagasaki), se aproxima cuando está en su pueblo gallego. En Tenerife, donde transcurre el mayor tiempo de los últimos días de Lorenzo (y Karen) sobre la isla, apenas hay relación con el paisaje, natural ni urbanístico. La isla la puedes imaginmar como una plataforma. Los lugares Playa Paraíso, Los Cristianos... son nombres que contienen los nombres de otros lugares. Ejemplo El Gomerón, local donde a veces espera Lorenzo Guzmán ir al encuentro con Karen, lugar de comer, es un nombre. Sin embargo uno, lector imaginativo, le da dimensiones y decorado. Uno ve caminar a una camarera amiga que sabe que está sirviendo un nestí a un hombre enamorado. Es más fuerte el escenario de Tenerife que el melancólico paisaje gallego, pueblo y patria del escritor.
Nagsaki es una novela de amor. Entrar en la naturaleza que mueve y cómo se mueve el amor de Lorenzo, es entrar en un laberinto. ¿Amor cortés?, en parte. ¿Amor romántico? Más bien melodrámático. Amor posesivo. Nos vamos acercando al centro del laberinto, el de un hombre que ama, escribe y llora. Llora porque la vida es un absurdo o porque Karen se va con otro al Teide después de haber estado con él. Escribe porque escribir es su grandeza, grandeza que comparte con una polla admirable. Muere..., llega un momento en que si se suicida es por cabezonería, más que por convicción. Y ama cuando Karen le dice "eres especial, papito" y otra vez llora cuando le dice "eres un don nadie, no vales para nada" (más o menos).
No creo que Lorenzo se haya suicidado. Es un truco literario. Los trucos literarios es los más deprimente de una novela. Pero Nagasaki, a pesar, es buena, fluida como un río, con sus obstáculos y cascadas.
Felicidades al amigo Charlín.
Si la pata me deja, estaré en Santa Bárbara la fecha de la presentación. Con los amigos del Sur.  

3 comentarios:

Ramón Herar dijo...

Amante-escritor, escritor-amante... acaso no son la misma persona? Luego la muerte del amante es la muerte del escritor. Quizás el suicidio real sea ese, la muerte premeditada del escritor. Quizás ésta sea la última novela de Charlín, quizás es verdad q la última tendría q haber sido la anterior, pero unas señoritas de muy buen ver fueran las responsables de esta nueva entrega, realmente la última. Quizás ahora vuelva a ocurrir algo más q cambie nuevamente el rumbo de sus planes... En cualquier caso, algo de verdad hay en todo esto. O no! Pregunta para la presenta del 23 de enero en la Santa Librería Bárbara, patrona del socorro literario de última hora.

Jesús Castellano dijo...

No creo que sea ni la penúltima. Ese hombre-autor tiene cuerda para rato. Ahora estoy leyendo la parte "Hiroshima" (antes, en el bar del puente Zurita uno hablaba de Hiroshima como el inicio de una locura. Comentaré, Dios mediante, la parte de "Nagasaki" donde la protagonista es Valentina Osorio. Cumbres borrascosas, aún más intensas que el amor con Karen. Espero, si te salta la chispa, también tus comentarios en el bosque. Charlín la crítica que espera, sin embargo, es la de Eduardo. Yo también espero esa crítica.

Ramón Herar dijo...

Jajaja Quizás tengas razón, aunque solo sea por aquello de perro ladrador poco mordedor. Lo dicho, pregunta pa la presenta y a ver con qué nos sale el amigo Charlín